Conocida es la afición que sentían un gran número de nazis
hacia todo lo que tenía que ver con el ocultismo,
artes adivinatorias y el esoterismo en general.
Una década antes del ascenso del Partido Nacionalsocialista, su llegada al poder en 1933 y posterior
instauración del Tercer Reich, muchos
fueron los destacados miembros del partido que mantuvieron contacto con diferentes videntes, acudían a sesiones de
espiritistas o se dejaban guiar y asesorar por astrólogos que confeccionaban sus
cartas astrales y les aconsejaban de cuáles eran las decisiones que debían
tomar.
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En plena decadencia de la República de Weimar y en la que mayor era el descontento de la
población alemana en general, apareció por Berlín Erik Jan Hanussen, un joven austriaco de origen judío que se
anunciaba como el mejor mentalista de Europa, capaz de leer la mente, conseguir
manipular la voluntad de las personas a través de la hipnosis y adivinar cualquier
cosa escrita por el público asistente y guardada en el interior de un sobre
convenientemente cerrado.
Eran tiempos de crisis política y económica, además de
añadir el componente de que los ánimos de la población alemana estaban por los
suelos desde que había finalizado en 1918 la Primera Guerra Mundial. Esto motivó que fueran muchos los que
comenzasen a creer a pies juntillas en los fenómenos
paranormales y a charlatanes como Hanussen (cuyo verdadero nombre era Harschel Steinschneider) que les
auguraban un futuro mejor.
De la noche a la mañana Hanussen comenzó a llenar teatros y
pequeñas salas berlinesas donde realizaba sus funciones adivinatorias y en las
que lograba dejar boquiabiertos a la mayoría de los allí presentes.
No tardaron en contactar con él varios miembros del NSDAP (Partido Nazi) interesados en su
videncia y poderes adivinatorios.
Hacia finales de la década de 1920 Hanussen se había convertido en el vidente de
cabecera de los cada vez más poderosos nazis y múltiples fueron las ocasiones
en las que se le invitó a sesiones
privadas con el líder y futuro Führer Adolf Hitler.
Hanussen, como buen charlatán que era, tenía la habilidad de
decir aquello que los que le preguntaban querían escuchar, motivo por el que
los tenía embobados creyéndose todo aquello que les ‘predecía’.
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Cuando todavía faltaba algún tiempo para que los nazis llegaran al poder el vidente se atrevió a augurar públicamente que Hitler llegaría a la
cancillería (algo impensable para una extensísima parte de la población pero
que dicha predicción fue aplaudida emocionadamente por afines al líder nacionalsocialista).
Quien también quedó fascinada por los encantos de Hanussen
fue la fotógrafa y cineasta Leni Riefenstahl, quien ya estaba
realizando trabajos para el encumbramiento del nazismo.
Lo citó para una sesión
fotográfica con el fin de realizar los carteles con los que anunciar sus
espectáculos de mentalismo y cuál fue la sorpresa de los presentes a dicha
sesión al ver que el vidente adoptaba los mismos gestos y posturas en las que
había sido fotografiado Hitler pocos
días antes. Esto provocó el enfado de una importante parte de la cúpula nazi, prohibiéndose
que la mayoría de aquellas fotos tomadas a Hanussen fueran hechas públicas.
La torpeza del vidente hizo que se quedase sin algunos de
sus más firmes apoyos dentro del partido, comenzando de ese modo una
semicampaña de desprestigio por parte de algunos miembros y viendo como el
número de espectadores que asistían a sus funciones descendía vertiginosamente.
Necesitaba un golpe de efecto que volviese a dejar
boquiabiertos a los espectadores y volver a convertirse en el vidente número uno
del nazismo, por tal motivo utilizó indebidamente una información de la que se
había enterado de modo confidencial: el
incendio del Reichstag (el parlamento alemán).
En uno de sus espectáculos predijo que presentía un inminente
incendio de grandes proporciones y que el edificio que veía arder era el del
parlamento. Hanussen tenía conocimiento de ese atentado que iban a cometer los
propios nazis para culpabilizar a los comunistas. En aquellos momentos Hitler
ya había sido nombrado Canciller unas semanas antes y el vidente no quería perder la estela del
poder y situarse muy cerca de la órbita del Führer. Hacía unos años que se le
había prometido un importante cargo dentro del ‘Instituto para la investigación del futuro’ (una sociedad para el estudio
del esoterismo) que los nazis querían crear.
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Pero esa indiscreción de Hanussen le costó la vida. El 24 de
marzo de 1933 miembros de la milicia de
la SA (los famosos ‘camisas pardas’)
fueron a su encuentro y se lo llevaron a un bosque a las afueras de Berlín
donde esa misma madrugada fue ejecutado de varios tiros.
El 27 de marzo, tal y como Hanussen había adelantado ante el
público días atrás, se produjo el devastador incendio del Reichstag.
Cabe destacar que hay una gran cantidad de información y
datos relacionados con Erik Jan Hanussen que puede que no se ajusten a la
realidad. Muchos fueron los detalles de la vida del vidente que los nazis se
encargaron de borrar, existiendo solo indicios sobre cómo había sido su paso
por Berlín y la relación con estos. Los expuestos en este post son los que la
mayoría de expertos e historiadores dan como ciertos o, al menos, cercanos a tal
y como creen que sucedieron.
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