El papa que fue acusado de hacer un pacto con el diablo

image

Hace apenas una década y media se habló incansablemente sobre
lo que ocurriría tras la entrada del año 2000, los efectos negativos que éste
tendría a nivel tecnológico e informático (el tan mencionado ‘efecto 2000’)
y, sobre todo, se discutió hasta lo
impensable sobre cuándo entraba el nuevo milenio: si el 1 de enero de 2000 o de
2001. Estas eran las mayores preocupaciones de nuestra sociedad por aquellos
días (o más bien meses, pues la discusión fue larga y reiterada).

Pero mil años antes la preocupación sobre qué ocurriría en cuanto se llegase al año 1000 era muy diferente. Por aquel
entonces no se planteaban si el milenio cambiaba un año u otro, sino que sus
únicas preocupaciones radicaban en si llegaría el tan anunciado ‘apocalipsis’ o si el
papa de turno era el ‘anticristo’ o no.

Y casualmente, justo en abril del año 999 fue nombrado papa un religioso
atípico y que introdujo una serie de cambios que rápidamente hicieron que fuera acusado de haber hecho un pacto con el diablo.

[Te puede interesar:
Codex Gigas: el enigma de la Biblia del Diablo]

Su nombre secular era Gerbert
d’Aurillac
 y realizó su pontificado como Silvestre II. Fue el primer papa de origen francés y había llegado a Roma
un año antes de la mano del nuevo y joven emperador germano Otón
III
, debido que durante algunos años fue su maestro e instructor espiritual.

Tras ocupar el Trono de San Pedro, el nuevo papa comenzó a
realizar ciertos cambios que no fueron bien vistos por otros miembros de la
curia romana. No se trataba de cambios en la estructura eclesiástica, sino en
la introducción de disciplinas como la aritmética, geometría y astronomía que
dominaba y había aprendido durante sus años de juventud cuando recorrió algunas
poblaciones de la Península Ibérica (estudió en Vic, realizó el Camino de
Santiago y visitó Córdoba y Sevilla, donde entró en contacto con auténticos eruditos
de las ‘ciencias árabes’). Sus inquietudes lo llevaron a inventar, modificar o
intentar mejorar objetos que pudiesen servir para un mejor aprendizaje. Esto hizo
que rápidamente fuese tachado como ‘antipapa’ por parte de aquellos de mente
más cerrada.

A Silvestre II, conocido también con los sobrenombres de ‘papa mago’, ‘papa druida’ o ‘papa sabio’,
se le debe la introducción en el mundo
occidental del ‘cero’ y la adopción de la numeración tal y como la conocemos y
utilizamos hoy en día
, ya que hasta entonces todavía era usado el método de
numeración romano.

Todo esto provocó que con el tiempo fuesen surgiendo
múltiples leyendas urbanas alrededor de Silvestre II que le conferían extraños
poderes y sobre todo una amistad con el mismísimo diablo.

[Te puede interesar: Celestino V, el ermitaño que se
convirtió en Papa
]

Tras su fallecimiento, en el año 1003, también comenzaron a
nacer mitos y leyendas sobre su sepulcro (que se encuentra en la Archibasílica
de San Juan de Letrán
de Roma) como el que indicaba que cada vez que un
pontífice iba a fallecer se escuchaba el extraño crujir de sus huesos y sudaba
abundante agua.

Supercherías alrededor de uno de los papas más sabios y que
quiso compaginar su fe con lo que el estudio de la ciencia le aportó.

Fuentes de consulta: divulgamat2
/ aciprensa