Cynthia, el maniquí de jabón que se convirtió en una famosa celebrity del Nueva York de la década de 1930

En 1932 los grandes almacenes de lujo ‘Saks Fifth Avenue’ realizó al entonces emergente artista y escultor
Lester Gaba el encargo de que les diseñara
un maniquí que sería colocado en el escaparate de la tienda que tenían en el
corazón de Nueva York.

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Gaba había destacado en los últimos años por realizar una
serie de figuras muy realistas utilizando como material para el moldeo jabón (y
yeso en el interior), en lugar de la cera que se usaba hasta entonces la cual
provocaba que los maniquíes acabasen deformados tras estar expuestos varios
días y haberles tocado el sol.

Y de su creación y genialidad surgió ‘Cynthia’ (nombre con el que bautizó a su maniquí), una figura
perfectamente imperfecta como a Lester Gaba le gustaba decir, pues le había
colocado algunos detalles que él llamaba imperfecciones (como pecas en el
rostro, un pie algo más grande que el otro…).

Los viandantes que pasaban frente al escaparate de Saks
Fifth Avenue quedaban maravillados contemplando a Cynthia, a quien la vestían y
adornaban con las mejores prendas y joyas del establecimiento. Su hiperrealidad
era tal que muchas personas llegaron a creer que era una modelo de carne y
hueso.

El artista de sintió tan orgulloso del resultado final que,
tras el periodo de estar expuesta en el escaparate de los grandes almacenes, la
recuperó para quedársela en propiedad y la convirtió en una inseparable compañía.

Coincidiendo con el punto álgido en la carrera de Gaba, éste
era invitado a todo tipo de exclusivas fiestas y se llevaba consigo a su
querida Cynthia, quien se convertía en el centro de atención.

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El artista le dio una personalidad y pasado a la figura y se
refería a ella como una modelo ya retirada que padecía de una laringitis que le
impedía hablar.

La fama de Cynthia llego a ser tal que incluso se convirtió en toda una celebrity y no
había evento neoyorquino que se preciara en el que no estuviese invitada. Las
grandes marcas le hacían llegar sus últimos modelos para que los luciera (carísimos
vestidos, abrigos de piel, joyas de Tiffany y Cartier…). Incluso en el ‘Metropolitan
Opera House’ se les cedió un palco para que Lester Gaba acudiese acompañado por
Cynthia a las representaciones.

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En 1937 la revista LIFE
le dedicó a Cynthia la portada en su número del 12 de julio y aquel mismo año
(el 13 de diciembre) en el semanario había un amplio reportaje fotográfico del
prestigioso fotoperiodista Alfred Eisenstaedt
que recogía cómo era la vida de esta famosa y curiosa celebrity (con fotos en fiestas, la ópera e incluso ‘tomando un
trago’ en un local de moda).

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Pero el estallido de la Segunda Guerra Mundial y posterior entrada
de Estados Unidos en el conflicto bélico a partir de diciembre de 1941 interrumpió
la fulgurante carrera de Cynthia como una emergente celebridad.

Lester Gaba tenía 34 años de edad y fue llamado a
incorporarse a filas para ir a luchar al frente. Envió a Cynthia a su casa
familiar, en Missouri, para que fuese cuidada durante su ausencia por su madre
y dio una serie de instrucciones para que el maniquí recibiera todo tipo de
cuidados para mantenerse perfectamente. Pero un descuido en una de las sesiones
en un salón de belleza hizo que la figura cayese al suelo y se rompiera en unos
cuantos trozos. No fue hasta la vuelta de Gaba cuando éste la pudo reparar.

Pero ya no era lo mismo. El haber estado todo aquel tiempo
fuera de circulación hizo que la gente ya no tuviese el interés de antaño.

Cynthia quedo en el semiolvido, aunque Lester Gaba siguió
usando el personaje durante un tiempo para realizar un programa radiofónico (en
el que él ponía voz a la maniquí). En 1953 intentó volver a ‘resucitarla’
apareciendo en un programa de televisión con su carismática figura, pero a los
espectadores ya no les interesaba como lo había hecho un par de décadas atrás.

Así es como una de las más famosas celebridades del Nueva
York más glamuroso de la década de 1930 quedó en el olvido.

Fuentes de consulta e imágenes: Time
/ mentalfloss
/ gothamist
/ nytimes
/ LIFE