Se cumple medio siglo del considerado como el mayor robo a un hotel de todos los tiempos

Numerosas son las historias y relatos que podemos encontrar en la literatura, series de televisión o películas cinematográficas que relatan épicos y espectaculares robos de toda clase y, posiblemente, sea un recurso argumental que ha sido sobradamente utilizado. Aunque a menudo la realidad supera la ficción y de vez en cuando ocurren acontecimientos que podrían haber sido creados por la mente de los mejores escritores o guionistas y sin embargo ocurrieron de verdad.

Esto es lo que pasó con el considerado por numerosos expertos como ‘el mayor robo a un hotel de todos los tiempos’ y que tuvo lugar hace medio siglo. Concretamente en la madrugada del 1 al 2 de enero de 1972 en el que un grupo de delincuentes (pertenecientes a diferentes bandas criminales de la ciudad de Nueva York) ejecutaron un golpe perfecto en el hotel ‘The Pierre’, uno de los más lujosos y exclusivos, no solo de la Gran Manzana sino de todos los Estados Unidos.

Fue tan sonado dicho robo que llegó a ser incluido en el ‘Libro Guinness de los Records’ y, durante todas estas décadas, pocos golpes se han realizado con tal precisión.

Al llegar las fechas navideñas, en el hotel The Pierre era tradición que se reuniera la flor y nata de la alta sociedad neoyorquina y estadounidense, además de célebres personajes internacionales (la mayoría multimillonarios, artistas y aristócratas), quienes pasaban allí las fiestas y celebraban las Navidades, quedándose hospedados hasta unos días después de Año Nuevo.

Posiblemente, la fiesta que se organizaba en aquel lugar para despedir el año, era la más selecta de la época, alargándose la misma hasta ya bien entrados durante todo el día del uno de enero, por lo que al llegar la noche los asistentes a la misma caían rendidos en sus camas.

El grupo de ladrones estaba compuesto por ocho miembros, siendo los cerebros de la operación dos atracadores profesionales Samuel Nalo y Robert Comfort (y también contaba con otros participantes como Nick Sacco o Christie Furnari, pertenecientes a diferentes bandas mafiosas neoyorquinas).

Nalo y Confort habían estudiado durante las semanas previas el perfil de todos los asistentes a la gran fiesta que se celebraría en el Pierre para despedir 1971, cotilleando las páginas de sociedad de la prensa y enterándose del poder adquisitivo de cada uno de ellos, las joyas que disponían, etc.

En aquella época el hotel no disponía de cajas fuertes en cada habitación, sino que las cosas de valor se guardaban en una cámara acorazada que había junto al vestíbulo y en el que allí sí que había cajas individuales.

Todos los huéspedes, tras la celebración y antes de irse a acostar, iban pasando por la mencionada cámara acorazada y depositaban sus pertenencias más valiosas es sus respectivas cajas personales, donde eran custodiadas por guardias de seguridad.

Cuando faltaban diez minutos para las cuatro de la madrugada, de aquel 2 de enero del recién estrenado 1972, llegó a la puerta del Pierre una lujosa limusina de la que bajaron varios hombres, elegantemente vestidos y que formaban parte del séquito del doctor Foster (personaje que interpretaba Robert Comfort), quien había hecho una reserva días antes y anunciado que, por motivos del viaje, llegaría sobre esa intempestiva hora.

Se anunció al portero la llegada del Dr. Foster y este empleado avisó a la persona encargada de la recepción para que estuviese preparado y atender al ilustre huésped (debido a la hora que era el hotel contaba con un grupo muy reducido de trabajadores en aquel momento). Tal y como se introdujo el séquito en el vestíbulo, los atracadores sacaron sus armas de fuego y fueron reteniendo a todos y cada uno de los empleados del hotel que allí estaban, incluido algún que otro huésped que casualmente por allí transitaba en dirección a su habitación.

Se maniató a los rehenes, procediéndose a la entrada en la cámara de seguridad, donde los ladrones estuvieron abriendo un gran número de cajas (especialmente aquellas que sabían que pertenecían a las personas más ricas y en las que habría más cosas de valor).

Disponían de poco más de dos horas para efectuar el robo, ya que debían salir del hotel a las seis y media de la mañana como muy tarde, antes de que los trabajadores del siguiente turno (que empezaba a las siete) se presentaran allí.

A pesar de que se produjo algún contratiempo, los ladrones supieron esquivar las adversidades y salir de allí con tiempo suficiente y un botín que rondaba los 28 millones de dólares (de la época) en joyas y dinero en efectivo.

Entre las anécdotas que se produjeron durante el robo está la de un huésped retenido como rehén (ya que se encontraba fuera de su habitación en ese momento), quien se sintió repentinamente indispuesto por un fuerte dolor en el pecho y los atracadores buscaron en qué habitación había hospedado algún médico, fueron a buscarlo y, tras atender el facultativo a la persona indispuesta, también quedó retenido y maniatado por los ladrones.

También se dio una situación algo cómica y al mismo tiempo surrealista, ya que encontraron a otro huésped que había salido de su habitación para dirigirse a la de su amante en plena noche. Lo curioso del caso es que aquel tipo estaba en aquel hotel hospedado con su esposa pasando la luna de miel, pues se acaban de casar. Tanto el hombre como su querida fueron retenidos y llevados a la sala en la que se encontraba el resto de rehenes y ante el temor de que la recién casada se despertara y fuese a la búsqueda de su esposo y descubriese a los criminales en pleno robo, decidieron ir a por esta a la habitación y llevársela también como rehén, colocándola junto a su marido y la amante de éste.

Una vez efectuado el robo y con el tiempo ya justo para huir (se dejaron cerca de un centenar de cajas sin poder abrir), Robert Comfort dio a cada uno de los empleados del hotel, que habían retenido como rehenes, una propina de 20 dólares, pidiéndoles que no se movieran del sitio ni avisaran a la policía hasta pasados unos minutos con el fin de que les diera tiempo a huir y estos así lo hicieron.

Cuando la noticia del robo llegó a la prensa, se indicó que los ladrones se habían llevado un millón de dólares, posteriormente se dijo cuatro y mucho se tardó en reconocer que, en realidad, el botín robado estaba en torno a los 28 millones. La investigación policial llegó a poder localizar una pequeña parte de lo robado en las siguientes semanas y apresar a algunos miembros de la banda, aunque los únicos a los que se mandó a la cárcel fue a los cerebros del golpe, Samuel Nalo y Robert Comfort, quienes tan solo cumplieron 19 meses de condena.

La policía no pudo recuperar la mayor parte del botín, ya que la mayoría de joyas y dinero se lo quedó la mafia (algunos de sus miembros de esas bandas habían participado en el robo), dejando a Nalo y Confort sin su correspondiente parte, aunque tras mucho batallar con los gánsteres recibieron el equivalente a un millón y medio de dólares (de la época).

Fuentes de consulta e imagen: nypost/ nytimes (1) / nytimes (2) / thelineup/ newspapers

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