El hombre que inventó los corn flakes para evitar que los jóvenes se masturbaran

Hoy en día el producto más utilizado dentro del desayuno de
millones de niños y jóvenes (y un buen número de adultos) de todo el planeta
son los cereales denominados ‘corn flakes’
(granos de maíz desecados, aplanados y tratados para que estén crujientes) que
suele tomarse sumergidos en un buen chorro de leche.

Hay constancias de que hace varios siglos atrás los nativos
americanos ya utilizaban el maíz para cocinar un gran número de platos y que
tenían una técnica para deshidratar cereales y tostarlos. Pero no es hasta hace
120 años (concretamente en 1895) cuando se desarrolló lo que hoy conocemos bajo
el concepto de corn flakes.

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Pero, curiosamente, esta nueva variante del cereal de maíz
(también con avena) no fue inventada industrialmente sino que fue ideada por un
médico estadounidense que estaba al frente de un sanatorio (nombre con el que
eran conocidos ciertos establecimientos sanitarios en los que algunas personas
con problemas de salud acudían a recuperarse).

El nombre del médico inventor de los corn flakes era John Harvey Kellogg (por su apellido habréis
podido deducir cómo triunfaron los cereales que ideó) y dirigía el Battle Creek Sanitarium (en el Estado
de Michigan) y donde imponía unas estrictas normas de vida y alimentación a
todos los residentes: ejercicio diario, dieta
vegetariana y unas nada comunes terapias
.

El Dr. Kellogg era una persona profundamente religiosa (a
tal punto que rozaba la obsesión) y pertenecía a la Iglesia Adventista del Séptimo Día, una rama del protestantismo calificada por muchos como secta.

Basando toda su experiencia médica en sus creencias
religiosas, Kellogg estaba convencido que los grandes males y vicios de la
sociedad de finales del siglo XIX provenían de la mala alimentación que se
estaba llevando, de ahí que trabajase para crear un desayuno a base del maíz
debido a que, por aquel entonces, se
creía a pies juntillas que este cereal era un alimento que anulaba el deseo o
impulso sexual
, según él, uno de los grandes males que sufría el ser
humano.

Fue tal la fama que tenían sus tratamientos que a su
sanatorio acudían familias enteras en busca de ser depuradas de todos los
vicios y malos hábitos que tenían y entre las diferentes terapias, a las que
sometía a los cerca de 500 huéspedes que el centro podía albergar, se
encontraba una serie de rutinas gimnásticas, limpiezas de colon a través de
enemas a base de yogurt, la eliminación por completo de la carne y pescado de
la dieta y el desayuno a base de copos
de maíz el cual estaba indicado para desinhibir el deseo onanista de los más jóvenes
.

Según la doctrina que aplicaba el doctor Kellogg, la
masturbación era el más pernicioso de los hábitos, equiparándolo a guerras,
plagas o cualquier enfermedad contagiosa.

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Pero el Dr. John Harvey Kellogg no desarrolló sus corn flakes
solo… fue de gran ayuda la participación de su hermano, ocho años menor que él,
Will Keith, quien a pesar de no
tener una formación científica y ni tan siquiera universitaria, fue uno de los
elementos fundamentales en la popularización de los copos de maíz y que éstos
hayan llegado hasta nuestros días.

Gracias a la popularización de los métodos depurativos del
sanatorio que dirigía el mayor de los hermanos Kellogg muchos fueron los
empresarios interesados en producir y comercializar los corn flakes (que habían
registrado bajo el nombre de ‘Granose’).
John Harvey no tuvo reparo alguno en hacer pública la patente y dejar que otros
hicieran negocio con los cereales.

Sin embargo Will Keith no pensaba lo mismo, por lo que hubo
una disputa entre ambos y éste decidió embarcarse en un negocio por su cuenta
donde comercializar con los cereales, fundando una década más tarde, el 19 de
febrero de 1906, la empresa ‘Battle
Creek Toasted Corn Flake Company’
y que en 1922 rebautizaría como ‘Kellogg Company’ y convirtiéndose en
la empresa de cereales más famosa y exitosa que existe.

Por su parte el doctor John Harvey siguió aplicando sus
doctrinas médicas (con un gran componente religioso) y se mantuvo al frente del
sanatorio (que amplió su capacidad en cerca de 7.000 huéspedes), además de
publicar una extensa obra de libros médicos.

Fuentes de consulta: kaplanink
(pdf)
/ franciscojaviertostado
/ lemelson /
oocities

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