Cuando poner apodo a los reyes se convirtió en efectivas campañas publicitarias (a favor o en contra)
Numerosos han sido los reyes (y reinas) que han pasado a la historia por algún mote o sobrenombre por el que son recordados y así figuran en los escritos, crónicas y libros que hablan de ellos.
El hecho de poner un mote a un dignatario se ha realizado desde tiempos inmemoriales y casi siempre se hacía con intención de destacar alguna cualidad del gobernante de turno. Normalmente se hacía como un útil y efectivo instrumento propagandístico, con el fin de procurar que el pueblo conociese a su monarca a través de algún rasgo personal y, la mayoría de veces, funcionaba muy bien.
De ahí que encontremos personajes que han pasado a la historia con motes grandilocuentes o totalmente favorecedores hacia su persona: Alfonso X ‘el Sabio’; Fernando III de Castilla ‘el Santo’; Luis I ‘el Bien Amado’; Fernando I ‘el Honesto’; Alfonso V de Aragón ‘el Magnánimo’; Jaime II de Aragón ‘el Justo’; Alfonso IV de Aragón ‘el Benigno’; Felipe IV ‘el Grande’; Felipe II ‘el Prudente’; Luis I ‘el Bien Amado’; …
Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón han pasado a la historia como ‘los Reyes Católicos’, pero este no fue un apodo sino un título que les fue concedido por el papa Alejandro VI, el 19 diciembre 1496, a través de la bula ‘Si convenit’. Sin embargo la hija de ambos, Juana I pasó a ser recordada con el sobrenombre de ‘la Loca’ (comúnmente como ‘Juana la Loca’) y el esposo de ésta como Felipe ‘el Hermoso’, algo muy presente en los sobrenombres a los soberanos en los que normalmente salían más favorecidos los hombres que las mujeres.
Aunque encontramos algunos casos de motes despectivos hacia los reyes (que normalmente eran lanzados desde sectores e intereses contrarios al monarca) como pueden ser Enrique IV ‘el Impotente’; Luis I de Navarra ‘el Testarudo’; Ordoño IV de León ‘el Malo’; Sancho I ‘el Craso’; Pedro I de Castilla ‘el Cruel’; Enrique II de Castilla ‘el Fraticida’; Fruela II ‘el Leproso’, Carlos II ‘el Hechizado’ o José I Bonaparte, que fue conocido como ‘Pepe Botella’.
En algunos reyes también podemos encontrar que hay una dualidad de motes y que poseían dos (o más) que eran acuñados por partidarios o detractores, entre los que encontramos como uno de los casos más llamativos el de Fernando VII, denominado como ‘el Deseado’ por sus seguidores y como ‘el Rey Felón’ por los opositores a su régimen.
Isabel II también recibió varios motes, entre ellos ‘la de los Tristes Destinos’ y ‘la Reina Castiza’, pero también otros totalmente despectivos y que hacían referencia a su insaciable apetito sexual e infidelidades que cometía. Por su parte, su esposo, Francisco de Asís recibió sobrenombres tan despectivos como ‘Doña Paquita’, ‘Paquita Natillas’ o ‘Paquito Mariquito’, que hacían referencia a la supuesta homosexualidad del rey consorte.
Pero cabe destacar que, curiosamente, muchos de los apodos por los que actualmente conocemos a algunos históricos monarcas no fueron acuñados en el momento de sus reinados sino varios años e incluso siglos después, en posteriores revisiones de la historia que se ha ido haciendo y que, según la tendencia o preferencias políticas del historiador de turno, se han difundido y popularizado.
A nivel internacional también encontramos que fuera de España numerosos son los apodos que se les ha ido asignando a célebres reyes y reinas, pero estos os lo explicaré en un próximo post.
Fuente de las imágenes: Wikimedia commons
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