Cuando el escéptico Harry Houdini rompió su amistad con Arthur Conan Doyle por culpa de la superchería de éste

Harry Houdini
pasó a la historia por ser uno de los escapistas más famosos del planeta. Se
definía a si mismo como un ilusionista sin engaños. Todos los números que
realizaba tenían un truco y explicación y nada de sobrenatural había en ello.

Era un gran defensor del pensamiento crítico y aunque en
alguna ocasión se sintió interesado por algunos temas relacionados con lo
paranormal, el más allá e incluso el espiritismo, sobre todo a principios del
siglo XX cuando tan de moda se puso ese tipo de sesiones en los círculos más
intelectuales de la sociedad.

Pero si había algo que le molestaba por encima de todo era
el intento de engaño que algunos individuos trataban de hacer a las personas
más ingenuas con todo lo relacionado con el más allá o con los ‘poderes
sobrenaturales’
. Eso lo llevó a desenmascarar,
en infinidad de ocasiones, a impostores
que se lucraban con esos asuntos.

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Su fama mundial como ilusionista lo llevó a conocer a los
más importantes personajes de la época y uno de ellos fue el escritor Arthur Conan Doyle, famoso por sus
novelas policiacas y, sobre todo, por haber creado al detective más célebre de
la historia: Sherlock Holmes.

Se conocieron en Inglaterra, recién iniciada la década de
1920, y no tardaron en hacer buenas migas. El ilusionista era un ferviente lector
y seguidor de las aventuras publicadas por Conan Doyle y, por su parte, el
escritor se había convertido en un incondicional de los espectáculos de
Houdini.

Una de las peculiaridades que tenía el escritor británico
era que era un entusiasta del mundo esotérico y el espiritismo. Creía
ciegamente en lo paranormal e incluso estaba casado con Jean Leckie, una de las médiums más famosas de la época.

A pesar de que durante aproximadamente dos años mantuvieron
una magnífica amistad (evidentemente con sus tiras y aflojas debido al
escepticismo de uno y la superchería del otro) hubo un momento en el que Conan
Doyle intentó convencer a Houdini de los poderes sobrenaturales para contactar
con los espíritus que poseía su esposa.

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Una de las grandes frustraciones del ilusionista era haber
perdido a sus progenitores (su padre murió en 1892 –cuando Houdini tenía 18
años de edad- y su madre en 1913). Fue el fallecimiento de ésta lo que había
marcado profundamente al escapista, quien, intentando aferrarse a la esperanza
de poder saber algo de ella y, por un momento dejar de lado su escepticismo
sobre los asuntos del más allá.

En cierta ocasión, a través de una supuesta sesión de espiritismo
en la que se encontraban el ilusionista, el escritor y su esposa, Jean Leckie intentó convencer a Harry
Houdini que podría contactar con su fallecida madre
y éste, a pesar de su
pensamiento crítico respecto a esos temas, intentó dejar de lado sus prejuicios
e intentar comprobar si era posible.

Tras iniciar la sesión, la médium comenzó a balbucear
algunas palabras y a escribir rápidamente en unas hojas. Houdini, atónito,
observaba y pidió a Jean que preguntara una serie de cosas al supuesto espíritu de su madre.  

El resultado fue frustrante para Houdini, ya que pudo
comprobar (una vez más) cómo le había intentado engañar una médium. Pero lo que
más le dolió es que se tratara de la esposa de su amigo y que, además, lo
hiciera con un tema tan importante para él como era aquello relacionado con su añorada
madre.

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Las hojas escritas por Jean Leckie (y que supuestamente
transcribían todo lo que le dictaba el espíritu de Cecilia Steiner, la madre de Houdini) estaban en inglés,
cuando esta era de origen húngaro y no dominaba el idioma de los británicos.
También fueron claves algunas de las preguntas que el ilusionista había
encargado hacer a su progenitora, ya que era sobre cosas que tan solo ellos dos
sabían y la intermediaria espiritual no supo dar una respuesta correcta.

El tercer detalle que sirvió
para que Harry Houdini terminase de desconfiar de la médium fue el hecho de que
justamente el día que se realizó la sesión de espiritismo era la fecha de
nacimiento de la madre del ilusionista y de haber hablado realmente Jean Leckie
con el espíritu de Cecilia Steiner esta lo hubiese mencionado, ya que
era algo que, cuando estaba con vida, solía mencionar y celebrar.

Houdini quedó frustrado con
la experiencia y sobre todo al ver cómo Conan Doyle defendió a su esposa a pesar
del evidente fraude. Eso precipitó la ruptura de la amistad entre ambos que se
vería todavía mucho más afectada cuando el ilusionista publicó tiempo después un
libro en el que destapaba la farsa de varios supuestos videntes y médiums,
citando a la mujer del escritor, cosa que ofendió a éste, quien ya no quiso
saber nunca más nada del maestro del escapismo.

Cabe destacar que esa
afición y creencia, casi obsesiva, de Arthur Conan Doyle le venía tras
haber perdido a su hijo y a su afán por reencontrarse de nuevo con él, aunque
fuese a través de los misterios del más allá.

Fuentes de consulta e imagen: sherlockholmesthegoldenyears
/ edinatours
/ revistacactus
/ principia

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