A lo largo de 238 kilómetros se extiende la zona desmilitarizada que sirve como frontera física para separar a las dos Coreas. Un lugar que a lo largo de las últimas seis décadas se ha convertido en uno de los puntos de mayor tensión internacional, debido a los continuos conflictos que han ido surgiendo entre el norte y el sur.
El ‘Paralelo 38’, como también es conocida la zona, ha vivido grandes momentos de tensión, la mayoría de ellos provocados por la poca flexibilidad a la hora de negociar por parte del gobierno norcoreano.
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Tras el fin de la guerra que mantuvieron ambas Coreas con la participación de EEUU aliada con el sur y la República Popular China y URSS apoyando al norte, ese punto geográfico se convirtió en uno de los más peligrosos y de mayor tensión de todo el planeta, sobre todo durante el periodo que duró la Guerra Fría.
De todos los hechos singulares (y a veces rozando lo hilarante) que han hecho saltar chispas en las relaciones diplomáticas entre ambas naciones a uno u otro lado de esa frontera, una de las que se lleva la palma es el episodio acontecido el 18 de agosto de 1976 y que pasó a la historia como ‘el incidente del hacha’.
Justo en la mitad norte de esa zona desmilitarizada (de 4 kilómetros de ancho, por los 238 de largo que ya he comentado) se encuentra ubicada la ciudad modélica de Kijŏng-dong. Para sus vecinos del sur no deja de ser una ciudad fantasma o ‘Pueblo de la Propaganda’ como ellos la llaman, debido a que (según aseguran) todo lo construido es pura fachada propagandística.
Sin embargo, los norcoreanos hablan de Kijŏng-dong como un lugar modélico y orgullo de la patria al que llaman ‘Pueblo de la Paz’.
A muy poca distancia de la entrada de esta ciudad se encontraban unos frondosos álamos que habían sido plantados por el propio Kim Il Sung, padre y líder de la patria norcoreana.
El problema fue que uno de esos árboles dificultaba la visibilidad del puesto de control del lado de Corea de Sur.
Se había pedido previamente un permiso especial a los norcoreanos para que autorizasen la incursión en parte de su territorio de los enviados para realizar el podado del álamo. Al venir la petición por parte de la ONU, Corea del Norte aceptó a regañadientes que se podase la copa del árbol y se pactó un día y hora concreto.
Pero unas lluvias imprevistas hicieron que se retrasase una semana, sin haber comunicado desde Corea del Sur el cambio de planes, por lo que, el mencionado 18 de agosto, un grupo de obreros fueron hasta el punto en el que se encontraba el árbol en cuestión.
Habían sido enviados por el gobierno y acompañados por varios miembros del ejército norteamericano que velaban por la seguridad de la zona dentro del contingente de las Naciones Unidas.
Los obreros iban provistos con un hacha (de ahí que acabase conociéndose como el ‘incidente del hacha’) y el propósito era simplemente podarlo, con el fin de facilitar una buena visibilidad a los vigías de las fuerzas de paz situados en la parte sur de la frontera.
Pero claro, no contaban con que los norcoreanos no habían autorizado dicha incursión para ese día concreto, sino para una semana antes, por lo que salió un grupo de soldados a impedirlo.
Ambos grupos se encontraron en el punto neutral de la frontera y tras una primera discusión verbal pasaron a un rifirrafe físico, para acabar abriendo fuego los norcoreanos, con la mala suerte que dichos disparos se saldaron con la muerte de dos de militares norteamericanos (un soldado y un capitán).
Este singular hecho abrió una brecha en la complicadísima relación que existía, ya no solo entre ambas Coreas, sino que intervinieron los Estados Unidos como parte principal afectada y la Unión Soviética como nación protectora de los intereses de Corea del Norte.
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Los norcoreanos aprovecharon para difundir a través de los medios de comunicación una información totalmente sesgada y lejos de los hechos que realmente sucedieron, echando la culpa al contingente surcoreano y, sobre todo, norteamericano, de lo ocurrido, acusándolos de haber invadido parte de su territorio con el propósito de talar los árboles que años atrás había plantado el líder Kim Il Sung, por aquel entonces Jefe del Estado.
El malentendido provocó unos días de máxima tensión y EEUU vio un insulto y ultraje el comunicado realizado por Corea del Norte y el asesinato de dos de sus hombres, por lo que se elaboró un plan para acceder y talar definitivamente el árbol, como una prueba de fuerza y poder. Lo bautizaron como ‘Operación Paul Bunyan’ (en honor a un célebre y legendario leñador, muy popular en el folklore popular norteamericano).
A las siete de la mañana del 21 de agosto un gran contingente de hombres y vehículos militares accedieron hasta el punto donde se encontraba el árbol de la discordia, talándolo mientras los norcoreanos se mostraron impasibles y no atacaron en esta ocasión.
Se había desaconsejado repeler tal incursión, debido a que eso provocaría un conflicto bélico de graves consecuencias. Los ánimos se calmaron y aunque durante un tiempo las relaciones fueron muy tensas, se consiguió superar esta crisis diplomática. Una más de las muchísimas que se produjeron durante los años de la Guerra Fría.
Fuentes de consulta: f-106deltadart / “300 lugares de verdad que parecen de mentira” de Sergio Parra