Desde que, en 1848, las
hermanas Kate y Maggie Fox (dos adolescentes
estadounidenses de 11 y 14 años de edad), se inventaran como un divertimento
que tenían la capacidad de hablar con
los espíritus, el negocio de las sesiones
de espiritismo afloraron en gran parte del planeta y cientos fueron los supuestos médiums que decían tener poderes
para contactar con el más allá.
Era un mundo totalmente
desconocido para la inmensa mayoría de la población y, por tal motivo, eran
numerosísimos las personas que caían en el engaño de quienes decían tener esa
mágica capacidad. La fascinación por lo desconocido provocó que el oficio de médium se convirtiera, en
algunos lugares, como uno de los mejores pagados durante la segunda mitad del
siglo XIX e inicios del XX.
Pero al igual que aparecían
supuestos espiritistas que abrían
sus consultas en infinidad de poblaciones, también surgían escépticos que se dedicaban a desenmascarar a todos aquellos farsantes
y demostrar que el espiritismo era un fraude.
Curiosamente, la mayoría
de esos escépticos profesionales provenían del mundo de la magia y el
ilusionismo, pudiendo encontrar que uno de los más importantes desenmascaradores
de supuestos médiums fue el mismísimo Harry
Houdini, uno de los ilusionistas y escapistas más importantes de la
historia de la magia.
Houdini se dedicó a
perseguir y desenmascarar a un gran
número de impostores que decían tener ‘poderes
sobrenaturales’ o que podían hablar con el más allá, a lo largo del primer cuarto
del siglo XX.
Pero unas décadas atrás
hubo otro mago profesional, llamado John
Nevil Maskelyne, que también se dedicó a demostrar que el espiritismo
era un fraude y que, además, está considerado como el primero que empezó a
hacerlo.
En sus años de juventud, Maskelyne era un aficionado a la magia e ilusionismo, al mismo tiempo
que se ganaba la vida como aprendiz en un taller en el que se reparaban todo
tipo de artilugios mecánicos. En cierta ocasión, un desconocido y enigmático
hombre llevó a arreglar una máquina (la cual no dijo para qué servía) pero que
tenía un pequeño propulsor que golpeaba sobre una superficie.
Tiempo después se enteró
que aquel tipo era alguien que se dedicaba a los espectáculos de ilusionismo y
que dicho artilugio lo usaba para hacer creer a los espectadores que podía
contactar con los espíritus y que estos contestaban a sus preguntas mediante
golpes en la mesa (evidentemente, esos golpes eran realizados a distancia por
la máquina que Maskelyne había reparado).
A partir de aquel
momento el muchacho decidió que se dedicaría a desenmascarar a todos aquellos
tramposos y farsantes que se lucraban con el engaño de poseer supuestos poderes
con los que contactaban con los espíritus.
Maskelyne formaba parte
de una pequeña asociación local de aficionados a la magia en Cheltenham
(población de Inglaterra en la que nació y residía) y junto a algunos de sus
compañeros empezaron a asistir a los espectáculos de los médiums con el fin de
ponerlos en evidencia delante de los espectadores y descubrir los trucos que
usaban para engañar a la audiencia.
En los siguientes años se dedicó a estudiar uno por uno aquellos
espectáculos y a intentar averiguar cuáles eran los artilugios que eran usados
por los falsos espiritistas en sus números, llegando a realizar réplicas con
las que desmontaban el engaño.
Cuando tenía 24 años de edad (en 1865) llegaron hasta Cheltenham
los ‘hermanos Davenport’ dos célebres
magos estadounidenses que en los últimos años se habían hecho inmensamente
famosos por realizar un truco en el que ambos eran atados de pies y manos,
introducidos en una especie de armario en el que habían varios instrumentos
musicales y que, según estos, lograban con el poder se sus mentes que sonara
música tocada por las manos invisibles de los espíritus.
Un espectáculo representado en las principales capitales de
América y Europa y que había tenido como espectadores incluso a los más altos
dignatarios (como presidentes, reyes y representantes de la aristocracia y la
clase alta).
John Nevil Maskelyne
asistió a la representación, que tuvo lugar el 7 de marzo de 1865. Se sentó
entre el público junto a algunos de sus compañeros de la asociación de magia y
se pusieron a observar todo lo que ocurría en el escenario. En un momento dado
el joven se levantó de su butaca y dijo en voz alta que ya sabía cuál era el
truco que los hermanos Davenport utilizaban para hacer que los instrumentos
musicales se movieran y sonasen.
Tras el revuelo inicial
(por la interrupción que había hecho en medio del espectáculo) Maskelyne se
comprometió en fabricar una réplica de aquel armario y en el plazo de tres meses
demostraría a todos los allí presentes cómo lograban los Davenport que las manos
invisibles de los espíritus tocasen los instrumentos musicales.
Y así fue. El 19 de
junio de aquel mismo año, Maskelyne realizó una representación en Cheltenham
calcada a la de los hermanos Davenport. Lo hizo con la ayuda de su amigo George Albert Cooke (que sería
su socio y compañero de espectáculos a lo largo de varias décadas).
Maskelyne y Cooke
demostraron a todos los presentes cómo los Davenport habían utilizado
artilugios mecánicos y no ayuda de los espíritus para hacer sonar los instrumentos.
A lo largo del siguiente medio siglo, John Nevil Maskelyne se dedicó a desenmascarar
a cientos de falsos médiums, demostrando al público (con réplicas que realizaba
de esos trucos) que se trataba de burdos engaños.
Varios fueron los libros
que publicó, siendo posteriormente estudiados y utilizados por el Harry Houdini
en su etapa como desenmascarador de falsos médiums, mentalistas y otro tipo de
farsantes con supuestos poderes.
Fuente de la imagen: Wikimedia
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