El emprendedor que ganó una fortuna tras el Gran Incendio de Londres de 1666

Cuando ocurre una desgracia que afecta a un gran número de personas (pandemia, desastre natural, incendio, crisis económica global…) siempre hay alguien que sale beneficiado de ello y que sabe sacar un buen rédito económico y comercial del infortunio.

Esto es lo que ocurrió con el londinense Nicholas Barbon, quien a los 21 años de edad ya había cursado dos carreras universitarias (Física y Medicina) y que cinco años después (en 1666) decidió abandonar su profesión médica para convertirse en un próspero emprendedor empresario, inversionista y constructor.

El Gran Incendio de Londres, que tuvo lugar entre el 2 y 5 de septiembre de 1666, cambió todo en la vida del joven Nicholas Barbon, quien vio, a partir de aquel momento, una gran oportunidad para prosperar laboral, social y económicamente.

El devastador incendio, que se originó por un descuido de un panadero (al dejar uno de los hornos encendidos), provocó que más de 13.000 viviendas y comercios acabasen destruidos por las llamas.

Una buena parte de la capital inglesa debía ser levantada de nuevo y Barbon decidió embarcarse en el negocio de la construcción, comprando numerosos terrenos y construyendo nuevos edificios de viviendas y locales para negocios, siendo el impulsor de cómo acabó diseñado el mapa de Londres.

Fue un próspero negocio en el que su intuición y facilidad para negociar, lo llevaron a ganar una fortuna, convirtiéndose en las siguientes décadas en uno de los más prósperos y ricos hombres de negocios londinenses. Esa fama le llevó a obtener importantes contratos con el gobierno inglés, pero también para ser señalado como un especulador.

De la privilegiada mente mercantil de Nicholas Barbon también nació otra brillante idea de negocio que todavía hoy en día sigue en vigor: las pólizas de seguro contra incendios.

En el año 1684, una vez que disponía de un gran número de edificios de su propiedad, llegó la hora de asegurarlos de algún modo ante cualquier contratiempo y desgracia (por ejemplo los incendios, tal y como había ocurrido en 1666). Para ello creó junto a algunos socios un consorcio denominado ‘Insurance Office for Houses’ (Oficina de seguros para casas).

Por aquel entonces el servicio de bomberos era privado en Inglaterra y varias las compañías que se dedicaban a la extinción de incendios, por lo que, dependiendo del tipo de fuego que había que ir a apagar y el cliente que daba la voz de alarma, se cobraba una cantidad económica (también en función de la lejanía, número de efectivos necesitados, etc).

La compañía ‘Insurance Office for Houses’ firmó un contrato en exclusive con una de aquellas compañías de bomberos y si ocurría algún incendio en una vivienda asegurada por estos se debía de avisar única y exclusivamente a aquellos profesionales para que realizaran la extinción del fuego. Por tal motivo y para facilitar las cosas, en cada edificio que había contratado una póliza con la compañía de Nicholas Barbon se le colocaba una placa sobre la entrada principal, en la cual figuraba el número de dicho contrato y así otros bombero que no tuviesen esa exclusiva no podían intervenir. Un método algo enrevesado pero que, puesto en práctica, fue muy efectivo y evitó futuros conflictos de intereses.

A inicios de la década de 1690, Nicholas Barbon también fundó su propio banco (National Land Bank), dedicado a los préstamos hipotecarios y concediendo créditos a aquellas personas interesadas en comprar alguna de sus propiedades. Tuvo tantos clientes que, durante un tiempo, alcanzó más popularidad y beneficios que el propio Banco de Inglaterra e incluso llegó a conceder, en 1696, un crédito de dos millones de libras al mismísimo gobierno inglés, pero esta última operación acabó por dejarlo sin fondos, teniendo que disolver la sociedad bancaria poco después.

Nicholas Barbon ha pasado a la historia como uno de los empresarios con mayor capacidad para los negocios en la historia de Inglaterra.

Fuente de la imagen: Wikimedia commons

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