El memorial de víctimas judías del holocausto que por error incluyó los nombres de una familia de nazis

Uno de los puntos de interés, para cualquier turista que viaja hasta Ámsterdam, es pasear (entre otros lugares) por las calles del actualmente denominado ‘Barrio cultural judío’, en el que el visitante se encontrará con edificios, sinagogas o monumentos que tienen una larga historia detrás, muchos de ellos trágica y que algunos recuerdan y representan los cinco largos años que duró la ocupación alemana de los Países Bajos, en los que decenas de miles de neerlandeses (sobre todo judíos) fueron apresados, enviados a campos de concentración, pereciendo muchos de ellos en genocidio realizado por los nazis. Se calcula que, de una población de origen hebreo de cerca de 140.000 personas, que vivía en la capital holandesa, los invasores del Tercer Reich asesinaron aproximadamente al 75 por ciento (algo más de cien mil).

Tras el asalto del barrio judío de Ámsterdam (el 22 y 23 de febrero de 1941) por parte de las fuerzas alemanas, centenares de personas fueron arrestadas, siendo tantas que finalmente se decidió habilitar el ‘Hollandsche Schouwburg’ (Teatro Holandés) y reconvertirlo en un centro de recogida, control y posterior deportación hacia los campos de concentración, recibiendo el nombre de ‘Umschlagplatz Plantage Middenlaan’.

A lo largo de los siguientes dos años, por allí pasaron innumerables detenidos (familias enteras) que eran separadas y enviadas a diferentes campos de deportación y exterminio. Los grupos de resistencia holandesa aprovecharon para que, a través del director del teatro, Walter Süskind (quien se había ganado la confianza de los nazis), poder esconder a numerosos niños que hasta allí llegaban y lograr ponerlos a salvo mediante un elaborado plan con el que los evacuaban del edificio y enviados a otras poblaciones para ser escondidos (se calcula que aproximadamente unos setecientos pequeños).

Tras la liberación de los Países Bajos y la Segunda Guerra Mundial, el ‘Hollandsche Schouwburg’ volvió a ser recuperado como teatro, pero muchas fueron las personas que se opusieron a que se realizaran espectáculos festivos en aquel lugar, el cual había albergado las infames dependencias del ‘Zentralstelle für jüdische Auswanderung’ nazi (literalmente traducido como ‘Oficina central para la deportación judía’).

Se creó un comité ciudadano que, con fondos privados, decidió comprar el edificio y destinarlo a una fundación encargada de recordar la memoria de los miles de judíos neerlandeses asesinados durante el holocausto llevado a cabo por el Tercer Reich alemán.

Pero por cuestiones burocráticas y desencuentros entre todos los participantes del mencionado comité, así como de los filántropos que lo financiaban, se tardó casi dos décadas (1962) en reconvertir el ‘Hollandsche Schouwburg’ en un memorial por todas aquellas víctimas.

Una de las primeras cosas que se hicieron fue el buscar y recopilar las fichas de control en las que aparecían el nombre de todos los damnificados, algo que sirvió para que, posteriormente, se escribieran todos ellos en unas paredes a modo de conmemoración.

Pero, sorprendentemente, entre los cerca de 104.000 nombres de las víctimas judías del holocausto nazi figuraba el de Franz Anton Stapf, junto al de su esposa, dos hijos y hermana. Y no solo se inscribió sus nombres en el memorial del Hollandsche Schouwburg sino también aparecían en las páginas del libro oficial del Centro Conmemorativo del Holocausto ‘Yad Vashem’ de Israel.

Y es que Franz Anton Stapf y su familia no eran judíos y ni tan siquiera holandeses o víctimas del genocidio nazi. En realidad se trataba de un fotógrafo de origen alemán que, tras la ocupación alemana de los Países Bajos, fue enviado junto a su familia a Ámsterdam, con el fin de documentarlo gráficamente, siendo éstos simpatizantes del nazismo y fervientes admiradores de Hitler.

No se sabe cómo ni por qué, el nombre y apellidos de la familia Stapf aparecieron en las fichas de la ‘Oficina central para la deportación judía’, creándose una confusión e incorporándolos en la lista de víctimas, cuando realmente no lo eran.

Lo más curioso es que no fue hasta el año 2016 cuando se descubrió esta anomalía y fue gracias a los historiadores René Kok y Erik Somers del ‘NIOD Institut voor Oorlogs-, Holocaust- en Genocidestudies’ (Instituto NIOD de Estudios sobre la Guerra, el Holocausto y el Genocidio) quienes estaban recopilando información, sobre las víctimas judías durante la ocupación alemana, para el libro ‘Stad in oorlog’.

Poco se sabe de la vida de Franz Anton Stapf y su familia y entre los escasos datos conocidos, consta que el fotógrafo había luchado en el Frente Oriental durante un tiempo, hasta que fue herido y que en 1944 fue dado por desaparecido, sabiéndose, posteriormente, que había regresado a Alemania, falleciendo en 1977.

Gran parte del material fotográfico de Franz Anton Stapf estuvo desaparecido durante largo tiempo, debido a que un soldado aliado (de nacionalidad canadiense) se encontró con cinco mil fotografías durante una de las batallas de la IIGM y cuando finalizó el conflicto bélico, el militar se las llevó hasta su país de origen, donde estuvieron guardadas durante varias décadas.

Años después, las fotografías fueron a parar a la Universidad British Columbia de Canadá y en 1981 uno de los profesores, que las encontró allí y las devolvió. Con el tiempo acabaron, casualmente en poder del Instituto NIOD, pero a pesar de esa coincidencia, no fue hasta varias décadas más tarde cuando se darían cuenta del terrible error de haber incluido el nombre y apellido de una familia de simpatizantes del Tercer Reich en el memorial para las víctimas del holocausto judíos en los Países Bajos por parte de los nazis.

Fuente de la imagen: jck.nl

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