El farmacéutico que acabó convirtiéndose en un sádico asesino en el campo de exterminio de Auschwitz

Tuvo que pasar dos décadas desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial para que un
tribunal encontrara culpable y condenase a nueve años de prisión a Victor Capesius. A pesar de haber
centenares de pruebas y testimonios contra éste, tan solo se le pudo acusar como
colaborador, de ahí que se tardara tanto en poder juzgarlo y recibiera una pena
ridícula (en comparación a los centenares de crímenes en los que estuvo involucrado
directa e indirectamente) de la que cumplió tan solo dos años y medio y
saliendo de prisión a principios de 1968.

Pero a pesar de la gran cantidad de documentación existente
alrededor de Victor Capesius, y los numerosísimos testimonios de supervivientes de Auschwitz, fue uno de los personajes menos conocidos del nazismo
durante el Tercer Reich.

Nacido en 1907 en Szerdahely, Rumanía (en aquellos momentos
región perteneciente al Imperio Austrohúngaro) se graduó en Farmacia a los 23
años de edad y tres años después conseguía sacarse el doctorado, entrando a
trabajar como comercial en la compañía IG
Farben
, un conglomerado de empresas químicas y farmacéuticas (como Bayer o BASF) en el que durante los años del Tercer Reich se desarrolló gran parte de los componentes,
gases y venenos con los que se experimentó y acabó con la vida de millones de seres
humanos en los campos de exterminio
.

Su afiliación al Partido Nacionalsocialista proporcionó a Capesius
el codearse con los importantes jerarcas del Reich y su rápido ascenso dentro
de la compañía. Tras el estallido de la IIGM se unió al ejército rumano y en
poco tiempo era ascendido a capitán, haciéndose cargo del servicio de farmacia
en un hospital militar y unos meses después, en 1940, sería transferido a la Waffen-SS, siendo destinado
inicialmente al Campo de Concentración
de Dachau
.

En diciembre de 1943 llegaría otro traslado: campo de concentración de Auschwitz,
donde sería el máximo responsable de la farmacia y de todos los productos
químicos utilizados para exterminar a un gran número de prisioneros.

Allí colaboró estrechamente con Josef Mengele y junto a éste se dedicaban a decidir qué prisioneros
eran sometidos a experimentación o quienes iban directamente a la cámara de
gas.

Según consta en algunas fuentes, otra de las aficiones de Victor
Capesius, en su paso por los campos de concentración, fue la de recopilar una gran cantidad de dientes y
muelas de oro que le habían sido arrancadas a los prisioneros
, para
posteriormente enviarlas en pequeños paquetes a su familia para que los
escondieran hasta el final de la guerra. Sabía que una vez finalizado el
conflicto bélico aquel metal precioso sería de gran ayuda para llevar una desahogada
vida como civil.

Tras la liberación del campo de concentración de Auschwitz a
inicios de 1945, Capesius huyó y se mantuvo escondido durante un tiempo. Fue
apresado en más de una ocasión en los siguientes meses y años, pero siempre supo librarse de ser acusado de
colaborador del nazismo
, por lo que no fue juzgado en ninguno de los grandes
juicios celebrados contra los responsables del holocausto nazi.

Esto provocó que, durante la posguerra y tras someterse al correspondiente
proceso de desnazificación (por el
que pasó gran parte de la población alemana), pudiese llevar una vida
totalmente normal, abriendo en 1950 una de las mayores farmacias en la
población de Göppingen, pagada con el oro dental extraído de la boca de los
prisioneros de Auschwitz y que había enviado en pequeños paquetes, tal y como
explico unos párrafos más arriba.

No fue hasta 1963 (dieciocho años después de finalizar la
IIGM) cuando un grupo de ex-prisioneros pudieron reunir pruebas suficientes
para llevar a Victor Capesius y a otros 22 acusados frente a un tribunal,
siendo juzgado y condenado a tan solo
nueve años de prisión por cómplice
, en 1965, cumpliendo únicamente treinta
meses de condena.

Tras ser liberado en enero de 1968, pocos meses después
acudió junto a su esposa y familia a un concierto y al entrar en la sala el
público presente se puso en pie y ovacionó a Capesius, algo que dejó en
entredicho el trabajo de desnazificación realizada entre la población alemana,
en la que dos décadas después del fin del Tercer Reich seguían produciéndose actos
de ensalzamiento a aquellos que estuvieron vinculados con los jerarcas nazis.

Victor Capesius falleció en 1985, a los 78 años de edad, y
en ningún momento de su vida se arrepintió ni pidió perdón por los espeluznantes
crímenes que cometió durante el nazismo.

Fuentes de consulta e imagen: stuttgarter-zeitung
/ elmundo
/ elespañol
/ wyborcza
/ gettyimages

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