El delincuente que desde la prisión consiguió convertirse en un referente de los derechos penitenciarios

Numerosos son los ejemplos en los que, tras su paso por prisión, algunos criminales han logrado redimirse de sus delitos y redirigir su vida y futuro alejado de los actos delictivos. Y es que ese es el principal objetivo del sistema penitenciario de la mayor parte del planeta, ayudar a que los presos reconduzcan sus vidas, pero es algo que, en la mayoría de ocasiones no sucede.

Por tal motivo, suele llamar la atención aquellos casos en los que algún preso, tras haber cumplido su condena, sale de la cárcel totalmente cambiado, habiendo estudiado alguna carrera universitaria allí dentro, siendo la de abogado una de las que más convictos eligen a la hora de ponerse a estudiar.

Muchas son las ocasiones en las que estos presos se encuentran que el sistema penitenciario es injusto o abusivo con ellos, algo que los motiva para conocer las leyes y poder cambiar las cosas.

Cada época y lugar ha tenido sus diferentes conflictos carcelarios y algunos protagonistas que se han esforzado y luchado por cambiar y mejorar las cosas desde dentro de la prisión.

Uno de los muchísimos casos que hay es el de Martin Ramirez Sostre, un afroamericano de ascendencia puertorriqueña, nacido en Harlem (Nueva York) en 1923 y que tras unos convulsos años de juventud metido en actos delictivos, venta de drogas y peleas callejeras, acabó siendo arrestado en 1952 acusado de posesión de heroína y condenado a cumplir una condena de doce años en prisión.

En sus años de delincuencia y trapicheos en la calle se había salido casi siempre con la suya, pero dentro del centro penitenciario Martin Sostre (como suele ser nombrado) se dio cuenta que era un cero a la izquierda, que su vida tenía muy poco valor allí dentro. La suya y la de la inmensa mayoría de compañeros de prisión, que veían cómo el sistema y los funcionarios eran abusivos con ellos.

Pasó gran parte de la docena de años de la condena metido en la biblioteca de los diferentes centros penitenciarios por los que pasó (Sing Sing, el Centro Correccional de Attica y la Prisión Estatal de Clinton), donde leyó y aprendió sobre leyes, filosofía, derechos humanos, historia y también llegó a sus manos un ejemplar del Corán…

Allí dentro también se acogió a la religión musulmana y vivió la eclosión de los movimientos de liberación afroamericanos, dándose cuenta que tanto las personas de su mismo color de piel como las que profesaban la fe islámica. Estos eran presos considerados de segunda clase y entre otras cosas se les negaba poder reunirse para orar o para hablar de lo que fue bautizado como ‘Nación del Islam’ (organización religiosa y socio-política fundada en 1930 y que hacia finales de la década de 1950 y principios de 1960 obtuvo cierta representación en la sociedad afroamericana).

Fue a partir de ese momento cuando empezó una campaña de concienciación y lucha por mejorar las condiciones de los presos, denunciando casos de abuso por parte de los funcionarios, violación de la privacidad de la correspondencia de los reclusos y el abusivo uso que se hacía del castigo del confinamiento solitario a los que eran sometidos algunos presos y que el propio Martin Sostre sufrió en numerosas ocasiones tras ser señalado como un alborotador.

Desde prisión consiguió que se cambiaran algunas normas y mejorara la vida de algunos presos, logrando que un juez dictaminara que los reclusos tenían todo el derecho y libertad a practicar su religión. Este fue uno de sus primeros grandes logros.

Esa cantidad le sirvió en gran medida para rehacer su vida a partir de octubre de 1964, cuando fue puesto en libertar tras cumplir íntegramente toda la condena de doce años (en aquel momento Martin Sostre contaba con 41 años de edad).

Se trasladó a vivir a Buffalo (Estado de Nueva York) y tras dos años de duro trabajo, en 1966 abrió una librería afroasiática en el que dispensaba libros de temática marxista, maoísta, islámica o de la lucha afroamericana, convirtiéndose en un popular lugar de encuentro y reunión de numerosos jóvenes radicalizados, lo que provocó que la policía y miembros del FBI realizaran constantes visitas al negocio de Martin Sostre.

A penas uno meses después de la abertura de la librería, ésta sufrió un misterioso incendio en julio de 1967, siendo acusado el propio Martin Sostre de ser el causante del fuego, además de imputarle una serie de cargos (como el de reuniones no autorizadas, provocar incidentes y la venta de narcóticos, esta última acusación con el falso testimonio de un delincuente llamado Arto Williams), por lo que fue juzgado y condenado a una pena de 41 años de cárcel.

De nuevo en prisión, retomó la lucha social carcelaria y en los siguientes años protagonizó varios casos en los que ganó demanda contra el estamento penitenciario e importantes personajes (entre ellos al entonces gobernador Nelson A. Rockefeller, que años después sería vicepresidente de los EEUU bajo el mandato de Gerald Ford).

También una jueza le dio la razón respecto al abuso que se hacía de las celdas de castigo y llegó a recibir el propio Martin Sostre una indemnización de 13.000 dólares (de la época) por todos los días que se le había enviado al confinamiento solitario.

En 1973 Arto Williams se retractó de su testimonio, por lo que se inició un proceso de revisión de la condena y varios personajes de gran relevancia social y política pidieron la excarcelación de Martin Sostre, entre ellos el célebre escritor Jean-Paul Sartre (quien una década antes había rechazado el Premio Nobel de Literatura), el filósofo y politólogo Noam Chomsky, el fiscal general Ramsey Clark o el Premio Nobel de la Paz, el soviético Andrei Sakharov.

Finalmente, en 1976, Martin Sostre fue puesto en libertad tras haber cumplido una injusta condena de ocho años. Su vida posterior a la salida de prisión la dedicó, durante un tiempo, a seguir haciendo acción social a favor de los afroamericanos, aunque paulatinamente dejó la parte más radical de su postulado (abandonando las tesis de ‘Nación del Islam’) y hasta llegó a trabajar como asesor de Marie Runyon, una famosa activista que años atrás había sido miembro de la Asamblea del Estado de Nueva York.

Fuente de consulta e imagen: nytimes/ npr/ buffalonian / aaihs/ wikimedia commons

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