El aficionado a las novelas de Sherlock Holmes que creó el primer laboratorio de criminalística forense de la historia
Hasta entrados en la primera década de 1900, las investigaciones policiales para resolver un crimen no contaban con departamentos científicos o laboratorios forenses en los que se analizara cada una de las pruebas encontradas. Muchas de las conclusiones a las que llegaba un investigador era de tres modos: fiándose de lo declarado por un posible testigo, sacando sus propias conclusiones y dejándose llevar por la experiencia e intuición.