La mujer que declaró la guerra al ‘Día de la madre’ una década después de haberlo inventado

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España es uno de la media docena de países que celebran la
festividad del ‘Día de la madre’ cada
primer domingo del mes de mayo, pero en otras naciones esta celebración está
repartidísima a lo largo del calendario, pudiéndonos encontrar que hay lugares
donde se celebra el segundo domingo de febrero (Noruega), en plena Cuaresma
(Reino Unido), el segundo domingo de mayo (la inmensa mayoría de países) e
incluso a las puertas de la Navidad (el 22 de diciembre en Indonesia).

Desde la antigüedad siempre se ha realizado algún tipo de
homenaje y ofrenda a la figura de la madre, tanto a las madres carnales como a
la de las deidades e incluso a la ‘madre
Tierra’
.

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Durante muchísimo tiempo los países cristianos realizaban su
homenaje a la figura materna coincidiendo con la festividad de la Inmaculada
Concepción
el 8 de diciembre (en España se celebró en esta fecha hasta
1965 que fue traslado el Día de la madre al primer domingo de mayo y el único
país que sigue celebrándolo en el día de la Inmaculada es Panamá).

Pero el concepto de la festividad del Día de la madre tal y
como lo conocemos hoy en día (con toda la parafernalia consumista que rodea a esta
fecha) se lo debemos a la estadounidense Anna
Jarvis
, quien en 1907 puso todo su empeño en homenajear a la figura materna
a nivel institucional y movió cielo y tierra para conseguir su propósito.

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Con este gesto, Anna quería no sólo crear un día de
celebración alrededor de la figura materna, sino que también era un modo de
rendir un homenaje a su propia madre: Ann Maria Reeves Jarvis,
una de las más importantes activistas norteamericanas de la segunda mitad del
siglo XIX.

Anna Jarvis envió multitud de cartas y se reunió con los
personajes más influyentes de la época, con el fin de encontrar respaldo
suficiente a su propuesta, con la gran suerte de que muchos fueron los que
decidieron apoyarla y sumarse a la iniciativa.

Había que buscar una fecha idónea y, entre las muchas que se
barajaron, Anna propuso la del segundo domingo de mayo. Escogió este día por varios
motivos: por un lado porque en ese mes la primavera ya estaba bien instalada y el buen tiempo haría que
muchos de los actos y celebraciones pudieran hacerse al aire libre; por otro
lado el escoger el domingo facilitaría que participase mucha más gente al
tratarse de un día en el que la mayoría de personas no trabajaban. 

Pero el
motivo principal a la hora de escoger la fecha era la proximidad con el
aniversario del fallecimiento de su madre, quien había muerto un 9 de mayo de
1905 y Anna estaba convencida que escogiendo el segundo domingo de ese mes
serían varios los años en los que el Día de la madre coincidiría con el del
fallecimiento de la suya.

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Todo un argumento que rozaba lo idílico dentro del propósito
emocional que Anna Jarvis quería darle a la festividad que había ideado.

Poco a poco comenzó a celebrarse en muchos lugares de los
Estados Unidos (e incluso en otros países) llegando a adquirir muchísima
importancia recién iniciada la década de 1910. Tanta que incluso el presidente Woodrow Wilson dio
el visto bueno para que, en 1914, el Congreso
de los EEUU
declarase el segundo domingo de mayo como fiesta nacional con motivo del Día de la madre.

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Todo un logro de Anna Jarvis que vio orgullosa como su idea
había llegado a buen puerto. Pero esta alegría no le duraría demasiado tiempo,
debido a que unos pocos años más tarde se dio cuenta que aquella fiesta en
honor a las madres que ella había logrado con tantísimo esfuerzo se había
convertido en un acto meramente consumista
e innumerables eran los negocios que
comenzaron a surgir alrededor de la celebración con el propósito de ganar
grandes sumas de dinero.

Este fue el motivo por el que en 1920 Anna Jarvis, junto a
su hermana Ellsinore, decidieran
declarar la guerra al Día de la madre y lucharan incansablemente para que desapareciera
y dejase de celebrarse.

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Su madre les había dejado en herencia una buena suma de
dinero, lo que les podía permitir vivir holgadamente el resto de sus vidas,
pero prefirieron destinar hasta el último centavo en hacer una feroz campaña en
contra de la comercialización de la festividad del Día de la madre
.

Las hermanas Jarvis gastaron toda su fortuna en viajar por
todo el país dando conferencias sobre la conveniencia de eliminar del
calendario esa festividad que se había convertido en un acto totalmente
comercial. Lo curioso del caso es el nulo caso que les hicieron y cómo siguió
haciéndose cada vez más grande esa celebración, la cual daba cuantiosos
beneficios económicos a centenares de empresas al mismo tiempo que Anna y su
hermana se iban arruinando.

Pero Anna Jarvis no solo perdió todo su dinero sino que su
salud mental se deterioró y en 1944, a la edad de 80 años, fue internada en el Marshall
Square Sanitarium en donde falleció dos años después.

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