Cuando unos desempleados secuestraron a Quini, el futbolista español más famoso e importante del momento

El inesperado fallecimiento
del exfutbolista Enrique Castro ‘Quini’
a causa de un infarto ha
sobrecogido a todos los aficionados al fútbol, debido a que era uno de los
deportistas más queridos y admirados, tanto en sus años en activo como jugador
como posteriormente en sus tareas directivas en el Sporting de Gijón (equipo en
el que se dio a conocer y colgó las botas, tras pasas cuatro temporadas
triunfando en el F. C. Barcelona).

Este no es un blog es sobre curiosidades de la Historia y no
de deportes, pero en la vida de Enrique Castro se produjo un dramático episodio,
hace justo 37 años, que mantuvo en vilo a todo el país y que vale la pena
recordar.

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Tuvo lugar el domingo 1 de marzo de 1981. Aquella tarde el
Barça había goleado al Hércules por seis a cero (con dos goles de Quini) pero a
pesar de la euforia por tan buen resultado, el ambiente que se respiraba en
España estaba enrarecido. Hacía apenas seis días se había producido el intento
de golpe de Estado (el 23F) por parte del Teniente Coronel Antonio Tejero,
además de la crisis política que la nación vivía tras la dimisión del
presidente Adolfo Suarez y el conflicto terrorista con la banda armada ETA que
se encontraba en uno de sus momentos más activos.

Con toda esa crispación en el ambiente y ánimo de los españoles
esa noche unos individuos secuestraron a punto de pistola a Quini cuando se
dirigía hacia el aeropuerto de El Prat a recoger a su esposa e hijos, quienes
volvían de Asturias.

El hecho de que no acudiese a recogerles y llegar a casa,
tras tomar un taxi, y ver que su marido no se encontraba allí, hizo temerse lo
peor a la mujer quien no dudó en contactar con algunos miembros del equipo culé y
exponer lo que sucedía.

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La directiva del club (que estaba dirigido por Josep Lluis
Núñez) se puso a su entera disposición y a la mañana siguiente, tras comprobar
que no había regresado en toda la noche a su casa, interpusieron una denuncia
por desaparición ante la Policía Nacional.

En aquellos momentos Quini era la gran estrella nacional del
Barça junto al alemán Bern Schuster. El fichaje del asturiano se había
convertido en uno de los más caros (para la época) y dificultosos, ya que
estuvieron cerca de cuatro años detrás en conseguir hacerse con sus servicios y
justo aquella temporada lo habían logrado fichar.

Casi al instante de poner la denuncia la noticia sobre la
desaparición de la estrella del F. C. Barcelona corrió como la pólvora y docenas
de personas se concentraron frente a su domicilio a la espera de tener
noticias.

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Los secuestradores no se ponían en contacto y se especuló
muchísimo sobre el móvil del secuestro, apuntando muchos medios a que había
sido cosa de la banda terrorista ETA e incluso se llegó a pensar que podía
estar involucrada la ‘mafia’.

El diario La Vanguardia recibió varias llamadas
reivindicando el secuestro (una de un grupo llamado ‘Batallón Catalano-Español’, otro de un grupo
terrorista que se autodenominaba ‘PRE’…). Todo era confusión y angustia por
tener algún tipo de noticia fiable.

No fue hasta la noche del
martes 3 de marzo (dos días después) cuando los secuestradores se pusieron en
contacto con la esposa de Quini. Se solicitó para liberarlo la astronómica
cantidad de 350 millones de pesetas (al cambio 2,1 millones de euros, que hoy
en día sería aproximadamente el triple).

Las noticias y contacto de
los secuestradores llegaban a cuentagotas, lo que hacía que la angustia fuese
en aumento. Algo que se hizo notar en el rendimiento del resto del equipo,
quienes no eran capaces de ganar ninguno de los partidos que jugaron en las
siguientes semanas.

Al final se pactó un primer
pago de rescate de 100 millones de pesetas (600 mil euros) que serían
ingresados en una cuenta de un banco suizo. Hasta allí viajó en vicepresidente
de la entidad Nicolau Casaus y junto a él unos miembros de la policía secreta
que esperaron a que alguien se acercara al banco para sacar el dinero. Y así
fue, localizaron a uno de los secuestradores y consiguieron detenerlo,
haciéndole confesar el paradero del futbolista.

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Por otra parte la policía de Barcelona en colaboración con
la de Zaragoza estaba tras una pista que llevaba hasta la capital maña y todo
encajó cuando el detenido confesó que Quini se encontraba retenido.

Fue liberado el miércoles 25 de marzo. Los secuestradores
eran tres jóvenes electricistas en paro que ante la desesperación de no encontrar
trabajo planearon el secuestro de la estrella del Barça.

La llegada a Barcelona del jugador fue todo un
acontecimiento y tras un tiempo prudencial de reposo para recuperarse del
trauma vivido, se reincorporó a la rutina del equipo, convirtiéndose en el poco
tiempo que quedaba de liga en el máximo goleador de la competición (Premio
Pichichi), además de ayudar a ganar al F. C. Barcelona la Copa del Rey de aquel
año que, casualmente, disputó la final contra el Sporting de Gijón.

Fuentes de consulta e imágenes: Hemeroteca La Vanguardia

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