Sin lugar a dudas, uno de los políticos y estadistas más
importantes y polivalentes que ha dado la Historia fue Winston Churchill, quien llegó a ocupar los más altos cargos en el
Reino Unido, entre ellos el de Primer Ministro en dos periodos, responsable de
varias carteras ministeriales, Primer Lord
del Almirantazgo (e incluso llegó a ganar el Premio Nobel de Literatura).
Famosas fueron sus decisiones políticas y militares durante
la Segunda Guerra Mundial (posiblemente
el periodo en el mayor popularidad y poder alcanzó), pero en su meteórica ascensión
hacia el éxito que llegó a obtener hay un momento -varias décadas atrás- en el
que un acto (de orden público, tal y como lo calificó el propio Churchill) fue terminante
para que su carrera política fuera imparable.
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En 1910, con 36 años de edad, Winston Churchill
fue nombrado Ministro del Interior (tras una década dedicándose activamente a
la política) y hacia finales de ese mismo año se produjo un hecho delictivo
tras el que tuvo que tomar una serie de drásticas y contundentes decisiones.
La madrugada del 16 al 17 de diciembre en la comisaría de
policía del conflictivo y marginal barrio
londinense de East End se presentó un vecino alertado por unos fuertes
golpes que escuchaba en una vivienda continua a la suya.
Una dotación policial se personó a la dirección facilitada
(en la calle Houndsditch) y tras llamar a la puerta del inmueble les atendió un
ciudadano extranjero que no sabía expresarse en inglés. Un par de agentes
accedieron al interior de la vivienda, recibiendo varios tiros.
Por aquella época los ‘bobbies’
(policía londinense) no portaban armas de fuego, tan solo porras, motivo por el
que no pudieron repeler el ataque. Varios hombres salieron del edificio a toda
prisa y consiguieron huir; no sin antes seguir disparando varias ráfagas de
tiros, lo que provocó que tres agentes de policía murieran y unos cuantos
quedaran heridos.
Tras las inmediatas investigaciones, se pudo determinar que
el ruido que había alertado al vecino y llevado a la policía hasta aquel
inmueble se debía al butrón que habían hecho los inquilinos de la vivienda para
acceder a una joyería contigua y robar las joyas, valoradas en miles de libras
esterlinas.
Pero un chivatazo también les proporcionó varios datos
fundamentales para descubrir que se trataba de una banda compuesta por varios
anarquistas letones. Uno de ellos, George Gardstein,
parece ser que fue accidentalmente herido por la bala de uno de sus compañeros.
Una herida que le provocó una fuerte hemorragia y por la que se tuvo que llamar
a un médico particular. Gracias a ello la policía pudo determinar la autoría del
crimen de sus tres agentes (lo cual se había convertido en uno de los dramas
nacionales más importantes de las últimas décadas).
Dieron con el escondite en el que se encontraba George
Gardstein, a quien ya hallaron sin vida y tras averiguar dónde estaba el resto
de la banda, se trazó un plan para atraparlos que estuvo dirigido en todo
momento por, el flamante y recién nombrado ministro, Winston Churchill.
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El 3 de enero de 1911, tras averiguar que el resto de los
anarquistas letones se escondían en una vivienda en el número 100 de la calle Sídney
(también en el barrio de East End) se dispuso un plan de ataque, por lo cual se
dotó (de forma extraordinaria) a los agentes de policía con fusiles (aunque no
había armas para todos ellos) y también se solicitó la presencia de una
dotación militar (que acudió desde la Torre de
Londres).
Cuando se disponían a realizar el asalto al inmueble, los
anarquistas (que se encontraban atrincherados en el interior) empezaron a
disparar a diestro y siniestro. Aunque eran un reducido número de hombres, su
manejo de las armas y la posición que tenían respecto a los asaltantes era
mucho mejor, por lo que la espera para acceder al interior se alargó durante más
tiempo del deseado.
Churchill se encontraba en primera fila. Dando órdenes y
dirigiendo la misión. Era su momento de gloria y estaba convencido que si el
plan funcionaba bien su carrera política sería imparable. Estaba convencido que
se convertiría en un héroe si conseguía atrapar a los culpables de los tres
agentes de policía asesinados. En las últimas semanas, a través de los
periódicos, los ciudadanos londinenses habían exigido la captura de los
asesinos.
Pero durante el devenir del intercambio de tiros entre los
anarquistas y las fuerzas de seguridad, se produjo un incendio en el interior
de la vivienda (algunas crónicas apuntan que fue fortuito y otros causado a
propósito por orden del propio Churchill).
Alguien avisó a los bomberos, presentándose rápidamente un
coche para sofocar el fuego. Pero Winston Churchill mandó no intervenir, ya que
estaba convencido que el incendio acabaría obligando a salir a los criminales.
Pero no fue así y éstos resistieron todo lo que pudieron en
el interior, hasta que fallecieron víctimas del incendio.
Cuando la policía accedió al interior de la vivienda
Churchill los acompañó, pues quería aparecer en las fotografías de aquel
histórico momento, ya que un gran número de periodistas se desplazaron hasta
aquel lugar e incluso había una cámara cinematográfica que recogió gran parte
de los sucedido.
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Tras acceder al interior pudieron comprobar que de los tres
anarquistas que se suponía que debían haber allí dentro solo se encontraba el
cuerpo sin vida de dos de ellos y que un tercero, Peter Piatkow (apodado como ‘Peter the painter’ y presumiblemente
el cabecilla) se había esfumado.
Tras el asedio de la calle Sídney, la prensa (al igual que la
opinión pública) se dividió entre los que alabaron el trabajo de la policía y,
sobre todo del ministro Churchill, y los que criticaron ferozmente la
operación.
El propio Winston Churchill (quien tenía un hábil manejo literario
y periodístico) publicó un artículo en la prensa donde daba debida cuenta de
toda la acción emprendida y decisiones tomadas, relatándolo como si de una
heroica operación se hubiera tratado.
Sobre el paradero de Peter Piatkow jamás
se supo. Incluso hubo quien cuestionó su presencia y participación en los actos
delictivos. Por su parte, la carrera política de Churchill no dejó de ser
meteórica, siendo nombrado poco tiempo después Primer Lord del Almirantazgo, el
cargo militar más alto e importante dentro de la marina británica.
Fuentes de consulta e imágenes: historic-uk
/ tiempodehoy
/ Wikimedia
commons / winstonchurchill.org
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médica]