Cuando la picaresca propició un importante fraude inmobiliario en el Madrid del siglo XVI

En 1561, cinco años después de heredar el trono de España de
su padre Carlos I, Felipe II decidió
trasladar la capital del reino desde
Valladolid hasta la Villa de Madrid
, convirtiéndola en el centro neurálgico y político de la Corte.

Hasta allí se trasladaron todos los cortesanos y funcionarios que habían residido en la capital
vallisoletana hasta entonces, pero se encontraron con un pequeño (aunque
importante) problema: no había suficientes casas y alojamientos para todos los
empleados de la Corte y sus familias (que por aquel entonces solían ser
numerosas).

El Reino de España
se encontraba en uno de sus mejores momentos y la herencia recibida por parte
de su antecesor hacía que la nación que reinaba Felipe II fuese uno de los principales imperios del planeta,
por lo que las gestiones administrativas que debían realizarse desde la nueva
capital forzaba a tener numeroso personal contratado en la Corte.

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Esto obligó a dictar una controvertida ley conocida como ‘Regalía de Aposento’ por la cual se obligaba a aquellos propietarios de
viviendas a ceder, gratuitamente, la mitad de la superficie de éstas
para
que se alojaran los funcionarios (y sus familias) llegados a la Villa y Corte
de Madrid.

Evidentemente esta ley no fue del agrado de todos los
madrileños (y sobre todo de los nobles y aristócratas, que eran quienes tenían
más y mayores viviendas), por lo que muchos fueron aquellos que quisieron
recibir algunas contraprestaciones que les beneficiara.

A pesar de que la ley dictaba que debía cederse
gratuitamente la mitad de la superficie de las viviendas, los más poderosos y
con mayor influencia sobre la Corte supieron sacar pingües beneficios de la
situación (sobre todo aprovechando que la capital se había trasladado a Madrid)
pero aquellos burgueses o acaudalados señores que no tenían suficiente
influencia sobre la Corona vieron que, injustamente, deberían ceder parte de
sus inmuebles sin compensación alguna.

Esto es lo que motivó a muchos de ellos a hacer uso de la
picaresca, con el fin de ‘engañar’ a
los empleados municipales encargados del catastro y de catalogar los inmuebles
como aptos para hospedar a los funcionarios de la Corte y sus familias.

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Por tal motivo se contrataron una serie de arquitectos que
se encargaron de ‘rediseñar’ las
viviendas, haciendo de ellas algunas partes estrechas, habitaciones minúsculas
y sin ventilación o ventana al exterior, con el fin de ser catalogadas como ‘no
aptas’ para alojamiento.

Este pícaro fraude inmobiliario fue conocido con los años
como ‘casas a la malicia’ y se
estuvo llevando a cabo hasta bien entrado el siglo XVIII.

Actualmente, en los
barrios más antiguos de Madrid, se pueden encontrar todavía en pie algunas de
aquellas ‘casas a la malicia’.

Fuentes de consulta e imágenes: artedemadrid
/ ireneu
/ pasionpormadrid
/ secretosdemadrid
/ Wikimedia
commons

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