Muchísimas son las mujeres que tuvieron un papel destacado como espías y agentes secretos durante la Segunda Guerra Mundial, pasando a formar parte de la Historia; pero una de ellas destaca por ser la más condecorada por los aliados, al mismo tiempo que se convirtió en una de las personas más buscadas por la Gestapo.
Nancy Wake era de origen neozelandés, pero a los 16 años decidió fugarse de su casa y viajar en busca de nuevas emociones. Su primera parada fue la ciudad de Nueva York donde llegó con 200 libras que había heredado tras el fallecimiento de su tía.
Tras un corto periodo allí, en 1930 se trasladó hasta Londres donde se formó para poder trabajar como reportera en algún periódico. Su carácter abierto y extrovertido le ayudó a conocer a importante gente relacionada con la profesión.
Sus ganas por aprender y hacer algo importante la llevaron hasta París, donde encontró un puesto como corresponsal en Europa de una de las más importantes corporaciones periodísticas de los Estados Unidos, lo que le abrió las puertas para asistir a innumerables actos sociales que se celebraban en la capital francesa y desde allí también pudo ser testigo del ascenso al poder de los nazis en Alemania.
El inicio de la Segunda Guerra Mundial coincidió con su boda con Henri Edmond Fiocca, un rico empresario de origen francés que la trasladó a vivir a una lujosa villa de Marsella. Pocos meses después el ejército nazi invadió Francia y Nancy, sin pensárselo dos veces, decidió colaborar con la Resistencia y hacer frente a los alemanes.
Innumerables fueron las misiones en las que participó y en las que se comportó como uno más de las cuadrillas de maquis franceses, que en más de una ocasión pusieron en duda su feminidad. El apoyo que recibió por parte de su marido fue fundamental, quién ayudó a la Resistencia aportando grandes sumas de dinero.
Las numerosas misiones en las que logró engañar y escurrir a los soldados nazis sirvió para que la Gestapo la bautizara como ‘ratón blanco’, ya que no hubo manera de dar con ella y siempre lograba escapar de las emboscadas que los alemanes le iban preparando.
Tal era la obsesión de los mandos nazis por darle captura que llegaron a poner un precio por su cabeza: cinco millones de francos para aquel que la atrapase y la llevase ante las autoridades, viva o muerta.
En 1943 el cerco sobre Marsella obligó a Nancy a tener que huir hacia España para poder llegar hasta Gibraltar y allí embarcarse rumbo a Gran Bretaña, pero en la ciudad de Toulouse fue detenida por un control rutinario por las milicias francesas de Vichy que la confundieron con otra miembro de la Resistencia que había hecho explotar una bomba en un cine.
Tras cuatro días encarcelada y sufrir todo tipo de torturas y vejaciones, fue liberada sin decir ni una sola palabra y gracias al testimonio de un conocido que dijo a las autoridades que eran amantes y que ese era el motivo por el que Nancy se encontraba en aquella ciudad.
Finalmente pudo traspasar los Pirineos y tras un periplo logró llegar a Londres, lugar en el que habían llegado las fabulosas historias de sus gestas, por lo que se le propuso unirse al SOE, el ejército secreto de Churchill con el que, tras un exhaustivo entrenamiento volvería a Francia para intervenir en la coordinación de la Resistencia ante el desembarco de Normandía.
El SOE la apodó como Heléne y con este nombre se movió por territorio francés, mientras reclutaba a más de siete mil maquis a los que dirigió en una sangrienta lucha frente a 22.000 soldados nazis, de los que mataron a 1.400 alemanes y ellos tan solo sufrieron la baja de un centenar de efectivos.
Muchas fueron las gestas que acabaron reconociendo a Nancy como una de las heroínas más importantes de la Segunda Guerra Mundial y recordado fue el viaje de 800 kilómetros que realizó en bicicleta, sin dejar de pedalear durante 72 horas, y con el que los aliados pudieron reemplazar los códigos de comunicación telefónica.
Tras la finalización de la guerra, Nancy Wake se convirtió en la mujer más condecorada por parte de los aliados y pasó a formar parte de la galería de nombres ilustres del siglo XX.
Pero toda esa alegría por los méritos reconocidos se vino abajo cuando se enteró del fallecimiento de su marido Henri Edmond, quien había sido apresado por la Gestapo en 1943 (tras la marcha de Nancy de Masella) y torturado hasta morir, con el fin de que confesara el paradero de su esposa. Secreto que se llevó con él a cambio de su vida.
Nancy Wake falleció a la edad de 98 años el 7 de agosto de 2011, después de vivir una apasionante vida.
Fuentes de consulta: The economist / The telegraph / Wikipedia