Mucho se está hablando en los últimos meses de la guerra comercial y arancelaria que hay
entre Estados Unidos y China, la cual se va acentuando cada vez más por las
decisiones políticas y proteccionistas del presidente Donald Trump y que ha dividido a los ciudadanos de la nación: los que
ven en las decisiones del mandatario estadounidense un cúmulo de despropósitos
que perjudican gravemente al país y quienes lo apoyan fiel y firmemente ante el
convencimiento de que los asiáticos son responsables, en gran medida, de la
crisis económica de EEUU.
Pero este sentimiento
xenófobo por parte de los estadounidenses hacia la población china no ha surgido repentinamente en los últimos años desde la llegada a la
Casa Blanca de Trump sino que es algo que ha estado muy presente entre gran
parte de la sociedad norteamericana a lo largo del último siglo y medio.
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Famosas, a la vez que severas, fueron una serie de leyes que
se aprobaron en Estados Unidos a partir de 1882, la más conocida y contundente fue
la ‘Chinese Exclusion Act’ (Ley de exclusión
china) que entró en vigor un año después.
Con ellas se pretendía frenar la masiva entrada de inmigrantes de nacionalidad china que
habían llegado a Estados Unidos a partir de mediados del siglo XIX y que habían
provocado (según los legisladores) que el desempleo entre los estadounidenses
hubiese aumentado debido a que los asiáticos se ofrecían a los empresarios para
realizar el mismo trabajo por un salario muy inferior.
Tan solo un par de décadas después (hacia 1870) muchos eran los negocios regentados por
ciudadanos chinos, sobre todo restaurantes que ofrecían platos de comida
por la mitad que los locales autóctonos.
Esto provocó que representantes sociales, sindicatos y pequeños
comerciantes unieran fuerzas para solicitar a la clase política estadounidense
que pusiera freno a la invasión china que estaban padeciendo y que tanto
mermaba la economía (tanto personal como de la propia nación).
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Con la ‘Chinese Exclusion Act’ se limitaba la llegara de
nuevos inmigrantes orientales y se ponía numerosos
impedimentos para conseguir la nacionalidad estadounidense (e incluso para
las nuevas generaciones ya nacidas en suelo americano) o dificultar al máximo la concesión de licencias para abrir nuevos
negocios.
Pero la aplicación de la ley no fue igual en todos los Estados y mientras en unos se era implacable a la hora de hacerla cumplir, en otros, sin embargo, no se llevaba al pie de la letra, por lo que hubo un flujo migratorio de ciudadanos chinos que se trasladaron a residir y trabajar hacia aquellos lugares en los que se sentían mejor acogidos; entre ellas las ciudades de Nueva York y San Francisco donde, desde hacía algunas décadas, contaban con barrios propios (Chinatown).
La ley de exclusión
china se iba renovando automáticamente cada diez años y a la misma se le
iban añadiendo nuevos apartados que la iban convirtiendo cada vez en más restrictiva,
entre ellas la prohibición a las mujeres caucásicas de trabajar en restaurantes
chinos.
Esta medida se tomó sobre todo a raíz de la popularización, hacia finales del siglo XIX, de los fumaderos de opio que solían estar en la trastienda o piso superior de los restaurantes chinos y alrededor de los cuales comenzaron a crearse bandas mafiosas relacionadas con el tráfico de drogas y la prostitución.
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Todo ello llevó a que, recién inaugurado el siglo XX, se
tomara la decisión de endurecer el trato hacia los ciudadanos chinos y que se
realizase de forma conjunta en todos los Estados sin excepción.
Se restringió al máximo la entrada de nuevos residentes provenientes del país asiático y se decidió el cierre de un gran número de comercios, sobre todo de comida china, que, dependiendo de la población, llegaban a doblar a los negocios de hostelería autóctonos.
Aunque se procedió al cierre de un buen número de restaurantes
chinos, la decisión acabó convirtiéndose en impopular entre ciertos sectores de
la población (sobre todo de clase trabajadora), debido a que la comida en esos
establecimientos les salía mucho más económica que en otro tipo de restaurantes
y, además, muchos platos de la cocina asiática ya formaban parte de la dieta de
cualquier estadounidense medio.
La Chinese Exclusion Act se mantuvo en vigor hasta 1943, año
en el que el presidente Franklin D. Roosevelt
firmo la ‘Ley Magnuson’ por la cual
quedaba derogada la Ley de exclusión china, debido a que ese país se convirtió
durante la Segunda Guerra Mundial en una nación aliada de los Estados Unidos al
tener como enemigo común al Imperio de Japón.
Fuente de consulta
e imagen: Duke Law Journal (pdf) / historymatters / usnews
/ chinadaily
/ Wikimedia commons
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