Un macabro crimen de 1924 fue el que originó el uso de guantes de goma en las investigaciones policiales

Estamos acostumbrados a ver, a través de las series de televisión y las películas, el típico ritual que realiza la policía de ponerse unos guantes al llegar a la escena de un crimen. Deben tocar objetos e incluso los restos mortales, por lo que el uso de esos guantes evita que dejen sus propias huellas e incluso borren sin querer alguna pista que les pueda conducir a descubrir al asesino.

Encontrados bajo un aparcamiento unos restos que podrían pertenecer a Ricardo III

«¡Un caballo, un caballo, mi reino por un caballo!» es, posiblemente, una de las frases más famosas que se han pronunciado sobre un escenario de teatro. Su autor fue el incombustible William Shakespeare, quien supo ponerla magistralmente en boca de Ricardo III, el protagonista de una de sus obras más representadas, y que dedicó a uno de los reyes más infames que dio la historia de la monarquía en Inglaterra.