El complot confederado para incendiar por completo la ciudad de Nueva York en 1864

A finales de 1864, cuando solo quedaban unos meses para finalizar la Guerra Civil estadounidensey coincidiendo con el triunfo electoral de Abraham Lincoln para ser reelegido presidente, tuvo lugar un estudiado plan por parte de un grupo de partidarios de la Unión con el objetivo de incendiar por completo la ciudad de Nueva York.

El complot fue ideado por el denominado como ‘Ejército Confederado de Manhattan’ (Confederate Army of Manhattan) formado por ocho agentes del ‘Confederate Secret Service’ que habían estado gestando el plan en la Norteamérica británica (nombre que recibía por aquel entonces lo que hoy conocemos como Canadá).

Aunque Gran Bretaña se había mostrado neutral en la guerra de Secesión, un sector de los ciudadanos británicos del norte (canadienses) empezaron a ver con buenos ojos, hacia el final del conflicto militar, el dar su apoyo a los miembros de la Confederación, debido a que temían que un triunfo de la Unión pudiese animar a esta a embarcarse en otra guerra con el fin de anexar los territorios de Canadá a los Estados Unidos.

Por tal motivo hubo un gran apoyo logístico para el grupo de agentes confederados que permanecieron ocultos en Canadá y que pretendían acceder a los EEUU rumbo a Nueva York con el fin de poner en marcha el complot incendiario de la ciudad.

El grupo de saboteadores confederados estaba encabezado por Jacob Thompson, quien había estado ocupando el cargo de Secretario del Interior de los EEUU bajo la presidencia de James Buchanan (1857-1861) justo antes de iniciarse la Guerra Civil.

Fue precisamente Jefferson Davis (primer y único Presidente de los Estados Confederados de América. Entre 1861 y 1865) quien pidió a Jacob Thompson que se hiciera cargo de coordinar y liderar la delegación sudista en Canadá, teniendo una cuantiosa financiación para llevar a cabo los planes de sabotaje en territorio nordista (un millón de dólares de la época).

El plan confederado era llegar a Nueva York y provocar numerosísimos incendios en diferentes puntos de la ciudad y, además, al mismo tiempo. Esto desbordaría a los servicios de bomberos que no darían abasto para poder sofocar todos los fuegos y conseguirían que ardiese prácticamente todo Manhattan.

Además, los incendios no se iniciarían en cualquier sitio, sino que se escogieron lugares estratégicos y de gran importancia para la ciudad, como eran los principales hoteles (19 en total), teatros, museos y otros edificios públicos.

La fecha elegida para llevar a cabo el complot fue a partir de las 8:45 de la tarde, del viernes 25 de noviembre de 1864, justo la jornada posterior al Día de Acción de Gracias, en el que sabían que la mayoría de neoyorquinos se encontrarían con la guardia bajada y no se esperarían un sabotaje de tal envergadura y además ya habría anochecido, por lo que dificultaría todavía más las tareas de extinción de los incendios.

El grupo de Jacob Thompson comenzó a prender fuego a los objetivos a la hora convenida, pero la mayoría de incendios pudieron ser controlados a los pocos minutos de haberse iniciado, en parte gracias a la eficaz labor del cuerpo de bomberos, pero también por la colaboración ciudadana y de aquellos huéspedes que se alojaban en los hoteles.

Los saboteadores lograron huir de Nueva York, rumbo a Canadá, sin haber conseguido su objetivo y desde allí volverían a viajar a otros puntos de la Unión para seguir llevando a cabo más sabotajes.

Tan solo uno de ellos (Robert Cobb Kennedy) fue apresado cuando accedió a suelo estadounidense desde Canadá con intención de secuestrar un tren que llevaba prisioneros confederados.

La prensa Unionista aprovechó la detención de Robert Cobb Kennedy para decir todo tipo de cosas sobre él, difamarlo y exponerlo públicamente como un ‘terrorista del Sur’, siendo juzgado por un tribunal como tal (en lugar de como soldado confederado llevando a cabo un ataque dentro de una guerra) en un juicio que comenzó el 17 de enero de 1865 y que duró poco más de un mes. Fue declarado culpable y condenado a morir en la horca el 25 de marzo de aquel mismo año, convirtiéndose en el último soldado confederado en ser ejecutado por el gobierno de los Estados Unidos durante la guerra de Secesión.

Fuentes de consulta e imagen: cia.gov / bbcamerica / ‘The Man Who Tried to Burn New York’ der Nat Brandt / New York Public Library’s

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