Durante muchos años los relatos y crónicas referentes a los héroes que tomaron parte durante la Segunda Guerra Mundial se referían en su mayoría a hombres, obviando casi por completo que un gran número de mujeres tuvieron un protagonismo importantísimo durante todos esos años, en los que desarrollaron grandes gestas.
A través de ¡QUÉ HISTORIA!, varias son las entradas que os he traído y en las que os he explicado curiosos relatos de mujeres dignas de nombrar, conocer y admirar.
En el post de hoy os vengo a hablar de Noor Inayat Khan, descendiente directa del Sultán Fateh Ali Tipu, y por lo tanto ‘princesa india’, aunque nunca ostentó ese privilegiado estatus, sino todo lo contrario, ya que la humildad en su forma de ser fue una de sus características.
[Relacionado: Odette Hallowes, una valiente ama de casa y espía]
El padre de Noor era un famoso y reputado pacifista que se había casado con una norteamericana. Ambos viajaron en la primera década del siglo XX hasta Rusia, donde fueron invitados por el Zar Nicolás II.
Allí estaban viviendo cuando la esposa se puso de parto y dio a luz a Noor en el mismísimo Kremlin, el 1 de enero de 1914. Poco tiempo después, y tras las primeras revueltas bolcheviques y el inicio de la IGM, la familia se trasladó a vivir hasta Londres y unos años después a París.
Desde bien jovencita tuvo muchas inquietudes artísticas, siendo matriculada en el conservatorio de música, además de escribir cuentos infantiles y libros de poesía.
Pero, a pesar de tener un padre pacifista, Noor tenía una pequeña vena reivindicativa y rebelde, la cual dejaba aflorar de vez en cuando ya que se dedicaba a boicotear intereses británicos, debido a que era una ferviente opositora del colonialismo ejercido por el Reino Unido.
Pero su forma der ser antibritánica cambió radicalmente cuando los nazis comenzaron a extenderse por Europa, sembrando el continente de terror y xenofobia. Fue entonces cuando tuvo muy claro que, de pertenecer a algún bando, éste tenía que ser al lado de Gran Bretaña y sus aliados.
Viajó de vuelta a Londres donde contactó con miembros de la recién fundada SOE, la organización de operaciones especiales ideada por el propio Winston Churchill que fue conocida como «Los Irregulares de Baker Street».
Su amplio conocimiento de varias lenguas, además de su alto nivel intelectual, hizo que fuese admitida en la organización y se la preparase para realizar tareas de operadora de radio en la Francia ocupada.
A partir de aquel momento el nombre en clave de Noor Inayat Khan pasó a ser ‘Madeleine’. A mediados de 1943 fue enviada al continente, desde donde ejercería la misión encomendada, convirtiéndose en la primera mujer espía que trabajaba como operadora de radio durante una guerra.
Su trabajo fue de gran ayuda para los miembros de la Resistencia francesa, intercambiando información de gran valor entre éstos y la central de inteligencia militar de Londres.
Pero como en tantísimas ocasiones ha ocurrido durante una guerra, una infiltrada en el grupo de resistencia francés terminó traicionando y trasladando información al enemigo, en este caso la Gestapo, quienes tuvieron conocimiento de la presencia de Madeleine y de la misión que estaba llevando a cabo, iniciándose una trepidante persecución para dar con ella y sus colaboradores.
[Relacionado: Nancy Wake, una valiente mujer de armas tomar]
La astucia de Noor la llevaba a estar en continuo movimiento, trasladándose de un punto a otro del país en bicicleta y cargada con el radio transmisor.
Fue capturada por los alemanes en octubre de 1943, tras cuatro meses realizando un gran trabajo, y aunque logró escapar en un par de ocasiones, finalmente la apresaron y con ella numerosa información de vital importancia para los intereses nazis y con la que pudieron tender varias trampas a miembros de la resistencia y así poder apresarlos.
Los siguientes meses los pasó encerrada, siendo torturada para que diese mucha más información de la que le habían requisado, pero la joven (que por aquel entonces contaba con 30 años) se negó a colaborar con las fuerzas de Hitler.
Algo que hizo que finalmente se decidiese ejecutarla de un tiro en la cabeza, el 13 de septiembre de 1944, en el Campo de concentración de Dachau donde había sido trasladada un par de días antes.
Varias fueron las condecoraciones y títulos póstumos que se le concedieron gracias a su valentía y valía, siendo la primera mujer de origen asiático a la que se le erigió un busto en el Reino Unido.
Fuentes de consulta: merepix / bbc
Crédito imágenes: Wikimedia Commons / merepix / hindustantimes