El ‘Monstruo de Londres’, el agresor del siglo XVIII que atacaba a las mujeres clavando un pincho en sus nalgas

El reciente
asesinato de Sarah Everard, una
joven londinense de 33 años, a manos de un policía
, ha vuelto a poner en la
calle el grito y protesta de miles de ciudadanos (sobre todo mujeres) que se
quejan de la creciente violencia
machista
a la que se están viendo sometidas y la indefensión total que
siente al comprobar que entre los cuerpos de seguridad (que deberían velar por
ellas) también se encuentran los agresores.

El tema de las continuas
agresiones a las que se ven sometidas miles de mujeres de todo el planeta
,
es algo que viene de lejos y por muchas políticas para combatirlas que se
realicen, siguen padeciéndolo.

A lo largo de la historia podemos encontrarnos con numerosísimos
casos en los que perversos personajes se dedicaron a agredirlas, siendo uno de
ellos el acontecido durante el siglo
XVIII y cuyo agresor fue bautizado como el ‘Monstruo de Londres’
.

Debemos situarnos en Londres, en el año 1788, en el que las autoridades
de la ciudad reciben varias visitas en las que diferentes mujeres,
pertenecientes a familias acomodaras, denuncian haber sido víctimas del ataque
por parte de un desconocido mientras paseaban por la ciudad.

Las víctimas (sin relación entre ellas y residentes en
diferentes barrios de la capital londinense) explicaban cómo un hombre
corpulento se les acercaba y tras ofrecerles un ramo de flores (no en todos los
casos) acababa pinchándoles en las
nalgas
con algún utensilio puntiagudo (como un alfiler o un estilete).

En algunas ocasiones lo que hacía el agresor era acercarse
gritando improperios y obscenidades, lo cual dejaba desconcertada a la dama y
momento que aprovechaba aquel individuo para realizar lo que llegó a conocerse
como ‘piquerismo’ (penetrar la piel de otra persona con objetos
punzantes).

A lo largo de dos años,
hasta mediados de 1790, el agresor atacó a docenas de mujeres y rápidamente fue
apodado como ‘Monstruo de
Londres’
. Lo curioso es que numerosas y diferentes fueron las técnicas
utilizadas por éste, lo que ha hecho pensar a lo largo de los más de dos siglos
transcurridos de que podría haberse tratado de varios individuos diferentes quienes
realizaron dichas agresiones.

En algunas ocasiones la técnica de ataque del piquerista era regalando un ramo de flores en los que se ocultaban varios alfileres y que al
invitar a oler provocaban pinchazos en la nariz y rostro de la víctima. Otras
veces llevaba los objetos punzantes atados
en el zapato o la rodilla
, dando una patada
o rodillazo a la nalga o muslo de la mujer agredida
. También lo hacía
manualmente, a través de pinchar con algo que llevaba en la mano e incluso
varios fueron los casos en los que, con
un estilete, rasgaba el vestido de la dama
agredida por la parte trasera y de
cintura hacia abajo.

Las numerosas mujeres agredidas por aquel monstruo relataban
diversas situaciones. Lo curioso es que el estado de shock en el que quedaban
tras el ataque les provocaba que la mayoría pudiesen ser capaces de acordarse
del aspecto del agresor, por lo que dificultó enormemente la localización y
captura.

Finalmente, una de aquellas victimas (llamada Anne Porter) pudo identificar al hombre
que la había agredido. Ocurrió el 13 de junio de 1790 y tras reconócelo, la
joven Anne indicó a su acompañante que un tipo que iba paseando por Green Park
era el mismo que unos días atrás la había atacado.

El acompañante de Anne Porter (llamado John Coleman) siguió a aquel hombre y lo llevó frente a las
autoridades. El inculpado era un joven de 23 años de edad llamado Rhynwick Williams que en todo
momento negó ser responsable de tales agresiones.

Se trataba de un bailarín de ballet de origen galés que en
aquel momento se encontraba sin empleo, al haber sido despedido después de ser
acusado de cometer un robo en el mismo teatro donde trabajaba. Ese incidente
fue en contra del acusado, debido a que desde entonces malvivía en una posada y
frecuentaba malas compañías del inframundo londinense.

Un tribunal lo juzgó (en dos ocasiones, debido a que el
primer juicio tuvo que ser anulado) y los testigos que por la sala del juzgado pasaron
para declarar dieron versiones contradictorias e incluso un buen número de las
víctimas no fueron capaces de reconocer si realmente Rhynwick Williams era el
hombre que las había agredido.

A pesar de las múltiples
contradicciones y falta de evidencias
(el acusado tenía coartada para la
mayoría de días en las que supuestamente atacó a alguna mujer), el tribunal lo declaró culpable, siendo
condenado a pasar seis años en prisión.

Numerosos son los expertos e historiadores que señalan la
inocencia del joven Rhynwick Williams y que éste nada tuvo que ver realmente en
el caso del ‘Monstruo de Londres’. Hay quien apunta que la acusación del joven
fue realizada falsamente por Anne Porter, quien contrajo matrimonio con el
mencionado John Coleman tras haber cobrado la suculenta recompensa de 100 libras que
las autoridades ofrecieron por la captura del agresor (al cambio, en la
actualidad esa cantidad rondaría las 8.000 libras).

Esa elevada recompensa había
provocado que se organizaran numerosas patrullas ciudadanas en busca del
agresor y muchas fueron las ocasiones en las que se atrapaba y presentaba ante
las autoridades a individuos que nada tenían que ver con el asunto, provocándose
incluso linchamientos de personas
inocentes al intentar retenerlas como presuntos culpables
. La prensa de la
época tuvo mucha responsabilidad de que eso ocurriera, debido a que se dedicó a
publicar sensacionalistas artículos que alarmaban a la población ayudando a
provocar el caos entre los ciudadanos londinenses.

Muchos son los indicios que
llevan a pensar que las agresiones por parte de un piquerista (o varios) no fue
un número sumamente elevado (quizás una decena), pero, muy probablemente, se
produjo una especie de histeria
colectiva
en la que se realizaron más denuncias que casos reales hubo,
aunque cabe destacar que la sociedad
masculina inglesa de la época era mayoritariamente misógina
, siendo muy
común cualquier tipo de ataque hacia las mujeres.

Lo único que sí fue evidente
es que, tras la captura de Rhynwick Williams y durante los seis años que
pasó en prisión, apenas se produjeron casos de agresiones de ese tipo en
Londres (en muy contaras ocasiones y muy aisladas), lo que da algunos indicios
sobre la posible culpabilidad del joven en ese asunto. Fue puesto en libertad
en 1796 y a partir de entonces se le perdió toda pista sobre su posterior vida.

Fuentes de consulta e imagen: dailymail
/ strandmag / walesonline
/ brecon-radnor
/ Wikimedia
commons

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