Desde hace muchas décadas, tanto el Partido Republicano como el Demócrata se han repartido más del
95% del pastel electoral en las presidenciales estadounidenses, quedando una
porción muy pequeña a repartir entre el resto de candidatos que apenas tienen
representatividad política.
Su complejo sistema electoral hace que todas aquellas
candidaturas alternativas queden diluidas, sin respaldo mediático y sobre todo
convirtiendo a esos aspirantes en completos desconocidos para la inmensa
mayoría de votantes.
A lo largo de la historia han sido contadísimas las
ocasiones en las que un candidato que no fuese de uno de estos dos grandes
partidos obtuviese un respaldo superior al cinco por ciento. Sin tener en
cuenta, evidentemente, que en los siglos XVIII y XIX tanto demócratas como
republicanos tuvieron numerosas ramificaciones políticas (como los partidos Whig, Nacional-Republicano
o abolicionistas del Liberty y Free Soil) y el voto se fragmentaba.
Fue con la llegada del siglo XX cuando otras tendencias
políticas (básicamente de izquierdas) irrumpieron en el panorama político estadounidense
pudiéndose ver en todas las elecciones del primer cuarto cómo fueron ganando
terreno electoral.
Tal y como explicaba en un post anterior sobre el candidato
del Partido Socialista de América, Eugene V. Debs, que se presentó a cinco
elecciones no consecutivas entre 1900 y 1920 (llegando a obtener en dos
ocasiones más de novecientos mil votos), también hubo otro postulante a la Casa
Blanca en discordia que consiguió llevarse un gran número de votos hacia el
recién creado Partido Progresista en
las elecciones presidenciales del 5 de noviembre de 1912.
Se trataba del
expresidente Theodore Roosevelt,
quien quiso volver a probar suerte cuatro años después de haber dejado el
cargo, animado por un sector del Partido Republicano (al que había pertenecido)
descontentos con su sucesor, esto provocó que el voto republicano se dividiese
en dos, dando la presidencia a los demócratas.
Pero una de las mayores sorpresas electorales que golpeó al
bipartidismo entre demócratas y republicanos se produjo en las elecciones
presidenciales del 4 de noviembre de 1924 en las que se presentó una
candidatura alternativa liderada por Robert
M. La Follette que robó el voto a los dos grandes partidos, aglutinando a
varias formaciones políticas, sociales y sindicales (entre ellas recibió el
apoyo del Partido Socialista de América y del Farmer–Labor,
un partido izquierdista que representaba los intereses de los granjeros)
consiguiendo un respaldo de casi cinco millones de votos.
La Follette no era un político desconocido para el
electorado y tenía tras de si una larga carrera como miembro de la Cámara de Representantes de Wisconsin o
gobernador y senador de ese mismo Estado, entre otros muchos cargos.
También se había
sumamente célebre por ser el centro de los ataques verbales, en 1917, por parte
de Theodore Roosevelt, quien lo había acusado de traidor y antiamericano
tras oponerse La Follette a la entrada de EEUU en la Primera Guerra Mundial. El
expresidente se dedicó a verter
una serie de calumnias y difundir noticias falsas (lo que hoy conocemos como ‘fake
news’).
Pero aquel enfrentamiento con Roosevelt no era algo nuevo
entre ambos. En 1912 ambos ya habían pugnado por ser candidatos a la Casa
Blanca en por el Partido Progresista, el cual reunió a representantes salidos tanto
del Partido Republicano como del Partido Demócrata. Tras aquellas elecciones la
formación política se disolvió, volviendo a surgir una década después con el
propósito de presentar la candidatura de Robert M. La Follette para las
presidenciales de 1924.
Con un renovado Partido
Progresista logró aglutinar los apoyos de los socialistas, quienes habían conseguido
913,693 votos en las elecciones
anteriores con el carismático candidato Eugene V. Debs quien debió dejar la política tras los problemas
cardiovasculares que desarrolló mientras estaba cumpliendo una condena en la Penitenciaría
Federal de Atlanta (acusado de traicionar al país al oponerse a la entrada
estadounidense en la IGM) realizando su campaña electoral desde la prisión.
Aunque La
Follette tenía ideas progresistas, estaba algo alejado ideológicamente del
socialismo marxista, pero, a pesar de ello, la cúpula del Partido Socialista de América
(a falta de un mejor candidato propio) prefirió darle todo su apoyo, sabiendo
que al menos defendía unas políticas sociales mucho más izquierdistas que los
candidatos republicano y demócrata, pues ambas formaciones estaban dominadas en
aquellos momentos por candidatos conservadores.
La candidatura progresista de La Follette surgió a raíz de
la denominada como ‘Conference for
Progressive Political Action’ (Conferencia de Acción Política Progresista),
donde también se les unió (aparte de los socialistas) los 16 principales sindicatos ferroviarios del país,
algunos disidentes del Partido Demócrata (descontentos con las políticas
conservadores de la formación) y el Partido
Campesino-Laborista (Farmer–Labor Party), creado tras la entrada en la IGM
de EEUU, la cual perjudicó gravemente, tanto social, laboral y económicamente,
a campesinos y trabajadores.
El conglomerado progresista presentó
la candidatura alternativa para las presidenciales, con el fin de acabar con el
bipartidismo conservador de demócratas y republicanos. Una ambiciosa apuesta que
obtuvo unos grandes resultados (aunque no los esperados) con 4.831.706
votos (16.61%) y quedando en tercera posición en aquella carrera electoral en
la que el gran ganador fue el republicano Calvin
Coolidge con quince millones de votos (54,04%),
quedando el candidato demócrata, John
William Davis, muy alejado (el 28,82%
y ocho millones de votos).
En las siguientes elecciones
(1928) el Partido Progresista ya había sido disuelto y las diferentes
candidaturas (socialistas o Campesino-Laborista)
irían por separado, no obteniendo ni tan siquiera al 1% de los votos.
Pero cuatro décadas más tarde
(en las presidenciales de 1968) volvió a producirse otra sorpresa: George Wallace (Gobernador del Estado
de Alabama por el Partido Demócrata) se presentó como candidato del Partido Independiente Americano, de
ideología de extrema derecha y obteniendo casi diez millones de votos. Pero esa es otra historia que explicaré en un
próximo post.
Fuente de las imágenes: Wikimedia
commons / Library of Congress
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