A lo largo de la Historia, numerosos han sido los casos de peculiares
impostores que, haciéndose pasar por otras personas, han logrado vivir del engaño lujosamente y amasar una importante
fortuna.
Una de esas historias curiosas es la que protagonizó Aurora Florentina Magnusson, quien a lo
largo de una década mantuvo una espléndida vida llena de lujos tras hacerse pasar por la hija del depuesto y
exiliado rey de Suecia, Gustavo IV.
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El 29 de marzo de 1809, tras 17 años de nefasto reinado, Gustavo IV abdicaba como rey con la
intención de que su hijo heredada la corona sueca y esta continuase dentro de
la familia. Pero de nada le sirvió renunciar al trono, ya que el gobierno de la
nación ya había decidido que el rey fuese depuesto y que la monarquía pasaría a
manos de un tío de éste (coronado como Carlos XIII), afín al nuevo régimen político
pro-borbónico.
Gustavo IV y su familia (compuesta por su esposa Federica de Baden y sus cinco hijos) se
exiliaron del país, yendo a vivir a Alemania, país de nacimiento de la reina
consorte. Tres años después (1812) la pareja decidió divorciarse y el rey
depuesto se dedicó a viajar por el continente europeo bajo el título de ‘conde de Gottorp’.
En 1826 fallecería Federica de Baden (a los 45 años de edad)
y once años después (el 7 de febrero de 1837) moriría, a la edad de 58 años, Gustavo
IV.
A principios de la década de 1860 hizo aparición en la corte
de Suecia una joven, de alrededor de 20 años de edad, que decía llamarse Helga de la Brache y que aseguraba ser la hija secreta, pero
legítima, de Gustavo IV y Federica de Baden.
Explicó a los miembros de la corte sueca una rocambolesca
historia, que éstos creyeron a pies juntillas, en la que relataba que en 1817,
cinco años después de divorciarse Gustavo y Federica, éstos volvieron a
reencontrarse, se casaron en secreto y tuvieron una hija que decidieron mantener en el anonimato.
El fruto de aquel reencuentro era Helga de la Brache, quien
relató que tras la muerte de su madre (en 1826) la dejaron recluida en un sanatorio de Vadstena (Suecia), debido
a que algunas personas del entorno creían creyeron que tenía algún problema
mental. Tras enterarse del fallecimiento de su padre, en 1837, decidió
escaparse y gracias a la ayuda de conocidos y familia pudo subsistir un par de
décadas hasta que logró viajar hasta
Estocolmo y allí para confesar el
secreto de la antigua familia real.
Una historia que carecía de fundamentos y en la que había
numerosos datos contradictorios pero a que
nadie de la corte sueca le dio por desconfiar y se la creyeron. Por tal
motivo se solicitó una pensión vitalicia
y tratamiento real, algo a lo que el rey accedió.
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A lo largo de la siguiente década Helga de la Brache vivió y fue tratada como una auténtica
princesa, acudiendo a todos los actos sociales que se celebraban en
Estocolmo y convirtiéndose en uno de los personajes más populares de la
sociedad sueca.
Pero en 1870 estalló el escándalo tras la publicación en el periódico
‘New Daily’ de un artículo, firmado
por Carl Norrby, en el que se ponía
al descubierto la verdadera identidad de Helga de la Brache, quien en
realidad resultó ser Aurora Florentina Magnusson.
La impostora había nacido en Estocolmo en 1820 (tres años
después del que decía haber nacido) y era hija de un humilde matrimonio de trabajadores,
quedando huérfana de padre a muy corta edad y colocada a trabajar (tras
abandonar los estudios) para ayudar al sustento familiar. Tras numerosos
empleos como sirvienta o dama de compañía, con los años consiguió abrir su
propio negocio con una socia (llamada Henrika
Aspegren) y ambas fueron quienes idearon el engaño de hacer pasar a Aurora
Florentina Magnusson como la supuesta hija de Gustavo IV, bajo el nombre de Helga
de la Brache.
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Tras descubrirse el fraude y largas investigaciones, en 1877
se celebró un juicio en el que se la declaró culpable y se le retiró la pensión
económica que percibía del Estado y todo tipo de tratamiento real.
Según investigaciones posteriores, varios historiadores han
apuntado que, muy posiblemente, algo de verdad podía haber en la descendencia monárquica
de Aurora Florentina Magnusson, ya que ésta podría haber sido dada en adopción
a la familia Magnusson y que su padre biológico fuese en realidad Gustavo IV
(durante los años en los que viajó por Europa como conde de Gottorp) fruto de
una relación esporádica con una joven soltera perteneciente a la nobleza sueca
y cuya familia optó por entregar en adopción.
No hay pruebas concisas y fehacientes sobre este supuesto,
pero los pocos datos que hay no fueron conocidos hasta muchos años después del
fallecimiento de Aurora Florentina Magnusson, en 1885 (a los 67 años). Sus
últimos años los pasó junto a su amiga Henrika Aspegren y algunas fuentes
indican que entre ambas existió una relación sentimental.
Fuentes de consulta e imágenes: listverse
/ stockholmskallan
/ runeberg / kansalliskirjasto
/ riksarkivet
/ Wikimedia
commons
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