Durante el último cuarto del siglo XIX y las primeras décadas del XX los circos ambulantes vivieron su época de mayor esplendor, quizás porque se trataba de un tipo de espectáculo que llevaba números y rarezas difíciles de poder ver en otro lugar que no fuese bajo una carpa circense.
Tal y como expliqué tiempo atrás en ¡QUÉ HISTORIA!, uno de los empresarios que alcanzaron mayor fama y gloria con el negocio de los circos ambulantes fue el controvertido PT Barnum, quien no dudó en presentar ante el gran público algunos números y personajes de dudoso gusto, algo que se debía a su falta de escrúpulos a la hora de hacer negocios.
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En el bando contrario, aunque dedicándose al mismo negocio, estaba Adam Forepaugh, otro afamado empresario circense que llegó a crear varias compañías a lo largo de su vida y que destacaría por la elegancia en el tipo de espectáculo ofrecido, siendo la competencia directa del todopoderoso Barnum.
El Forepaugh Circus fue el primero en ofrecer sus números circenses bajo una carpa y, lejos de llevar extraños personajes, se distinguió por un tipo de espectáculo muy similar al que hoy en día podemos encontrar, en el que las atracciones principales eran los domadores y los animales domesticados.
Entre los números estrella estaba ‘Topsy’ una elefanta que hacía las delicias del público gracias a la habilidad con la que había sido domada.
Tras el fallecimiento de Adam Forepaugh en 1880, los herederos del Forepaugh Circus siguieron con el negocio, llevándolo a recorrer prácticamente todo el país. Recién inaugurado el año 1903 el circo instaló sus carpas en el recién abierto parque de atracciones ‘Luna Park’ de Coney Island (al sur de Brooklyn).
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Pero los responsables del circo Forepaugh guardaban un secreto, ya que callaron el hecho de que Topsy había desarrollado un mal carácter que la había convertido en un animal agresivo y peligroso, llegando a matar a dos de los trabajadores del circo cuando éste se encontraba en Texas.
La mala suerte hizo que, en el Luna Park, Topsy tuviera otro de sus ataques violentos y acabase con la vida de uno de sus cuidadores, Jesse F. Blount un hombre alcohólico que infligía malos tratos al animal, llegando a darle de comer cigarrillos encendidos.
Sin lugar a dudas lo ocurrido ponía en jaque la seguridad no solo del circo, sino también del recién estrenado parque de atracciones e hizo plantearse a los propietarios del mismo, Frederic Thompson y Elmer «Skip» Dundy, la posibilidad de deshacerse del animal. Pero el problema radicaba en cómo hacerlo.
El hecho de tener que acabar con la vida de Topsy les angustiaba, por lo que barajaron varias maneras de hacerlo que fuesen lo menos crueles posibles.
Cabe tener en cuenta que estos hechos ocurrieron en 1903 y, por lo tanto, muchas de las técnicas que hoy en día hay para poner fin a la vida de un animal sin padecimiento no existían.
Descartaron ejercer la violencia física sobre el animal o pegarle algún tiro, por lo que una de las opciones barajadas era la de ahorcarla con la ayuda de una grúa (aunque suene cruel, en aquellos momentos era una de las maneras que menos sufrimiento proporcionaría al animal), pero la protectora de animales ASPCA se opuso recurrir a esa técnica y amenazó con denunciar a los propietarios del parque y al circo si se quitaba la vida de Topsy de esa forma.
Fue entonces cuando apareció en escena el polifacético Thomas Alva Edison, quien entró en contacto con Thompson y Dundy y les ofreció un modo rápido e idóneo para poner fin a la vida del animal: electrocutándola.
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El Estado de Nueva York (donde pertenecía el parque) desde hacía poco tiempo había dejado de ajusticiar a los condenados a muerte a través de la horca, cambiando el método de ejecución por la silla eléctrica.
Desde hacía poco más de una década la compañía de Edison era la encargada de suministrar la electricidad a todo el Estado y contaba con una de las mayores centrales en Nueva Jersey.
Pero el ofrecimiento de Edison llevaba una pequeña trampa, ya que su intención era utilizar la corriente alterna que suministraba una empresa de la competencia (la compañía Westinghouse) y de esa forma desacreditar a Nikola Tesla, con quien tenía una gran rivalidad.
El hecho de electrocutar a Topsy con corriente alterna demostraría lo peligrosa que ésta era para ser instalada en los hogares de los estadounidenses, pudiendo marcarse un buen tanto frente a su competidor.
La ASPCA no se opuso a este tipo de ejecución, por creer que, de todas las posibilidades que se había barajado, esta era la menos cruel de todas.
Se preparó todo para ejecutar a Topsy el 4 de enero de 1903. Previamente se le suministro unas cuantas zanahorias a las que se había añadido 460 gramos de cianuro, lo cual debería ayudar a debilitar al animal.
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Mil quinientas personas asistieron en directo a la ejecución, como si de un número circense se tratase y la compañía Edison se dispuso a electrocutar a la elefanta, mientras unos miembros de la división cinematográfica de la compañía lo filmaron, para posteriormente proyectarlo en los cines del país.
Tan solo hicieron falta unos pocos segundos y una descarga de 6.600 voltios de corriente alterna para acabar con la vida de Topsy, la elefanta de 28 años que durante casi tres décadas había hecho las delicias de grandes y pequeños bajo las carpas del ambulante Forepaugh Circus.
Bajo estas líneas, podéis visionar un vídeo con la filmación, realizada por la compañía de Thomas Edison, con la ejecución de la elefanta Topsy.
Fuentes: railwaybridge / fogonazos / roadsideamerica