El alcalde que creó una moneda complementaria gratuita y logró frenar la crisis en su población
Vivimos en una época en la que se le está dando una especial importancia a la economía colaborativa y la creación de criptomonedas con el fin de acabar con la especulación, abuso y usura en ciertos sectores económicos de la sociedad (entre ellos el bancario o de ciertas empresas multinacionales).
Pero a pesar de lo novedoso que puede parecer no es algo que haya surgido recientemente (a excepción de que hoy en día se utiliza la digitalización informática para ello), encontrándonos que mucho tiempo atrás ya se pusieron en marcha otras iniciativas (algunas con grandes resultados).
Entre los numerosos casos está el llamado ‘milagro de Wörgl ‘, que tuvo lugar hace exactamente nueve décadas (en junio de 1932) y en el que, Michael Unterguggenberger, alcalde de la pequeña población austriaca Wörgl, situada en el Tirol, tuvo la genial idea de crear una moneda complementaria y gratuita con el fin de reactivar la economía local y frenar la creciente crisis económica que se estaba viviendo en aquellos momentos.
A inicios de 1930, Wörgl contaba con una población de poco más de 4.000 habitantes y hasta pocas décadas antes había gozado de una pequeña pero muy solvente industria dedicada al cemento y la celulosa. La Primera Guerra Mundial, caída del Imperio austrohúngaro y la posterior crisis económica de 1929 que afectó prácticamente a todo el planeta y Wörgl no fue ninguna excepción.
Michael Unterguggenberger fue escogido alcalde de la población en 1931, por el Partido Socialdemócrata, teniendo que lidiar con las graves consecuencias económicas que la crisis estaba provocando en la economía local y trató de encontrar soluciones.
Se dio cuenta que, desde que se había iniciado la crisis, el dinero no circulaba, quedando retenido por grupos y personas que especulaban con el mismo, provocando que los bancos tuviesen que emitir más papel moneda y con ello creando un estancamiento económico y la devaluación de la divisa nacional, tal y como ya había ocurrido en países vecinos como Alemania, en el que, una década antes (durante la República de Weimar) con el endeudamiento del país germano el dinero perdió valor (devaluó) encontrándose con ejemplos como que de la noche a la mañana el pan pasó de costar un marco a tener que pagar por una barra alrededor de dos cientos mil millones de marcos.
Unterguggenberger quería a toda costa evitar que esto ocurriese en Austria y más concretamente en su pequeña, pero emergente, población de Wörgl. Para ello estudió las diferentes opciones y alternativas que los más destacados economistas de la época iban dando para sobrevivir a las crisis económicas, estancamiento de las divisas y devaluación de estas, que estaban llevando a la ruina a numerosas naciones.
Entre la amalgama de documentos e informes que analizó, Michael Unterguggenberger dio con el publicado por el economista germano-argentino Johann Silvio Gesell, quien apostaba por la creación de un dinero alternativo, gestionado por colectivos específicos y que forzaría a la circulación de éste, evitando el estancamiento y las correspondientes crisis económicas (muchos son quienes ven en la propuesta de Gesell la semilla que germinó en el sistema de las actuales criptomonedas).
Consistía en un billete, libre de interés, que iba perdiendo valor según pasaba el tiempo, lo que hacía que éste no se quedara en manos de nadie, sino que circulase, por lo que se generaba un flujo en la economía local.
Dicho experimento fue aprobado por el consistorio municipal, presidido por Michael Unterguggenberger, el 8 de julio de 1932, y a lo largo de los trece meses, en el que estuvo en vigor el conocido como ‘Wörgl Schilling’(Chelín de Wörgl), se convirtió en todo un éxito, reactivando la economía de toda la región y descendiendo las tasas de desempleo del 21 al 15 por ciento. También aumentó considerablemente los ingresos en las arcas municipales, así como desapareció la precariedad en la gran mayoría de habitantes, además de volver a activarse la industria del cemento y la celulosa.
Los Wörgl Schilling llevaban unas casillas que debían de ir siendo selladas mensualmente y si pasaba cierto tiempo sin haberse usado se penalizaba, además de devaluarse el que no se gastaba. El dinero se movía, los consumidores gastaban y compraban y la economía se recuperó en el año en el que estuvo en vigor.
Este hecho fue conocido como ‘el milagro de Wörgl’ y muchas son las regiones y países de otros puntos del planeta que copiaron la fórmula.
Pero, tal y como suele suceder con este tipo de iniciativas, había una parte de la sociedad austriaca que no estaba de acuerdo con este método de economía libre y concretamente los responsables del Banco Nacional de Austria (Oesterreichische Nationalbank) interpusieron una demanda judicial con el fin de que un juez pusiera fin al ‘milagro de Wörgl’ y el tribunal supremo responsable de la jurisdicción administrativa del país puso fin a los Wörgl Schilling en septiembre de 1933, dictaminando que la facultad de emitir billetes solo le pertenecía al Banco Nacional.
Cinco meses después, en febrero de 1934, a consecuencia de la guerra civil austríaca (que tuvo lugar entre el 12 y el 16 de aquel mismo mes), el alcalde de Wörgl, Michael Unterguggenberger, fue destituido de su cargo (como otros muchos de otras poblaciones de Austria) tras ponerse en vigor el decreto nacional que prohibía y perseguía a los partidos y organizaciones de izquierdas, dejando de ser Austria una nación demócrata para convertirse, con el tiempo, en un feudo fascista al servicio del entonces emergente Tercer Reich de Adolf Hitler.
Fuente de consulta e imagen: Zeit online / heimat/ bristolpound / coinsweekly/ Wikimedia commons
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