Muchas han sido las mujeres que, a lo largo de la historia, se
han dedicado al espionaje, quedando
algunas de ellas en el más absoluto de los olvidos, a pesar de haber protagonizado
grandes y relevantes operaciones. Sin embargo, el nombre de Mata Hari es el que más popular se ha
hecho, siendo muy recurrente el citarla cuando se habla o poner como ejemplo a
una mujer como espía.
Un hecho sorprendente al tener en cuenta que Mata Hari
apenas actuó como espía a lo largo de medio año (entre mediados de 1916 y principios
de 1917, durante la Primera Guerra Mundial), siendo poquísimas las misiones que realizó y, además, de escasa relevancia para la política y
estrategia militar de la época y conflicto bélico.
A pesar de ello, su figura se hizo sumamente popular, convirtiéndose
en todo un icono cultural. Un gran número de películas sobre su vida o
utilizarla como uno de los personajes en novelas, series o cómics, han aupado a Mata Hari a un pedestal de
gloria y fama, el cual no debería ocupar al carecer sus acciones de
relevancia alguna.
Pero, evidentemente, hay un motivo para que, tras su muerte
(fue ejecutada por un pelotón de fusilamiento, tras ser acusada por Francia de
traición) su figura se hiciera mundialmente célebre: el hecho de ser bailarina
de danzas exóticas y orientales y dar una imagen de ‘femme fatale’ (mujer seductora que ejerce sobre los hombres
una atracción irresistible y peligrosa, tal y como se describe este término
en el diccionario).
Nació en los Países Bajos y su verdadero nombre era Margaretha Geertruida Zelle. Pertenecía
a una acomodada familia que le proporcionó buenos estudios, falleciendo su
madre cuando ella tenía quince años y arruinándose el padre (tras una fallida
inversión en la industria petrolera), lo que la llevó a irse a vivir con unos
familiares y optando por contraer matrimonio a los 19 años de edad con un hombre
mayor (que le doblaba la edad), militar de profesión y llamado Rudolf MacLeod, a quien conoció a
través de un anuncio en la prensa.
Tras la boda, la pareja se trasladó a la isla de Java, donde
vivieron siete años y Margaretha dio a luz a dos hijos (falleciendo uno de
ellos tras ser envenenado por uno de los sirvientes). En aquel lugar aprendió
muchísimo sobre la cultura y danza de Indonesia, algo que sería decisivo para
su vida pocos años después, tras regresar a Europa y divorciarse. Mucho se ha
especulado sobre los motivos que propiciaron la ruptura de la pareja, siendo
los de los malos tratos y alcoholismo del marido el que más historiadores
avalan.
Tras la separación (el esposo se quedó con la custodia de la
hija (Louise Jeanne) y Margaretha se marchó a vivir a París (en 1903) donde se
dedicó a posar como modelo de desnudos para algunos pintores de la época, bajo
el nombre de ‘Lady MacLeod’. A punto
de cumplir los 30 años de edad, creó otro personaje, el cual le daría la fama
internacional: su alter ego ‘Mata Hari’.
De la noche a la mañana apareció ataviada con ropas
orientales y haciéndose pasar por una
princesa javanesa, además de bailarina de danza exótica. Causó furor en el
París de principios del siglo XX, actuando en importantes locales nocturnos e
incluso realizando pases privados para los más célebres e importantes
personajes de la época a lo largo de la siguiente década.
Algunos de esos insignes hombres (militares, políticos,
empresarios e incluso algún que otro príncipe) también deseaban tenerla como
amante, por lo que (según consta en numerosas crónicas) ejerció la prostitución
de lujo.
Tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, siguió
actuando en diferentes locales de varias capitales europeas (entre ellos en
España, Francia, Reino Unido, Alemania…), debido a que podía moverse libremente
por el continente al tener nacionalidad neerlandesa (los Países Bajos se habían
declarado neutrales).
El listado de amantes de Mata Hari era extenso y entre ellos
se encontraba, el insigne príncipe
heredero, Wilhelm de Prusia. Esto quería ser aprovechado por la
inteligencia francesa, con el fin de utilizar a la exótica bailarina como espía
(a partir del verano de 1916) y que les pasara información confidencial del prusiano
con el fin de lanzar una campaña de desprestigio contra éste, al que tacharían
de mujeriego, libertino, alcohólico y depravado sexual.
Pero no solo actuó como agente para los franceses, también
lo hizo para los germanos e incluso para los rusos. A lo largo de poco más de
seis meses fue viajando por varias capitales europeas (en plena IGM) e
intercambiando información secreta con unos y con otros, aunque ninguna de
ellas fuese de relevancia.
En febrero de 1917 fue arrestada por las autoridades francesas
en París, acusándola de espionaje. Una de las peculiaridades de esa detención
(que tuvo lugar en una suite del hotel Elysée Palace) fue que Mata Hari se
mostró totalmente desnuda ante los soldados que acudieron al arresto y a
quienes ofreció bombones que colocó en un casco de guerra alemán.
Se juzgó a Mata Hari en julio de aquel mismo año, encontrándola
culpable de traición y condenada a morir frente a un pelotón de fusilamiento.
Una ejecución que tuvo lugar el 15 de octubre de
aquel mismo año y en el que, para redondear más la historia y su personalidad
frívola, se cuenta que lanzó un beso a la docena de soldados que iban a acabar
con su vida.
Los actos de traición por
los que fue acusada y ejecutada no eran de tanta importancia como para haber
obrado así con ella, por lo que tras todo este tema había otros asuntos más
relevantes en Francia (políticos, a nivel de la presidencia de la República) que
nada tenían que ver con Mata Hari pero se la utilizó como cortina de humo,
dándole mucha relevancia mediática con el fin de que los medios no hablaran de
la crisis gubernamental del país y de su presidente.
Los restos mortales de Mata
Hari no fueron enterrados(al no ser reclamados por ningún familiar), sino que
se cedieron para ser utilizados en sus prácticas por los estudiantes de
medicina, siéndole seccionada la cabeza y embalsamada y enviada posteriormente
al Museo de Anatomía de París, donde
sería guardada.
No se sabe el cómo ni
cuándo, pero la cabeza embalsamada de
Mata Hari desapareció del mencionado museo y no se dieron cuenta de ello
hasta el año 2000 (83 años después de su muerte), siendo toda una incógnita
cuál fue su paradero, pudiendo estar (muy probablemente) en las vitrinas de algún coleccionista privado (se sabe que hay un
mercado negro de restos humanos de celebridades).
Fuentes de consulta e
imagen: nypost
/ huffpost
/ lavanguardia
/ strangeremains
/ bbc
/Wikimedia
commons
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