La mañana del 25 de noviembre de 1891 los vendedores de
prensa ambulante despertaron a los
madrileños con una estremecedora noticia: el
Museo del Prado y toda su extensa colección pictórica había sido destruido a
causa de un devastador incendio.
Todo aquel que acudía apresuradamente a comprar un ejemplar
del diario El Liberal podía
encontrar que llevaba en su segunda página un artículo firmado por el propio
director del rotativo, uno de los más ilustres periodistas de la época, Mariano de Cavia,
quien a modo de ‘reporter’ (como él se autodenomina en el escrito), lo titula
del siguiente modo:
“LA CATÁSTROFE DE
ANOCHE. ESPAÑA ESTÁ DE LUTO. INCENDIO
DEL MUSEO DE PINTURAS”
En dicho artículo, escrito con una gran dosis de ironía –que
a veces rayaba el sarcasmo-, de Cavia relataba cómo un lamentable accidente
había provocado la pérdida de uno de los emblemas más importantes del país y se
quejaba de la impasividad de la jefatura del gobierno, en aquellos momentos en
manos del conservador Antonio Cánovas del
Castillo (quien llevaba dos décadas de alternancia presidencial con Práxedes Mateo
Sagasta y otros políticos del Partido Liberal).
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Al referirse a la jefatura del Estado lo hacía como ‘jettatura’ -donde dejaba bien claro que,
para él, Cánovas del
Castillo era un ‘jeta’– y
declaraba, con cierta mordacidad, que tal desgracia solamente podía deberse a
la ‘mala sombra’ del presidente (a
quien algunas malas lenguas señalaban como gafe).
Si bien el relato del incendio, a pesar de ser un texto espléndidamente
escrito para haber sido –supuestamente- redactado en un angustioso momento y a
toda prisa, causó una gran impresión en todos aquellos ciudadanos que compraron
un ejemplar de El
liberal y fue tal el impacto que pocas horas después había sido
telegrafiado a todos los rincones del país, haciéndose eco de la noticia en las
ediciones vespertinas de muchos diarios de provincias (por aquella época era típico
sacar ejemplares por la tarde cuando había sucedido alguna noticia relevante).
Como es de esperar la noticia convulsionó a toda la
ciudadanía española. Uno de los más preciados y valiosos tesoros del país se
había echado a perder por culpa de un desgraciado incendio ante la pasividad de
los políticos de turno, quienes habían desentendido el mantenimiento de tal
excelso lugar.
Al día siguiente, y esta vez en la portada, volvía a
aparecer un nuevo artículo firmado por Mariano de Cavia y el cual titulaba: ‘POR QUÉ HE INCENDIADO EL MUSEO DE PINTURAS’
y donde explicaba, con su particular y personal modo de escribir, las razones
que lo habían llevado a escribir e inventarse la noticia de la jornada
anterior.
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Con ella había querido hacer una queja pública, desde el
diario de mayor tirada y venta que había en aquella época, sobre cómo se
encontraban muchos de los monumentos, edificios y lugares históricos (citaba como
ejemplos el Museo del Prado y la Alhambra de Granada) y denunciaba la pasividad
del presidente y sus correspondientes ministros que estaban más pendientes
de sus alternancias políticas que de resolver cualquier problema de la
ciudadanía o su riquísimo patrimonio artístico.
Como es de suponer, una vez aclarado el asunto hubo
opiniones en todos los sentidos y, evidentemente, desde las filas y medios conservadores
aprovecharon para criticar duramente la ‘broma’ gastada por Mariano de Cavia,
quien por otro lado recibió numerosísimos apoyos y elogios por parte de un gran
sector de la sociedad.
Así fue cómo en 1891 el Museo del Prado sufrió
un terrible incendio, pero solo en la pluma del uno de los más ilustres
periodistas de la época, que conmocionó a una buena parte de la ciudadanía e
hizo pensar a numerosísimas personas sobre el desastre que supondría en caso de
producirse realmente. De lo que no hay constancia es si desde el gobierno de la
nación se tomó buena nota y solucionó el asunto de la precariedad por la que
estaba pasando la más importante pinacoteca del país.
Cabe destacar el último párrafo con el que terminaba Mariano
de Cavia su segundo artículo, el cual lo hacía del siguiente modo:
[…]Ayer hubo gentes
que lloraron… por lo que tiene facilísimo remedio. ¿No es esto mejor, y más
sano para la patria, que llorar por lo irremediable? Hemos inventado una
catástrofe… para evitarla[…]
En los siguientes enlaces, de la Hemeroteca Nacional de
España, podréis leer los artículos completos en las copias digitalizadas del
periódico El Liberal: http://bit.ly/elliberalincendio1
/ http://bit.ly/elliberalincendio2
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