Los intereses ocultos de EEUU tras la masacre ordenada por Stalin en Katyn

El 10 de abril de 2010 un avión Tupolev Tu-154 de la fuerza aérea polaca sufrió un terrible accidente, causando la muerte a todos sus ocupantes entre los que se encontraba el Presidente de Polonia, Lech Kaczyński, junto a su esposa, toda la plana mayor del ejército y un nutrido grupo de representantes parlamentarios así como del gobierno.

Mucho se ha especulado en los dos años que han trascurrido desde el fatal accidente y muchas son las teorías conspirativas alrededor de él. Pero dejando al margen los motivos del mismo, lo que deseamos destacar en la entrada de hoy en ‘¡QUÉ HISTORIA!’ era el lugar al que se dirigía el vuelo que llevaba a bordo a las personalidades más importantes del estado polaco.

El aeropuerto de destino y en el que hubiese tenido que aterrizar el avión está situado en Smolensk, capital de la región rusa en la que se encuentra Katyn, el lugar donde se produjo en la primavera de 1940 uno de los mayores genocidios a manos de los bolcheviques.

Se cumplía el 70º aniversario de uno de los hechos más atroces cometidos contra la humanidad y en el que, por orden del mismísimo Iósif Stalin, se acabó con la vida de 22.000 polacos que fueron vilmente asesinados por miembros de la NKVD, las milicias bolcheviques con funciones policiales creadas tras la revolución de 1917 y que desarrollaron una atroz represión hacia todo aquel que no comulgaba con el ideal comunista.

Los miles de cuerpos fueron apilados en fosas comunes que se abrieron en el bosque de Katyn, quedando ocultos durante dos años, hasta que en 1943 el ejército alemán tras adentrarse en suelo ruso lo descubrió y realizó una denuncia internacional, culpando a la Unión Soviética de la matanza, mientras que el gobierno de la URSS negó rotundamente haber realizado tal genocidio, ya que había planificado todo para que dicha masacre pareciese que había sido realizada por miembros del ejército nazi, al utilizar en los fusilamientos armamento de fabricación alemana.

Los líderes políticos de los países aliados se creyeron la versión dada por el Kremlin, quedando dicho crimen sin castigo alguno.

Pero en realidad, tal y como se ha conocido recientemente tras salir a la luz la documentación desclasificada por el Archivo Nacional de EE.UU., tanto Winston Churchill como Franklin Delano Roosevelt estaban bien enterados del asunto y conocían de antemano que el responsable que ordenó dichas ejecuciones fue el propio Stalin.

El motivo por el que no intervinieron y miraron hacia otro lado fue por el importante valor que representaba tener a la Unión Soviética como aliada. Por una parte Churchill los necesitaba para la guerra en la que estaba participando y la cual no estaba ganando.

Por su parte, el norteamericano Roosevelt había decidido guardarse un ‘As’ en la manga en caso de tener que entrar en la contienda; como ocurrió finalmente en 1941, tras el ataque japonés a Pearl Harbor y que propició la participación de Estado Unidos en la misma.

El mutismo del presidente estadounidense condicionó el compromiso soviético en su ayuda en la guerra de los norteamericanos contra Japón. Este pacto de silencio duró por parte de los comunistas hasta 1990, año en el que la URSS, en plena Perestroika llevada a cabo por Mijaíl Gorbachov, reconociendo su autoría en la masacre y pidiendo oficialmente perdón a las autoridades polacas.

Pero han tenido que pasar otras dos décadas más para que Estados Unidos haya reconocido su parte de culpa en todo este asunto y confirmar que estaba al corriente de lo que sucedió en la masacre de Katyn.