Numerosos son los museos repartidos por todo el mundo que nutren sus exposiciones con obras o material expoliado de otras naciones.
Este es el caso del Museo de Historia Natural de Francia y en cuyas vitrinas fue a parar los restos de un meteorito caído en la provincia de Burgos el 8 de julio de 1811.
A las ocho de la tarde de aquel caluroso día de verano, los habitantes de Berlangas de Roa fueron testigos de algo inaudito, el sonido de cinco estruendosos ruidos que recordaba a las detonaciones de un cañón y a los que siguió la caída de un extraño objeto que provenía del cielo y que levantó una enorme polvareda tras impactar contra el suelo.
Atónitos pudieron comprobar cómo se había hecho un socavón de dos metros y medio de profundidad. En el centro se encontraba una pieza que tenía el aspecto de una piedra y cuyo color rojizo llamó enormemente la atención de los testigos.
La casualidad había hecho que un pelotón de soldados franceses se encontrase en la zona bajo el mando del general Jean Marie Dorsenne, quien se personó hasta el lugar para comprobar de qué se trataba tal extraño hallazgo y mandó trasladarlo para su estudio y observación hasta el «Jardin des Plantes de Paris», perteneciente al Museo de Historia Natural de Francia.
Pero ¿por qué el meteorito fue a parar a Francia y no se quedó en España?
La respuesta es tan sencilla como el hecho de tener en cuenta que, por aquella época, España se encontraba gobernada por José Bonaparte, hermano del emperador francés Napoleón, por lo que se consideró que el extraño artefacto caído del cielo lo había hecho en suelo galo. Jean Marie Dorsenne en aquellos momentos era el Gobernador de Burgos y, por lo tanto, máxima autoridad de la zona.
Cabe destacar que muchos fueron los soldados franceses que atribuyeron los estruendosos ruidos al ataque de tropas españolas e incluso quién pensó que podría tratarse de algo relacionado con la brujería, debido al desconocimiento que había por aquel entonces de todo lo relacionado con el fenómeno de los meteoritos.
A lo largo de los dos siglos que han trascurrido desde que impactó contra el suelo el ‘Berlanguillas’ (nombre que se le dio al meteorito), no se conoce que se haya realizado petición formal alguna por parte del ninguno de los gobiernos que ha habido en España desde entonces, siendo el consistorio actual del municipio de Berlangas de Roa quién solicitó hace un año (coincidiendo con el 200 aniversario) la entrega de uno de los fragmentos en los que se dividió; acogiéndose a la Ley de Patrimonio Natural y Biodiversidad de 2007, la cual determina que se considera parte del patrimonio ecológico nacional todos los meteoritos caídos en territorio español.
Transcurrido el tiempo, el meteorito ha sido fragmentado en siete pedazos, que actualmente se encuentran repartidos por el mencionado museo parisino y poblaciones tan dispares como Viena, Londres, Chicago, Budapest y Berlín, así como en el Vaticano, pero ninguno ha regresado hasta su país de origen.
Fuentes de consulta: agenciasinc / The Meteoritical Society