La joven parricida francesa que en 1933 acaparó más atención de la prensa que el mismísimo Adolf Hitler

Desde que el 30 de enero de 1933 fuese nombrado canciller de
Alemania, Adolf Hitler apareció casi
a diario en las portadas de la mayoría de los periódicos de todo el continente
europeo hasta que un parricidio cometido por una joven muchacha francesa en
agosto de aquel mismo año acaparó la atención de la prensa internacional. Fue
tal la repercusión mediática de este crimen que incluso hubo quien se atrevió a
bromear a través de una viñeta que el propio Führer andaba enfadado porque la
gente hablaba más de Violette Nozière
(nombre de la asesina) que de él.

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Y es que el
parricidio de la calle Madagascar de París
(como muchos periodistas de la
época bautizaron al affaire) se
convirtió el verano de 1933 en la noticia de sucesos más importante
y
comentada de toda la década en Francia.

La joven Violette era la única hija de un modesto matrimonio
(el padre, Baptiste, trabajaba como
ferroviario y la madre, Germaine,
ama de casa) que vivió la mayor parte de su vida sobreprotegida por sus
progenitores, quienes ejercieron una gran influencia hacia la muchacha, aunque
le procuraron los mejores estudios posibles (a pesar de ser de clase
trabajadora).

Siendo adolescente se cansó de ese férreo control parental
decidiendo llevar una doble vida a escondidas de sus padres. Mientras estos
creían que su hija acudía a las clases del prestigioso Lycée Fénelon la joven prefería pasar sus tardes en los bares y
salas de fiestas del Barrio Latino, donde se juntó con los personajes más
sórdidos que se movían por la Ciudad de
la Luz
.

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En 1931, con tan solo 16 años de edad, le proponen posar desnuda para unas fotografías
eróticas
, una forma de ganar fácilmente dinero y poder llevar su disoluta vida que la precaria economía de su
familia no le permitiría y también vio como una rápida fuente de ingresos el ejercer la prostitución.

A raíz de esos encuentros sexuales contrajo la sífilis y, a
mediación de un médico al que conocía de su doble vida, consiguió hacer creer a
sus padres que se trataba de una enfermedad hereditaria, motivo por el que se
prescribió medicación a los progenitores.

Cuando tenía 18 años, durante la primavera de 1933, tras enamorarse
perdidamente de un joven estudiante universitario con quien quería marcharse a
vivir, Violette decidió envenenar a sus padres, haciéndoles tomar un brebaje
que dijo que se trataba de una nueva medicación para la enfermedad que
padecían.

En realidad era un somnífero llamado somenal con el que los durmió y a medianoche prendió
fuego al pequeño piso que vivían en la calle Madagascar. Alertados por el humo
los vecinos avisaron a los bomberos que rescataron al matrimonio Nozière
(algunas fuentes indican que quien alertó a los vecinos fue la propia Violette
creyendo que sus padres ya estaban muertos).

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Tras su fracasado intento de parricidio la joven volvió a
intentarlo cinco meses después y el 21 de agosto les dio una dosis mucho mayor
de somenal y acto seguido abrió la llave del gas. Esta vez se salió con la suya
y su padre falleció pero la madre tan solo había quedado inconsciente.

Tras las investigaciones policiales se pudo determinar que
se trataba de un flagrante caso de parricidio y se ordenó detener a la joven Violette
Nozière, saliendo la noticia en la portada todos los periódicos.

El diario Paris-Soir llevó la noticia incluyendo
fotografías, algo casi inusual para la época, ya que hasta entonces era común
publicar ilustraciones de los sucesos. Esto hizo llamar todavía más la atención
de los lectores, que siguieron con interés el asunto.

Miles fueron los ejemplares vendidos en el que se mostraba
en portada y con un buen número de fotografías el momento de la detención de Violette
Nozière por parte de la policía. También salió a la luz toda la sórdida doble
vida que había estado llevando la muchacha.

A lo largo de los siguientes meses centró el caso  del parricidio de la calle Madagascar ocupó la
mayoría de las portadas, no solo de la prensa francesa sino también de la
internacional, dando lugar a que muchos eran los días en los que se hablaba más
de Violette que de Hitler, tal y como explico al inicio de este post.

El horrible asesinato que cometió hizo que la muchacha tuviera
en contra a toda la opinión pública, que pensaba que el peor crimen que alguien
podía cometer era matar a su propio padre.

No se sabe si asesorada por la defensa de su caso, Violette
confesó a la policía que había matado a su progenitor harta de que su padre
abusara sexualmente de ella desde que era una niña. Un argumento que no se sostenía
y que la propia madre desmintió categóricamente.

Esta confesión hizo repuntar algo de popularidad ya que
muchas fueron las mujeres que escribieron al juez diciendo que ellas también
habían sido víctimas de abusos incestuosos de sus propios padres y que
entendían perfectamente el mal trago por el que pasaba Violette y el porqué de
su asesinato.

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Esto dio más bombo al asunto en la prensa  y en octubre de 1934, tras el inicio del
juicio, este se convirtió en el acontecimiento de la década, creando gran
expectación.

Finalmente el jurado (compuesto únicamente por hombres
padres de familia) la encontró culpable y se le condenó a la pena de muerte,
pero en diciembre de aquel mismo año el presidente de la república le concede
la conmutación por la de cadena perpetua de trabajos forzados.

Un década después, en 1945, le sería concedido el indulto por
parte de Charles de Gaulle (por aquel entonces presidente del gobierno
provisional a consecuencia de la IIGM) y vivió en libertad hasta su
fallecimiento veintiún años después (1966), tras haber rehecho  su vida y formado una familia a los 51 años de
edad. En 1968 fallecería su madre Germaine, con quien ya había hecho las paces
y pedido perdón años atrás.

Fuentes de consulta e imágenes: murderpedia /
lemonde
/ nytimes
/ criminalia / Wikimedia
commons
/ Hemeroteca
La Vanguardia