La pacífica manifestación de estudiantes sudafricanos que acabó con una masacre policial

En la larguísima lista de masacres realizadas por un gobierno opresor contra los ciudadanos,
que han tenido lugar a lo largo de la historia, nos encontramos con la que tuvo
lugar el miércoles 16 de junio de 1976
en Johannesburgo
(la ciudad más grande y poblada de Sudáfrica),
concretamente en el suburbio de Soweto,
donde aquel día se produjo una de las
más deleznables matanzas
y cuyas víctimas eran jovencísimos estudiantes de primaria y secundaria.

Aquella jornada había sido la fecha escogida por los
responsable del ‘Movimiento de
Conciencia Negra’
para realizar una manifestación masiva que recorrería las
calles del Soweto, con el fin de protestar
contra la imposición de las políticas educativas
llevadas a cabo por el
gobierno sudafricano y a través de las cuales se pretendía obligar a la población estudiantil a aprender y hablar el ‘afrikáans’,
una lengua surgida por la presencia del colonialismo europeo en el continente
africano y que se había convertido en un símbolo
de opresión del régimen del apartheid
.

Habían sido convocados para participar en aquella multitudinaria
protesta todos los estudiantes, además de sus maestros, progenitores y miembros
del ‘Movimiento de Conciencia Negra’, calculándose que al inicio de la
manifestación esta rondaba los tres mil participantes y que tras unas horas de
recorrido ya eran más de diez mil (la mayoría de ellos escolares menores de
catorce años).

Aquella manifestación llevaba varias semanas gestándose,
sobre todo a partir del despido de varios maestros que perdieron sus empleos al negarse a impartir clases de afrikáans a
sus alumnos
.

Las autoridades de Johannesburgo habían sido alertadas de la
celebración de aquella jornada de protestas callejeras, por lo que se preparó un
numeroso contingente de policías y
soldados armados y con perros de presa
con el fin de proceder a la
contención de los manifestantes.

Los organizadores del Movimiento de Conciencia Negra que
habían organizado aquella marcha pacífica por las calles del Soweto lograron
reunir a un elevado número de escolares, provenientes de todas las escuelas de
dicho suburbio, a los que acompañaban sus profesores y algunos padres. Una
manifestación que se inició con alrededor de tres mil participantes y que tras
varias horas se les fue uniendo más personas de todas la edades y de otros
barrios de Johannesburgo.

A pesar de tratarse de una manifestación que discurría pacíficamente,
las autoridades habían levantado numerosas barricadas para impedir o entorpecer
el paso de los asistentes, pero estos (cada vez más numerosos) lograban irlas
saltando y apartando.

En un momento de agobio por parte de la policía, al ver que
aquella marcha cada vez era más multitudinaria, se ordenó lanzar a los perros
de presa contra los manifestantes. Los canes, entrenados para atacar
mortalmente, hirieron a numerosísimos niños de muy corta edad que iban
encabezando la manifestación.

Fue a partir de ese momento en el que la pacífica marcha se
convirtió en un caos. Los manifestantes intentaban defenderse del ataque de los
perros lanzándoles piedras y la reacción policial a esa defensa fue la de
empezar a disparar sus armas contra los participantes de la manifestación.

La histeria colectiva se apoderó de la mayoría de ellos y un
numerosos grupo empezó a atacar también a la policía e incluso a destrozar
mobiliario urbano, romper cristales de comercios y, finalmente, acabó en una batalla
campal.

Tras muchas horas de disturbios, alrededor de la media noche
la policía pudo controlar la situación, pero el resultado de aquella
desproporcionada represión se saldó con una gran cantidad de participantes
muertos y heridos.

No se sabe con exactitud el número de fallecidos, debido a
que las fuentes oficiales dijeron que se habían producido un total de veintitrés
muertes, pero fuentes (extraoficiales) ofrecieron unos números muchísimo más
altos que iban desde las 175 víctimas mortales hasta las cerca de 700 que
ofrece alguna fuente, la inmensa mayoría escolares menores de 14 años de edad.

Y fue precisamente una de esas víctimas mortales quien se
convirtió en el icono y referente de la
resistencia juvenil en Sudáfrica
frente a las políticas racistas del apartheid.
Su nombre era Hector Pieterson,
tenía doce años y fue herido mortalmente por los disparos de la policía. Uno de
sus compañeros lo cogió en brazos y se lo llevó rápidamente de allí, momento
que fue captado por la cámara del reportero gráfico Sam Nzima, quien logró que la fotografía apareciera en la portada
de periódicos de prácticamente todo el planeta.

El régimen racista de Sudáfrica recibió todo tipo de
críticas por parte de un gran número de países y fue a partir de entonces
cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) comenzó a decretar embargos
contra el gobierno sudafricano y sus políticas del apartheid.

Fuentes de las imágenes: sowetanlive
/ panr (Flickr)

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