El jubilado que fue ejecutado por pintar grafitis en contra de Hitler

Últimamente estamos comprobando como ciertos grupos de
ciudadanos, de diversos lugares del planeta, descontentos con las políticas
económicas de sus respectivos gobiernos se manifiestan y exponen su malestar
por ello.

Personas desempleadas,
estudiantes o jubilados
son las más comunes en ese tipo de concentraciones callejeras. Los del
último grupo sobre todo ante la congelación y/o bajada de sus pensiones y por la pérdida de poder adquisitivo que
han sufrido en los últimos años.

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Pero las quejas de
los pensionistas
y personas de más edad en contra del sistema no es algo que
haya surgido en los últimos tiempos. Como colectivo hay infinidad de actos que,
a lo largo de la Historia, han destacado por ser llevados a cabo por los más
ancianos y, también, debemos tener en cuenta que muchas han sido las culturas y
sociedades en las que los órganos de consulta y decisión estaban en manos de
los más mayores, al considerarse que cuanto más edad tenía alguien más sabía
era (como era el caso, por ejemplo, de los Senadores
en la Antigua Roma
).

Tampoco podemos obviar algunos acontecimientos llevados a
cabo individualmente por pensionistas que, a modo de protesta, han querido
demostrar su descontento hacia alguna situación, como fue el caso de Wilhelm H., un jubilado berlinés de 72
años de edad que, en agosto de 1942 decidió realizar una pintada callejera en
un muro cercano a su casa en la que escribió:

“Hitler, asesino en
masa, debería ser asesinado, entonces la guerra terminará”

Las autoridades alemanas se preocuparon en borrar dicho
grafiti a las pocas horas tras el aviso que recibieron por parte de algunos
vecinos de aquel barrio. Se empezó a investigar quién podría haber sido el
responsable de tal pintada con el fin de darle caza y en un principio se tenía
el convencimiento que dichas palabras debían haber sido escritas por miembros
de algún grupo organizado de extrema izquierda contrario al régimen del Tercer Reich.

Pocas semanas después apareció otra pintada exactamente
igual a muy poca distancia de donde se realizó el primero y el operativo fue
exactamente el mismo. Se detuvo en un primer momento a ciudadanos sospechosos
de simpatizar con los comunistas, pero no existía ni una sola prueba que los
pudiese relacionar con los grafitis.

Pero el 28 de octubre de aquel mismo año, mientras un vecino
de aquel barrio berlinés iba de regreso a casa se topó con un hombre de
avanzada edad que estaba cerca de otra pintada exactamente a las anteriores que
acababa de ser realizada.

A pesar de ser un anciano de 72 años de edad lo agarró
fuertemente del brazo y lo llevó a la fuerza ante la Gestapo, donde lo
identificaron como Wilhelm H. (el apellido no trascendió), quien negó ser el
autor de dichas pintadas y se reafirmó en su declaración de inocencia, motivo
por el que finalmente fue puesto en libertad.

Pero las autoridades no quedaron totalmente convencidas con
las declaraciones del jubilado y decidieron ir a buscarlo dos semanas después
con el fin de interrogarlo de nuevo. Es muy posible que sufriera algún tipo de
tortura mientras era preguntado, debido a que en el informe posterior figura
que durante el interrogatorio se vino abajo y decidió confesar su culpabilidad
y autoría de los hechos.

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Wilhelm confesó que desde que había llegado Adolf Hitler al
poder, nueve años antes, había visto descender su pensión de jubilado hasta tal
punto en el que le era imposible vivir. En aquellos momentos cobraba
mensualmente 78,80 reichsmarks (la moneda de aquel entonces en Alemania) lo que
no les daba para vivir a su esposa y a él, ya que solo de alquiler ya pagaba
aproximadamente la mitad.

Por tal motivo deseaba que Führer
muriese y con él el Tercer Reich que tantos problemas ocasionaba a los
ciudadanos alemanes. No era una cuestión política ni ideológica, simplemente de
supervivencia.

Pero el tribunal que lo juzgó, el 8 de marzo de 1943, no
comprendió los motivos del anciano y se argumentó que las pintadas que realizó
fueron un grave delito debido a que con ello alentó a muchas personas que lo
leyeron a posicionarse en contra del Führer. También se le acusaba de ser un
traidor a la patria y la causa nacionalsocialista. Se indagó en su vida pasada
y se descubrió que, en sus años de juventud, Wilhelm H. había simpatizado y
votado al Partido Socialdemócrata, por lo que se le tachó de marxista. El haber
deseado la muerte de Hitler, mediante el grafiti, habría influido sobre los ciudadanos
berlineses a comportarse violentamente, según la conclusión del fiscal.

El tribunal que tan solo tardó una hora en juzgarlo y en
declararlo culpable de todos los cargos, imponiéndole como castigo la pena de
muerte mediante la guillotina, siendo ejecutado el 20 de mayo de 1943.

Fuentes de consulta e imagen: executedtoday
/ ‘One
Life’ de Tom Lampert
/ publicdomainfiles

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