Cuando en la Unión Soviética se persiguió y castigó a quienes practicaban el culturismo

El ideario comunista de
la Unión Soviética
tenía muy claro que quería que sus ciudadanos tuviesen
sólidos conocimientos culturales y científicos, además de instruirlos desde
pequeños a la práctica del deporte. Los jerarcas soviéticos querían ciudadanos
sanos e inteligentes o al menos eso era lo que difundían a través de carteles y
panfletos publicitarios, donde se vanagloriaban las virtudes del régimen.

El hecho de que la
ciudadanía estuviese preparada intelectual y físicamente al más alto nivel

llevaría al país a liderar las competiciones y certámenes en los que se
presentaran, siendo la URSS ejemplo de
admiración
por parte del resto del planeta.

Para ello no debían de existir las individualidades y todos debían
actuar en equipo, mirando por la colectividad del grupo y no por el bien o
beneficio de uno mismo.

Ese fue el motivo por el que hubo ciertas prácticas que
fueron perseguidas y castigadas durante los años en los que estuvo en marcha el
régimen soviético.

Una de ellas fue el culturismo,
debido a que, según el ideario comunista, quienes
lo practicaban solo lo hacían como un acto narcisista y un culto al cuerpo, a
su propio cuerpo
.

Durante varias décadas no hubo problema para que algunos
ciudadanos soviéticos (principalmente hombres) ejercitasen sus musculaturas con
el propósito de servir como modelos en las clases de pintura, escultura o fotografía
(las mujeres también posaban, pero a estas no las querían con musculatura definida).

Pero, entre finales de la década de 1960 y los primeros años
de 1970, se dieron cuenta algunos funcionarios que se estaban organizando, en algunas
poblaciones, concursos locales en los que musculosos ciudadanos se mostraban
orgullosos ante sus vecinos.

Según consta, en 1973 se formó, con un grupo de funcionarios
y expertos en deporte, un comité estatal en el que se expuso lo
contraproducente que resultaba para el ideario y colectividad soviética el auge
del narcisista culto al cuerpo, señalando que debería ponerse coto a ello con persecución
y castigo a quienes practicaran el culturismo.

Por tal motivo se redactó un informe que, entre otras cosas,
indicaba lo siguiente:

[…]En los últimos tiempos, una proliferación de tipos de
ejercicio y clases, que no tienen nada en común con el sistema soviético de
educación física, conllevan el peligro de la difusión de ideas que contienen
orientación social dañina[…] […] Los entrenamientos incluyen solo ejercicios
con pesas para aumentar enormemente el músculo. Narcisismo, egoísmo extremo, la
canción es la llamada cultura del cuerpo; todo esto está en contradicción con
el sistema soviético de cultura física y deportes, la comunidad educativa, la
actividad laboral y política[…]

Esto provocó que aquellos ciudadanos de la URSS que hasta
aquel momento habían estado practicando el culturismo tuviesen que hacerlo, a
partir de entonces, de forma clandestina, buscando lugares donde entrenar y que
estuviese fuera del control y vigilancia de las autoridades.

Se habilitaron gimnasios
clandestinos
en sótanos, trastiendas de algunos comercios o fábricas
abandonadas y en desuso, donde se reunían secretamente y entrenaban con
material rutinario que debían fabricarse ellos mismos. En algunas ocasiones
podían conseguir algunas piezas de hierro para hacer sus propias mancuernas o
pesas ofreciendo a algún trabajador de una fundición botellas de vodka o
tabaco.

Numerosos fueron los casos en los que, entre un grupo de
culturistas clandestinos, se infiltraba algún miembro del ‘Komsomol’, una organización juvenil dependiente del Partido
Comunista y cuyos integrantes estaban al servicio ideológico del gobierno,
convirtiéndose a menudo en adolescentes policías
(chivatos) del régimen
, facilitando datos y nombres de quienes se reunían
secretamente para practicar culturismo.

Una de la salida que tenían algunos culturistas para poder
seguir entrenando y dedicándose al culto al cuerpo sin ser perseguidos era el
entrar a formar parte en algún equipo de gimnasia, halterofilia e incluso
trabajar en un circo, donde los integrantes podían ejercitarse sin ningún
problema, debido a que debían estar en plena forma.

Otro de los problemas que tenían los culturistas clandestinos era el poder conseguir los productos
proteicos y nutricionales que les ayudarían a aumentar la masa muscular. Para
ello debían ingeniárselas y utilizaban desde alimentos de alimentación infantil
(algunos ricos en grasas y proteínas) hasta el pienso animal (como el utilizado
para el engorde de los cerdos, el cual era rico en proteína de soja).

La persecución a los culturistas clandestinos se mantuvo a
lo largo de algo más de una década y a partir de la llegada al poder de Mijaíl Gorbachov
(últimos años de 1980) y la puesta en marcha de la Perestroika (la reforma
social, política y económica de la Unión Soviética y que supuso la disolución
de la URSS a partir de 1990) se volvió a permitir la libre práctica del culturismo.

Fuentes de
consulta e imagen: buzzon.live / rbth / Sport
in Soviet Society
/ maclarenart

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