Uno de los escritores más famosos y excelentes del conocido Siglo de Oro fue sin lugar a dudas Francisco de Quevedo, quien a través de
su extenso trabajo dejo escritos un gran número de libros y su obra hoy en día
forman parte del legado histórico de la literatura en español.
Pero al igual que el literato era veloz con su pluma y
rápido en reflejos para contestar a alguien con una de sus genialidades (su
fina ironía y sarcasmo era su sello más característico) también lo era a la
hora de entrar en una provocación. Sus adversarios (que tuvo muchos y
distinguidos) sabían que Quevedo se
ofendía fácilmente y no dudaban en lanzarle alguna que otra puya de vez en
cuando para hacerle salir de sus casillas.
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Al igual que tuvo grandes enemigos también se cosechó la amistad,
respeto y lealtad de un gran número de importantes personalidades de la época,
entre ellos el Gran Duque de Osuna
(Virrey de Sicilia y posteriormente Virrey de Nápoles con la ayuda de Quevedo),
quien en un periodo concreto de la vida del dramaturgo dio amparo y protección
cuando éste tuvo que huir de España tras haber matado a un hombre tras una
disputa.
Pero Francisco de Quevedo (quien profesaba una profunda
religiosidad) se consideraba un hombre de ley, a pesar de los numerosos defectos
que podía tener y numerosos escritos de la época relatan cómo le gustaba el
alcohol, acudir a prostíbulos, fumar compulsivamente, comportarse como un
xenófobo e incluso ser un misógino.
Y esto último es llamativo hasta el punto en el que uno de
los incidentes más trascendentales de su vida fue producto de defender a una
dama que había sido abofeteada por un individuo.
Los hechos se produjeron durante el transcurso de la misa del ‘Amor Fraterno’ que se
celebraba el 3 de abril de 1611 (Jueves
Santo) en la iglesia de San Ginés de
Arlés (en pleno centro de la Villa y Corte de Madrid).
Parece ser que durante la mencionada misa, a la que había acudido
Quevedo, un hombre dio una bofetada a la mujer que lo acompañaba y esto llamó
la atención del dramaturgo que invitó a salir del templo sagrado al agresor.
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Según explican algunas crónicas la disputa entre ambos fue
subiendo de tono, la provocaciones de uno hacia el otro eran cada vez más
evidentes y la discusión se fue trasladando poco a poco hacia una calle más
arriba (se supone que para no molestar a los feligreses que se encontraban
dentro de la iglesia).
Así es como llegaron hasta la plaza de San Martín donde en un momento dado Quevedo sacó un
estoque (espada puntiaguda que solían llevar numerosos caballeros de la época,
aunque hay quien apunta que era un florete) y pinchó a su adversario hiriéndolo
de muerte.
Algunos relatos cambian el nombre del templo religioso en el
que se desencadenó todo e indican que fue en la iglesia de San Martín de Tours, situada en la cercana calle del
Desengaño, pero ésta no fue levantada hasta un siglo más tarde (mediados del
sXVIII).
El incidente protagonizado por el ilustre literato ha quedado
reflejado en una placa que el Ayuntamiento de Madrid colocó en 2014 donde reza
la leyenda:
‘En esta plaza hirió mortalmente FRANCISCO DE
QUEVEDO a un caballero el Jueves Santo de 1611 en defensa de una dama’
Cabe destacar que este
incidente provocó la huida de España de Quevedo, quien fue acogido por su amigo
el Gran Duque de Osuna en su virreinato de Sicilia y para quien trabajaría como
secretario.
Fuentes de consulta e imagen: Revista
literaria de El Español (1846) / ABC
/ secretosdemadrid
/ papabloblog
/ memoriademadrid
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