En las décadas de los años 50 y 60 del pasado siglo XX, una de las mayores obsesiones por parte del gobierno de los Estados Unidos era lograr que pudiera volar cualquier tipo de artilugio.
El desarrollo de la aeronáutica contaba con los mejores investigadores y tras la prioritaria conquista del espacio se situaba la ambición de conseguir que los soldados pudiesen trasladarse a diferentes puntos a través de plataforma unipersonales que se alzasen unos metros sobre el suelo.
Los ingenieros de las principales empresas aeronáuticas empezaron a presentar prototipos que estaban más cerca de las historias de ciencia ficción que de la realidad. Diseños de artilugios inimaginables que tenían que competir para conseguir ser el elegido por la administración con la finalidad de poder trasladar de forma cómoda y eficaz a un soldado de un punto a otro.
Pero no todo eran pequeños vehículos provistos de unas aspas y sobre el que se iba montado, sino que se llego a diseñar hasta un jeep que podía alzarse varios metros sobre el suelo y que iba provisto de dos potentes ventiladores con motores de 180 caballos de potencia que conseguía impulsarlo verticalmente.
El objetivo del VZ-8 Airgeep, construido por la empresa Piasecki, no era tener que volar todo el tiempo, sino poder salvar cualquier obstáculo que se encontrase por el camino y el modo más rápido y efectivo era sobrevolándolo.
A pesar de que se realizaron múltiples pruebas y la mayoría de estas fueron satisfactorias, se decidió abandonar el proyecto de desarrollo del Airgeep, debido a que no terminaba de convencer la falta de robustez del jeep volador, aparte de que el cálculo de los gastos de mantenimiento de cada uno de los aparatos era cuantioso.
Por su parte, otras empresas aeronáuticas estaban intentando desarrollar al mismo tiempo diferentes prototipos de artilugios que ayudasen a desplazarse individualmente a los soldados; siempre mirando como objetivo la finalidad militar del invento.
La empresa de helicópteros Lackner fue una de las primeras en formar parte de esta carrera para ver quién era el primero que desarrollaba un proyecto sólido y era aceptado. En 1954 presentó uno de los aparatos que más posibilidades tuvieron de ser elegido.
El HZ-1 Aerocycle consistía en una plataforma de la que, bajo los pies del piloto-ocupante, salían unas aspas de helicóptero que, junto a un motor de fuera borda con una potencia de 40 caballos, lo elevaba y lograba su desplazamiento.
Pero a pesar de su sencillo manejo, el HZ-1 Aerocycle no disponía de la suficiente seguridad, tal y como se demostró en las dos caídas que sufrió el capitán Selmer A. Sundby, un experimentado piloto con más de 1.500 horas de vuelo, encargado de probarlo.
Hiller Aviation también presentó su plataforma voladora: el VZ-1 Pawnee, otra de las que más opciones tuvo de ser la elegida, pero, una vez más, la falta de seguridad y su limitación en la velocidad de vuelo, hicieron que se descartase.
Tras dos décadas de experimentación e inversión multimillonaria, el ejército norteamericano decidió dar por terminado el proyecto y abandonarlo definitivamente, centrándose en aquellos aparatos que habían tenido una gran evolución en los últimos años y cuya seguridad era casi absoluta: los helicópteros.
En los siguientes vídeos tendréis la oportunidad de ver cómo funcionaban los prototipos mencionados en este post.
Fuentes de consulta: hiller / damninteresting