Cuando en EEUU se decidió poner freno al creciente nazismo dentro del país

El 30 de enero de 1933 Adolf
Hitler
era nombrado canciller de
Alemania
, iniciando ahí un fulgurante ascenso que lo convirtió poco después
en líder absoluto del país y en uno de los personajes más mediáticos del
planeta.

image

Odiado por unos y admirado por otros, Hitler no dejaba
indiferente a nadie, convirtiéndose en uno
de los personajes más controvertidos de la Historia
. Aquellos que se
dejaron seducir por él lo auparon hasta lo más alto, queriendo convertirlo en el
líder no solo de Europa sino del planeta.

Medios de comunicación de todo el mundo ensalzaban a este
controvertido personaje, convirtiéndolo en toda una celebridad de la época y otorgándole
premios y  menciones (la revista Times, en su número
publicado el 2 de enero de 1939 declaraba a Hitler como ‘el hombre del año 1938’ e incluso
ese mismo año (uno antes de estallar la IIGM y el mismo en el que ordenó atacar
todas las sinagogas de Alemania en la conocida como ‘la noche de los
Cristales Rotos’
) estuvo nominado y a punto de serle concedido el Premio Nobel de la Paz.

Esa admiración por Adolf Hitler durante la década de
1930 llegaba desde todos los rincones y muchos fueron quienes vieron en él a un
líder carismático cuya política podría ayudar en sus países.

Fue el caso de Estados Unidos,
donde se estaba atravesando una de las peores crisis económicas que había
padecido el país desde el famoso crack de 1929 y
el aumento de la criminalidad surgida a raíz de la controvertida Ley Seca
que duró hasta 1933. Muchísimos eran los estadounidenses que se mostraban desencantados
con sus políticos y que se dejaron convencer de que la mejor solución para el
país era adoptar el modelo político nacionalsocialista en EEUU.

Durante la segunda mitad de la década de 1930 hubo
un espectacular repunte y presencia de organizaciones nazis en suelo
norteamericano. Influyentes hombres de negocios, como por ejemplo el magnate de
la industria de automoción Henry Ford
(declarado antisemita), aplaudían la idea de aplicar la política de Hitler. O,
por poner otro ejemplo, el joven John F. Kennedy,
mostró su admiración hacia el Führer durante su viaje por Europa (a lo largo de
diez semanas) en 1937.

‘Friends of New Germany’ (Amigos de la Nueva Alemania) fue uno de
los grupos de ideología nazi más potentes en Estados Unidos, teniendo
una gran representación en gran parte de la costa Este (multitudinario fue el
mitin celebrado en el Madison Square
Garden
el 20 de febrero de 1939 o el desfile
organizado por las calles de Nueva York
el 30 de octubre de aquel mismo
año).

En la costa Oeste la
organización de actos de ideología nazi corría a cargo de la ‘Legión de Plata’, liderada por William Dudley Pelley,
quien entre sus propósitos tenía el acabar con todos los judíos que trabajaban
en Hollywood y
montar una mansión en el corazón de la meca del cine en la que Hitler pudiese
pasar largas temporadas, mientras dominaba el planeta.

Por otra parte, y al mismo tiempo, a Franklin Delano Roosevelt,
que llegó a la presidencia estadounidense en 1933, le tocó lidiar no solo con
la crisis económica del país sino con la social y política, intentando poner
freno por todos los medios a la expansión nazi en EEUU (el gran temor los
estadounidenses no era el nazismo sino el comunismo).

Roosevelt no veía el nazismo como un enemigo (motivo por el
que esta ideología se expandió sin problema alguno por algunas zonas de EEUU) y
razón por la que el mandatario norteamericano  decidió
mantener al país como neutral cuando estalló la IIGM
en septiembre de 1939.
Según su criterio, era una guerra que para nada afectaba los intereses
estadounidenses y no se decidió intervenir en ella hasta que se produjo el ataque japonés de Pearl Harbor, el 7 de
diciembre de 1941. Fue a partir de entonces cuando los estadounidenses decidieron
entrar en guerra, aunque inicialmente fue contra Japón, y como este país formaba
parte de las Fuerzas del Eje (junto
a Alemania e Italia) de rebote los nazis
se convirtieron en los enemigos
.

Pero dentro de Estados Unidos ya había quien estaba luchando,
desde hacía más de un lustro, contra la presencia nazi en el país. Muchos
fueron los ciudadanos de ideología progresista o que profesaban la religión
judía que decidieron ponerles freno.

El abogado Leon L.
Lewis
fue uno de ellos. Consiguió aglutinar un gran número ciudadanos
contrarios al nazismo que estaban dispuestos a combatirlos y echarlos de suelo
norteamericano.

Lewis fue quien consiguió frenar los planes de la ‘Legión de Plata’ de expandirse en Los Ángeles, entrenando a
numerosos judíos que lograron introducirse como espías en dicha organización y,
desde dentro, lograr desmontar todas las infraestructuras de la organización
nazi.

En el momento en el que las autoridades
comenzaron a tener claro que debían poner freno al nazismo, la red de espías, organizada por Leon
L. Lewis, ya disponía de numerosa información, con lo que fue mucho más fácil poner
fin a la presencia y expansión nazi en Estados Unidos.

Fuentes de consulta e imagen: newyorker
/ latimes
/ smithsonianmag
/ bbc / Wikimedia
commons

Más historias que te pueden interesar: