La verdadera historia de ‘El renacido’

Uno de los estrenos cinematográficos más esperados de la
temporada es, sin lugar a dudas, la película ‘El Renacido’ (The Revenant) dirigida por Alejandro González Iñárritu y protagonizada magistralmente por Leonardo DiCaprio. Un film nominado en
una docena de categorías de los próximos Premios
Oscar
y que, de momento, ya ha conseguido llevarse el de mejor película,
director y actor en la 73ª edición de
los Premios Globo de Oro
.

‘El Renacido’ está basada en la vida real de Hugh Glass, uno de aquellos legendarios aventureros que
se hicieron famosos en el viejo Oeste durante las
primeras décadas del siglo XIX (en plena fiebre del oro) y que protagonizó un increíble viaje tras regresar de
entre los muertos.

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Hugh Glass se ganó la
vida explorando el terreno y, sobre todo, como trampero, intentando cazar
animales salvajes en las condiciones más inhóspitas. Fue
precisamente durante uno de sus viajes explorando los terrenos del río Misuri,
mientras trabajaba para el afamado comerciante de pieles William Henry Ashley,
donde nació la leyenda que lo llevó a la fama y a ser recordado a través de los
tiempos.

En 1822 fue contratado
por el empresario peletero, junto a un nutrido grupo de aventureros, con la
misión de remontar el río Misuri, explorar los terrenos y colocar
numerosísimas trampas con las que cazar un buen puñado de animales (especialmente osos
grizzlies).

En contra tenían un
terreno prácticamente desconocido, animales salvajes que podrían aparecer en
cualquier momento y, sobre todo, varias tribus de nativos salvajes entre los
que se encontraban los arikaras, conocidos por no ser nada hospitalarios con aquellos con los
que se encontraban merodeando por las tierras en donde habitaban.

Pero no fueron precisamente
esos indígenas el mayor de sus peligros en aquella aventura (sí una década
después), aunque tuvo algún que otro susto en varios ataques, sino que fue una
osa grizzly que
intentaba defender a sus cachorros quien lo atacó, dejándolo tan destrozado y malherido
que sus propios compañeros lo dieron por muerto.

Mientras el resto de la
expedición continuó con el trabajo, dos de ellos se quedaron junto al cuerpo de
Hugh Glass para amortajarlo y darle sepultura,
desconociendo que realmente (a pesar de la apariencia) seguía todavía con vida.
La presencia de unos arikaras hizo huir a esos dos hombres, dejando abandonado
lo que ellos creían que era un cadáver, por lo que se llevaron consigo todas
las pertenencias de Glass.

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A pesar de tener un gran
número de fracturas, huesos rotos, partes de su cuerpo desgarrados y a la vista
por los feroces golpes que le dio la osa, la increíble fortaleza física de Hugh
Glass hizo que éste volviese en sí y tras intentar curarse las heridas
emprendió un increíble viaje de regreso a través de unos terrenos totalmente
inhóspitos, sin ningún tipo de arma ni herramienta y con el cuerpo hecho
trizas.

El lugar habitado más
cercano a donde se encontraba era Fort Kiowa, a
más de trescientos kilómetros de distancia, por lo que emprendió el viaje por el
que sería recordado y ‘tras regresar de entre los muertos’, ya que John Fitzgerald y Jim Bridger (los
hombres a los que dejaron a su cuidado, lo dieron por muerto y huyeron con sus
pertenencias) dieron la noticia de que Glass había fallecido a consecuencia del
ataque de la osa.

Las crónicas de la época
relatan cómo partes del cuerpo de Hugh Glass habían empezado a gangrenarse y
éste había hecho que unos gusanos le devorasen la carne muerta y putrefacta.

Toda una odisea a lo
largo de las siguientes semanas en las que se encontró con todo tipo de
peligros y que los fue superando y/o sorteando a pesar de su débil estado. La
fortuna lo llevó a toparse con un grupo de nativos que, en lugar de rematarlo,
lo que hicieron fue ayudarle a curar sus heridas, cosiéndole una piel de oso en
la espalda para no dejar al descubierto las heridas. Le proporcionaron algo de
comida (aunque también era escasa para éstos) pero siempre era mucho más que
las raíces y bayas silvestres con las que se había estado alimentando durante
los últimos días.

Esto le proporcionó algo
de fuerza para llegar hasta el rio Cheyenne y, tras construir una rudimentaria
balsa, poder seguir su camino. A lo largo de seis semanas recorrió los
interminables 300 kilómetros que lo separaban de Fort Kiowa.

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Tal y como apareció por
allí, donde no se le esperaba al darlo por muerto, empezó la leyenda de Hugh
Glass, a quien las viejas creencias de la época
hicieron pensar a todos que había regresado de entre los muertos.

A pesar de todo lo
padecido durante la expedición, Glass continuó una década más trabajando como
explorador y trampero, hasta que en 1833 encontraría la muerte (esta vez sí) a
manos de un grupo de indios arikara.

Cabe destacar que la
película ‘El Renacido’
(The Revenant) no ha sido la primera en rodarse sobre la historia de Hugh Glass, encontrándonos que en
1971 se estrenó con gran éxito el film ‘El
hombre de una tierra salvaje’
 (Man
in the Wilderness).

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