La desaparición en el siglo XVII que dio origen en Gran Bretaña a la máxima ‘Sin cuerpo, no hay delito’

A lo largo de casi tres siglos (entre los años 1662 y 1954)
en los tribunales de Gran Bretaña se estuvo aplicando la máxima jurídica ‘No body, no murder’, traducida al
castellano como ‘Sin cuerpo, no hay
delito’
, por la cual se evitaba juzgar y condenar a un sospechoso de un
delito de asesinato o desaparición sin que el cuerpo de la supuesta víctima
hubiese aparecido.

Esta decisión fue tomada un año después de haber juzgado y
ejecutado a tres personas en la pequeña población inglesa de Chipping Campden, tras haber sido
acusadas del asesinato de William
Harrison
, un honorable hombre de 70 años de edad
que ejercía como administrador de los bienes de la vizcondesa de Campden, Lady Juliana.

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William Harrison llevaba gran parte de su vida al
servicio de la aristócrata y uno de sus cometidos principales era cobrar las
retas por los alquileres de casas y terrenos de las propiedades de la
vizcondesa.

A pesar de tener personal a su servicio, al anciano administrador
le gustaba ir a cobrar personalmente a los diferentes inquilinos.

Tal y como hacía habitualmente, el 16 de agosto de 1660 salió
de su casa para recaudar los alquileres, algo que no solía llevarle demasiado
tiempo, debido a que, por norma, solía estar de regreso en su hogar antes de
media tarde.

Pero aquel día de verano anocheció y todavía no había
regresado, algo que inquietó a la señora Harrison que ordenó a uno de sus
criados (llamado John Perry) que
fuese en busca de su amo.

La noche pasó y en casa de los Harrison no tuvieron noticias
del William ni del sirviente, motivo por el que, tal y como amaneció, Edward (primogénito del administrador
desaparecido) salió en búsqueda de su padre.

Pocas horas después encontró al criado quien apesadumbrado
dijo que, durante la madrugada, el cansancio pudo con él y se había quedado
dormido bajo un seto. La contestación de Perry no terminó de convencer a Edward
Harrison quien desde ese momento empezó a sospechar que el criado podría tener
algo que ver en la desaparición de su padre.

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Ante la gran cantidad de horas que llevaba desaparecido William
Harrison se dio la voz de alarma y en el rastreo que realizaron otros
vecinos de la comarca encontraron abandonados en un camino varios objetos
personales que Edward reconoció que pertenecían a su padre (un sombrero, un
peine de bolsillo y el cuello desmontable de la camisa).

De inmediato todas las sospechas en John Perry, quien fue
llevado ante las autoridades locales e interrogado. El testimonio aportado por
el criado de la familia Harrison tenía unas cuantas contradicciones y no
terminaba de convencer a la policía, motivo por el que a lo largo de una semana
siguió retenido en el calabozo e interrogado hasta que confesara la verdad
(algunos cronistas indican que fue sometido a torturas).

Así fue como, el 24 de agosto, terminaba confesando que había
participado en el secuestro asesinato de su amo junto a su madre y su hermano,
quienes no gozaban de demasiada buena fama en la región debido a que ella (Joan) había sido señalada en más de una
ocasión de practicar la brujería y él (Richard)
había tenido algunos problemas con la justicia años atrás.

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John Perry confesó al juez encargado de llevar el caso (Christopher Turnor) que su madre y
hermano habían tramado el rapto con intención de robar la recaudación y que fue
el propio Richard quien terminó estrangulando al anciano William Harrison.

Cabe destacar que tanto la madre como el hermano del criado
negaron en todo momento haber participado o tener algo que ver con el caso. Los
tres fueron juzgados, encontrados culpables y condenados a ser ejecutados en la
horca, pena capital que se llevó a cabo en la primavera de 1661.

La sorpresa fue mayúscula cuando un año después (1662) vieron
aparecer a  William Harrison
en Chipping Campden. Traía un aspecto muy desmejorado y tras ser preguntado
explicó una rocambolesca historia sobre cómo había sido secuestrado aquel 16 de
agosto de 1660 por tres hombres y posteriormente vendido a unos piratas otomanos
que lo llevaron hasta Turquía y allí tuvo que ejercer como esclavo de un médico
(quien posteriormente lo dejó marchar debido a su precario estado de salud).

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Pero dentro de este sorprendente relato sobre su
desaparición el señor Harrison en ningún momento mencionó a su criado John
Perry ni a la familia de éste ¿el motivo?… que nada tuvieron que ver con su
secuestro.

John Perry tras ser detenido había sido torturado para que
realizara una confesión. Decidió incriminar a su madre y hermano debido a que
no se hablaba desde hacía varios con ellos debido a disputas familiares. Los
tres fueron ejecutados injustamente.

Esto fue determinante para que, a partir de entonces, en un gran
número de casos posteriores en la justicia británica durante los tres siglos
siguientes se aplicara la máxima ‘No body, no murder’ (‘Sin cuerpo, no
hay delito’).

Fuentes de consulta e imagen: archivodeinalbis
/ theinquisition
/ thecampdenwonder / BBC / Wikimedia
commons

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