En el transcurso de la Historia mucho son los hechos significativos que han ocurrido en diversas partes del planeta un 11 de septiembre y que se han convertido en objeto de conmemoración y recuerdo: los atentados del 11S en Estados Unidos, el golpe de estado en Chile de 1973 o el asedio y posterior capitulación de la ciudad de Barcelona en 1714.
Y es este último hecho el que centrará la entada de hoy en ¡QUÉ HISTORIA!, desde la que quiero explicar, de una manera objetiva y sin entrar en controversias, porqué y qué se conmemora en la Diada del Once de Septiembre que se celebra anualmente en Cataluña.
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Tras el fallecimiento el 1 de noviembre 1700 del rey Carlos II , se planteó una complicada cuestión de sucesión, al no dejar éste descendiente directo alguno que heredase el trono. Los miembros de la Casa de Habsburgo, a la que pertenecía el linaje familiar, vieron en el archiduque Carlos de Austria un sucesor válido, pero se encontraron con que el monarca fallecido había expresado su deseo de transferir la sucesión a su sobrino-nieto Felipe de Anjou, perteneciente a la Casa de Borbón.
Este conflicto de intereses entres distintas casas reales europeas es el que dio paso a la Guerra de Sucesión Española y que tuvo lugar entre 1701 y 1713, aunque a lo largo de un par de años más (1715) acontecieron una serie de importantes batallas y asedios.
Durante la guerra, Felipe de Anjou contó con el apoyo de Francia (su país de origen), Baviera y un importante sector español que apoyaba la coronación del Borbón. Por su parte el archiduque Carlos tuvo el apoyo de Austria, Inglaterra, Holanda, Saboya, Prusia, Portugal y la Corona de Aragón.
El fin de la Guerra de Sucesión llegó con la firma de los famosos Tratado de Utrecht en 1713 (el mismo por el que Gran Bretaña recibió las colonias de Gibraltar y Menorca –esta última recuperada tiempo después-) y Tratado de Rastatt en 1714.
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Con la firma de estos tratados no solo reconocía a Felipe V como nuevo rey de España, sino que concedía una serie de privilegios, acuerdos y prebendas incluso a las parte beligerantes que fueron contrarias a la llegada del Borbón, exceptuando a las tierras pertenecientes a la Corona de Aragón (Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca) a las que decidió infligir un duro castigo por el apoyo incondicional que dieron al archiduque Carlos.
Cataluña no quiso reconocer al rey Borbón, manteniendo su firme lealtad al Habsburgo, a pesar de que éste se benefició de los tratados firmados (y fallecimiento de su hermano) y fue coronado como emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico.
A pesar de ello el Principado de Cataluña seguía firme en su oposición a Felipe V y se libró una guerra que comenzó en julio de 1713. El nuevo monarca decidió poner fin a esta situación enviando un contingente de 40.000 hombres y barcos de guerra al mando del mariscal James Fitz-James, ordenando el asedio y posterior capitulación de la ciudad de Barcelona que aconteció tras una cruenta batalla que tuvo su colofón final el 11 de septiembre de 1714.
Rafael Casanova, Conseller en Cap (cargo que podría equipararse al de Primer Ministro) encabezo fervientemente la contienda por parte de los catalanes, siendo la máxima autoridad política y militar.
A pesar de que antes del asalto final eran conocedores del gran potencial militar del ejército borbónico y se les llegó a ofrecer una rendición pactada, Casanova encabezó una admirable defensa de la ciudad de Barcelona, luchando con coraje, valentía y orgullo.
Es precisamente ese acto el que llevó a destacar tal heroica actitud de los ciudadanos catalanes y su ‘Conseller en Cap’, convirtiendo esa derrota en un símbolo y conmemoración de una lucha por volver a conseguir algún día esas libertades que se perdieron.
En el siglo XIX un grupo de ciudadanos, políticos e intelectuales quisieron recuperar la figura de Rafael Casanova como símbolo de la cultura y lengua catalana, siendo poco a poco adoptado también por sectores más nacionalistas, cuyas aspiraciones eran las de poder llegar a tener un estado catalán propio, algo que se llevó a cabo en 1931 por el entonces Presidente de la Generalitat, Francesc Macià, quien proclamó la República Catalana, siendo obligado por el gobierno central a desdecirse y reconducirlo hacia una autonomía.
Lluis Companys, su sucesor en el cargo, lo intentó de nuevo en 1934 proclamando el 6 de octubre el ‘Estat Català’ dentro de la República Federal Española. Nuevamente las aspiraciones soberanistas de Cataluña no triunfaron, quedando siempre como símbolo de esa lucha la figura de Rafael Casanova y el once de septiembre.
Tras la Guerra Civil y posterior periodo de cuatro décadas de dictadura franquista, la democracia devolvió muchas de las libertades que deseaban y aspiraban desde Cataluña, pero el proyecto de convertirse en una nación (sea independiente de España o dentro de una federación de estados) siempre ha planeado, siendo mucho más evidente en estos últimos años, en los que parece haberse desquebrajado buena parte de la relación de cordialidad que existía entre Cataluña y las instituciones del gobierno central.
Con el paso de los años el Once de Septiembre ha convertido la ‘Diada’ en una jornada cada vez más reivindicativa, portando banderas ‘esteladas’ símbolo de la independencia y aspiraciones soberanistas que cada vez son más apoyadas por parte de los ciudadanos catalanes.
Fuente de las imágenes: joanjo_aguar_matoses (Flickr) / Wikimedia Comons 1 / Wikimedia commons 2