La última gran expedición de Percy H. Fawcett

Son muchos los novelistas que han escrito un buen número de sus obras basándose en hechos y personajes reales que, tiempo atrás, vivieron grandes aventuras y les sirvieron de inspiración.

Uno de esos ejemplos podemos encontrarlo en Arthur Conan Doyle, quien escribió su novela «El mundo perdido» en base a los informes que dejó uno de los exploradores y aventureros más famosos e importantes del siglo XIX: Percy H. Fawcett.

Considerado como un hombre todo terreno, Fawcett tocó a lo largo de su vida numerosas disciplinas, ejerciendo como militar, explorador, escritor, topógrafo, agente secreto y, sobre todo, aventurero.

La solida posición económica y social de su familia le ayudó a codearse desde joven con ilustres personajes de la época que pertenecían a la “Geographical Society of London”, entre los que se encontraban Charles Darwin, David Livingstone o Robert Falcon Scott, grandes influencias para el protagonista de nuestra historia.

Su afán por investigar y explorar lo llevaron a vivir innumerables viajes de los que dejó buena cuenta a través de la obra escrita por él.

Su contacto, a través de su hermano Edward, con los grupos ocultistas que se reunían en Londres hizo que quedase fascinado por todo lo relacionado con lo paranormal y quisiera adentrarse a explorar aquellos lugares en los que, según algunos escritos, se escondían antiguas y misteriosas civilizaciones.

Esto lo llevó a creer ciegamente en la veracidad sobre el Manuscrito 512; el cual tenía diez páginas y fue descubierto en el año 1753, llegando a fascinar a Fawcett con el relato de una misteriosa ciudad escondida que se encontraba en plena selva de las regiones interiores del sudoeste de Brasil.

Bautizada como “ciudad Z”, el aventurero se dispuso a viajar hasta las mismísimas entrañas de esa selva y dar con ese lugar que había llegado a convertirse en toda una obsesión para él. El regalo de una estatuilla de basalto, relacionada, según averiguó, con la mítica civilización de la Atlántida, hizo que quisiera ahondar e investigar más sobre la conexión entre ésta y ‘Z’.

El presente había sido realizado por parte de su amigo, el escritor y también aventurero de la época, Henry Rider Haggard, quien animó a Percy a realizar el que sería su gran y última aventura… intentar descubrir la ciudad perdida.

Tras varios viajes de reconocimiento, en 1925, con 58 años de edad y junto a un escaso número de acompañantes (su hijo Frank y dos personas más) emprendió la aventura para encontrar la ciudad Z. Las últimas noticias que se tuvieron del equipo fue un telegrama que mandó el propio Percy a su esposa el 29 de mayo de ese mismo año, justo en el momento anterior a adentrarse en la peligrosa selva brasileña para no salir jamás de ella.

En ésta habitaban, por aquel entonces, múltiples tribus indígenas, las cuales jamás habían tenido contacto alguno con otros seres humanos, por lo que, según apuntan todas las teorías e investigaciones, lo más probable es que el equipo de expedicionarios encabezado por Percy H. Fawcett se topase con alguna y acabasen siendo apresados y/o asesinados.

Los más románticos prefieren pensar que los aventureros pudieron dar con la misteriosa ciudad perdida y se quedaron a vivir allí para el resto de sus días. Pero, por muchas expediciones que se hayan realizado en las nueve décadas que han pasado desde entonces, jamás se ha encontrado evidencia alguna de la existencia de dicho lugar ni pista alguna que pudiese aclarar cuál fue el destino real de Percy y sus acompañantes.

Todo un curioso hombre que sirvió para inspirar a numerosos personajes que hemos podido encontrarnos tanto en la literatura como en el cine.

Fuente de consulta: percyhfawcett