Cuando en España se seguía celebrando el carnaval a pesar de la prohibición franquista

El carnaval, tal
y como hoy en día conocemos, es una antiquísima celebración que ha ido
incorporando a lo largo del tiempo numerosos componentes provenientes de
diferentes fiestas y culturas, acabando en una amalgama de actos que cada
población ha adaptado, remodelado y hecho como propios; de ahí las tan diferentes fiestas de carnaval que
podemos encontrarnos en diferentes puntos del planeta.

Pero, respecto al carnaval y la fecha en la que se celebra,
hay un denominador común en muchos lugares desde la expansión del cristianismo:
la despedida que se hace, en forma de festejo, al consumo de carne (de ahí su etimología) y a la vida licenciosa para
el obligado periodo de penitencia, recogimiento, ayuno y oración de la Cuaresma (cuarenta días).

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A pesar de llevar celebrándose tantísimo tiempo y estar tan
arraigado en las costumbres y cultura de los pueblos, muchas han sido las ocasiones en las que los distintos gobiernos han prohibido la celebración
del carnaval en España
, siendo uno de los periodos más recientes, en el que
se mantuvo tal prohibición, el de los casi cuarenta años de dictadura franquista.

Fue concretamente el 3 de febrero de 1937, en plena Guerra
Civil
, cuando el Gobernador
General
de los sublevados, el general Luis Valdés Cavanilles,
transmitió desde Valladolid la orden circular a todos los Gobernadores civiles que
se encontrasen en zona controlada por el bando nacional:

En atención a las
circunstancias excepcionales porque atraviesa el país, momentos que aconsejan
un retraimiento en la exteriorización de las alegrías internas, que se
compaginan mal con la vida de sacrificios que debemos llevar, atentos solamente
a que nada falte a nuestros hermano que velando por el honor y la salvación de
España, luchan en el frente con tato heroísmo como abnegación y entusiasmo,
este Gobierno General, ha resuelto suspender en absoluto las fiestas de
Carnaval.

Y a estos efectos
encarezco a V.E. tome las disposiciones oportunas para su más exacto
cumplimiento, evitando pueda celebrarse ninguna clase de estas fiestas en días
tan señalados en los que nuestro pensamiento debe estar de corazón al lado de
los que sufren los rigores de la guerra y de los que ofrendan su vida en
defensa de nuestra santa causa de redención.

Esta prohibición no afectó a aquellas poblaciones que
todavía se encontraban bajo control republicano, donde continuó celebrándose el
carnaval durante los dos siguientes años (evidentemente siempre y cuando no
coincidiese con alguna batalla o bombardeo en aquel lugar), por lo que en el país
se pudo vivir de dos maneras muy distintas esas fiestas.

Pero no todas las poblaciones, bajo control de los
nacionales, decidieron hacer caso a la orden del Gobernador General y como en
algunas ocasiones se dice ‘hecha la
ley, hecha la trampa’
: coincidiendo con la ‘Batalla de
Málaga’
(ente el 3 y 8 de febrero de 1937) y la capitulación de la misma
ante las tropas de Franco, hubo algunos lugares donde se realizó el carnaval y
se ‘disfrazó’ la fiesta como si de una
celebración por ese triunfo se tratase, una manera ingeniosa de burlar la
prohibición.

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Tras finalizar la Guerra Civil, el Ministro de la Gobernación, Ramón
Serrano Suñer
, dictó una orden, el 12 de enero de 1940,
resolviendo mantener la prohibición
absoluta de la celebración de las fiestas de carnaval y que
se mantuvo en vigor hasta una vez fallecido
Franco
, tal y como se puede leer en la imagen que ilustra este post y que corresponde
a la página 277 del

Boletín Oficial del Estado (BOE) número 13 del 13/1/1940.

Pero muchas fueron las poblaciones en las que se siguió
haciendo algún tipo de celebración (aunque menos ostentosas) anulando los divertidos
y desmadrados desfiles y transformándolo en fiestas a puerta cerrada que eran
conocidas como ‘baile de máscaras’ y
que se realizaban en viviendas privadas o sociedades culturales.

En otros lugares astutamente se le introdujo un importante componente
religioso (convirtiéndolo en una ‘fiesta
de Ánimas’
donde se incluían misas y ofrendas religiosas) e incluso algunas
con desfile militar incluido. Todo ello hacía que las instituciones que más influencia
tenían en aquel momento (la iglesia y el ejército) dieran el visto bueno o, al
menos, no lo prohibiesen.

Así fue como, a pesar de estar vigente una orden en la que
se prohibía, el carnaval siguió celebrándose en muchas
localidades.

Pero no fue así en aquellos lugares donde se quiso mantener
intacto el espíritu y esencia de lo que representaba para muchos el carnaval, intentando
realizar con sus disfraces y canciones
satíricas (las famosas murgas
o chirigotas) una feroz y
ácida crítica social y política (uno de los componentes fundamentales de este tipo de
fiestas). Ahí es donde el franquismo puso un mayor empeño para que no se
celebrase, realizando redadas y múltiples detenciones de colectivos e
individuos que participaron en ellas.

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