Muchas son las personas que, gracias a su ingenio, se han enriquecido a lo largo de la historia. Unos de una manera honrada y a base de sacrificio y mucho trabajo, pero también nos encontramos con aquellos que lo han logrado mediante el engaño, la estafa y el aprovechamiento personal sobre los más incautos.
Uno de esos tipos carentes de escrúpulos es Phineas Taylor Barnum, quien pasó gran parte de su vida entrando y saliendo de los juzgados a raíz de los múltiples engaños de los que fue responsable, al mismo tiempo que se supo codear con los más insignes e ilustres personajes del siglo XIX.
P. T. Barnum dio muestras de su astucia y habilidad para el engaño a muy temprana edad y antes de haber cumplido los veinte años ya había pasado por prisión a causa de una estafa que realizó a través de una supuesta rifa benéfica, cuyas ganancias se embolsó.
Por aquella misma época creó el periódico de tirada semanal al que llamó ‘The Herald of Freedom’ y en el que publicaba noticias que estaban más cerca de la mentira que de la realidad.
Pero lo que realmente encumbró e hizo famoso a Barnum fue la adquisición de un pequeño circo ambulante al cual convirtió en uno de los más grandes e importantes de la época, ofreciendo en sus espectáculos a una serie de personas que sufrían algún tipo de anomalía física y elevando a la máxima categoría el espectáculo conocido como ‘Freak Show’, en el que los espectadores acudían en masa con el ánimo de encontrar y presenciar a seres deformes y monstruos, algunos procedentes de la mitología (tal y como anunciaban los carteles).
Pero detrás de todos esos ‘personajes extraordinarios’ se escondía alguna trampa o mentira perfectamente tramada por la perversa mente del empresario.
Uno de los primeros personajes que contrató fue el de ‘Joyce la Bicentenaria’ una anciana e invidente mujer de color a la que presentaba como la niñera de George Washington y cuya edad rondaba los 160 años. Evidentemente la mujer no tenía dicha edad y era un engaño en toda regla.
También contó con ‘el General Tom Thumb’, un niño de tan solo cuatro años que padecía de enanismo y al que presentaba como ‘el hombre más bajo del planeta’. Barnum, que era tío lejano del pequeño, no dudó en aprovecharse de éste al quedar huérfano e incorporarlo al espectáculo, donde lo disfrazó con un traje de Napoleón y lo puso fumando un enorme puro sobre el escenario.
Un personaje tras otro era presentado en el circo ambulante que cada vez disponía de nuevas atracciones y crecía como la espuma. El propio P. T. Barnum lo bautizó como ‘el mayor espectáculo del mundo’ y su capacidad fue tal que llegó a comprar su propio tren en el que se trasladaba de una ciudad a otra, siendo este el origen de la tradicional imagen de las caravanas circenses en vagones de tren.
Famosos fueron los siameses Chang y Eng Bunker que estaban unidos por el tronco y quienes triunfaron en el circo como una de las mayores atracciones.
Uno de sus grandes engaños fue cuando presentó a ‘la sirena de Fiji’, algo que provocó la avalancha de curiosos visitantes que querían observar de cerca tal maravilla de la naturaleza. En realidad, dicha sirena no era más que los restos de la cola de un gran salmón cosidos a la parte superior del tronco de un mono (ambos disecados). El público acudió expectante por ver a una bella sirena (tal y como se describía a estos seres en la literatura) y acababan encontrándose un horripilante ser inerte que provocó más de una estampida de espectadores horrorizados.
Pero los mejores momentos de P. T. Barnum como empresario circense estarían por llegar. Una gira por el continente europeo llevó al circo a actuar frente a la mismísima Reina Victoria I del Reino Unido, quedando gratamente sorprendida por el espectáculo y sobre todo con el pequeño personaje del General Tom Thumb, quien sufrió un pequeño percance al ser atacado por uno de los perros de la monarca.
En compensación, la reina escribió a los mandatarios y demás casas reales europeas recomendando el espectáculo ambulante de Barnum, lo que le ayudó a amasar una importantísima fortuna gracias a los generosos desembolsos de tan ilustres espectadores.
La mujer barbuda, otra con pelo de caballo, gemelos enanos, el hombre con cara de perro, el más alto de todo el planeta, el elefante más grande del mundo… infinidad de fantásticos seres que presentó a lo largo y ancho de Europa y por todos los Estados Unidos.
Sin lugar a dudas, Phineas Taylor Barnum fue uno de los hombres que mejor supo utilizar su ingenio a base de engañar al prójimo, creando de la nada uno de los más significativos e importantes circos que, tras varias fusiones, todavía sigue funcionando, aunque actualmente sin los espectáculos freaks que tanta fama y dinero proporcionaron a su creador hace un siglo y medio.
Fuentes de consulta: barnum-museum / ringling