El 25 de abril de 1960, dentro de su gira por diversas
ciudades de los Estados Unidos, el presidente
de la III República francesa, Charles de Gaulle, llega a la ciudad de Nueva
York. Le acompañaba su esposa Yvonne en un viaje que serviría para estrechar
lazos entre EEUU y Francia, tras casi una década de relaciones algo frías y unos
días antes había estado en la capital del país, Washington DC, viéndose con su
homólogo estadounidense Dwight D.
Eisenhower, con quien había tenido una estrecha relación durante la IIGM.
El matrimonio de Gaulle iba a pasar una semana en suelo
estadounidense, en un viaje que estaba calculado al milímetro para hacer
infinidad de actividades protocolarias y de reafirmación de los lazos de
amistad franco-estadounidenses. En Nueva York les esperaba un gran y multitudinario
desfile por una de las principales avenidas, además de un buen número de actos y
encuentros con importantes personalidades; pero el presidente Charles de Gaulle pidió un pequeño gran favor a los
organizadores: una hora libre para poder reunirse con Eugene Bullard.
Eugene Bullard era
un afroamericano jubilado, de 65 años de edad, que vivía en un apartamento de
Harlem y que había pasado la última década trabajando como ascensorista en el Rockefeller Center y un personaje prácticamente desconocido
para la inmensa mayoría de los estadounidenses ¿qué interés podría tener el presidente
de Gaulle en reunirse con él?
Ni más ni menos que agradecerle personalmente los
valiosísimos servicios prestados a Francia como militar durante la Primera y
Segunda Guerra Mundia. Eugene Bullard
había sido un héroe de guerra que, por su color de piel había sido rechazado por el ejército de los Estados
Unidos y que había luchado en los dos conflictos bélicos como voluntario en la Legión Extranjera Francesa,
también como aviador en las Fuerzas Aéreas francesas e incluso en el Regimiento
de Infantería de este país. También tuvo una destacada función como espía para los servicios secretos franceses,
al dominar perfectamente varios idiomas (inglés, francés y alemán).
Había sido condecorado con todos los honores por el gobierno
francés con una quincena de medallas y las
más altas distinciones que se otorgaban en Francia y, además, tenía tras de
si el mérito de haber sido el primer
piloto de guerra negro (de origen estadounidense). Recibió el apodo de ‘L’hirondelle noire’ (La golondrina
negra). Durante la IGM había llevado
como compañero, en el avión de combate que pilotaba, a un pequeño mono llamado ‘Jimmy’
y que se convirtió en su mascota fetiche.
Tras ser herido durante la IIGM y debido a la ocupación nazi
de Francia, en julio de 1940 fue repatriado a los EEUU, de dónde se había
marchado siendo prácticamente un adolescente, y donde debía empezar una nueva
vida muy diferente a la que había vivido durante sus años de juventud en
Europa.
Eugene Bullard había sido boxeador y artista de espectáculos
circenses en Inglaterra. Posteriormente en Francia trabajó en cabarets
parisinos como animador y músico e incluso llegó a abrir sus propios locales
nocturnos dedicados al jazz, convirtiéndose en un próspero empresario. En la
década de los ‘alegres años 20’ se codeó y entabló amistad con los más célebres
artistas e intelectuales de la época como
Ernest Hemingway, Josephine Baker, Louis Armstrong, F. Scott Fitzgerald o Langston Hughes, entre otros. También
sería dueño de un gimnasio donde acudían a entrenar algunos campeones de boxeo.
A consecuencia de la guerra, sus negocios habían sido destruidos
durante los bombardeos nazis y con el poco dinero que pudo reunir se compró un
humilde apartamento en Harlem. Pero en Estados Unidos no se le recibió ni trató
como él esperaba. Allí era un total desconocido y sus heroicos actos como
piloto durante la guerra no los conocía ni interesaba a los estadounidenses.
Para subsistir tuvo que emplearse como ascensorista en el
Rockefeller Center y en 1954 le llegó una invitación por parte del gobierno
francés para ser uno de los encargados
de encender la llama de la tumba del soldado desconocido bajo el Arco de
Triunfo de París. Pasó un lustro cuando el cónsul francés en Nueva York lo
nombró ‘Caballero de la Legión francesa’,
algo que llamó la atención de algunos periodistas que se interesaron por saber
quién era Eugene Bullard y teniendo su pequeño momento de gloria en una
entrevista que se le hizo en el programa de televisión ‘Today Show’ que se emitía por la NBC y a la que fue ataviado con
su uniforme de ascensorista.
El 25 de abril de 1960 se produciría el viaje a Estados
Unidos del presidente francés Charles de
Gaulle y el interés de éste por encontrarse y saludar personalmente a Eugene
Bullard, declarando públicamente que se trataba de un ‘verdadero héroe francés’.
Un año y medio después (el 12 de octubre de 1961) Eugene
Bullard fallecía víctima de un cáncer de estómago, a los 66 años de edad y
volviendo a estar en más absoluto de los anonimatos. No fue hasta 1989 (28 años
después de su fallecimiento) cuando recibiría el primer homenaje público en
Estados Unidos, siendo incluido su nombre en el ‘Salón de la Fama de la Aviación de Georgia’.
Fuentes de
consulta e imágenes: defense.gouv.fr / blackbooksmatter / nationalmuseum / historynet / georgiahumanities / airandspace / Wikimedia
commons
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