Los años de la Ley Seca, cuando tras la ley se hizo la trampa

A lo largo de los años en los que estuvo en vigor la Ley Volstead (1920-1933), más conocida como Ley Seca, muchas de las ciudades y poblaciones de los Estados Unidos se convirtieron en los lugares más inseguros y con una mayor tasa de criminalidad y delitos de todo el planeta.

Los sectores más conservadores del país quisieron poner freno al descontrol etílico que se estuvo llevando a cabo por muchos ciudadanos desde los inicios del siglo XX, motivo por el que se tomaron una serie de medidas drásticas para acabar con el consumo desmedido y excesivo de alcohol por parte de la población.

Uno de los más fervientes defensores a poner fin a la destilación, venta y consumo de bebidas alcohólicas fue el Senador Andrew Volstead (motivo por el que la ley lleva su apellido).

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El fanatismo religioso de Volstead le hacía estar convencido de que tras el alcohol se escondía el diablo y toda una perversa vida de vicios, por lo que abogaba por una nueva nación, limpia de pecado y pecadores, donde los hombres y mujeres viviesen en armonía y encomendados a Dios.

El Senador Andrew Volstead impulsor de la Ley Seca que llevó su nombre (Wikimedia commons)

Pero como suele ocurrir en estos casos y tal y como dice la famosa expresión: ‘hecha la ley, hecha la trampa’, por lo que rápidamente empezaron a surgir numerosísimas destilerías clandestinas, locales camuflados en los que se servía bebidas alcohólicas en la parte trasera y se montó toda una perfecta red de tráfico y venta ilegal.

Fueron los años dorados de los grupos mafiosos que se movían por todo Estados Unidos, pero cabe destacar los gánsters que operaban en Chicago, con el famoso Al Capone a la cabeza del ‘Sindicato del crimen’, una peligrosa organización que controló toda la red de distribución en los garitos en los que se servía clandestinamente.

La Ley Seca trajo consigo un efecto contrario al deseado, fomentándose no solo la bebida de forma ilegal, sino que a su alrededor se crearon toda clase de turbios negocios relacionados con el juego, la prostitución, extorsión y drogas.

Todas las instituciones relacionadas con el Gobierno, ayuntamientos, cuerpos de policía, juzgados, etc, se llenaron de personajes corruptos que conseguían pingües beneficios a condición de hacer la vista gorda y mirar hacia otro lado. Un gran número de políticos eran corruptos y aprobaban leyes que beneficiaban a los miembros del Hampa.

La picaresca llevó a hacer múltiples e ingeniosas trampas y ya que estaba prohibido el alcohol, algunas marcas de productos (como un zumo de naranja para bebés) aprovechaban para poner advertencias en sus envases que decían: «!ATENCIÓN¡: el contenido de este paquete no debe ponerse en una vasija de barro, mezclarlo con 100 gr de levadura y ocho litros de agua, porque entonces se obtendría una bebida alcohólica cuya fabricación está prohibida».

Durante esos años también hubo una palabra que se puso muy de moda: ‘speakeasy’, que era el modo a como se le llamaba a los establecimientos en los que (de una manera ilegal y secreta) se servía cualquier tipo de licor y alcohol.

La palabra nace de ‘speak easy’ (habla tranquilo, despacio, bajito…) que era lo que los camareros aconsejaban a sus clientes que ya llevaban alguna que otra copa de más y levantaban la voz un poco más de lo normal, con el peligro de ser escuchados desde el exterior y ser descubiertos.

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Miles de litros de alcohol acabaron en las alcantarillas durante la Ley Seca (Wikimedia commons)

Todo esto ayudó para que el 5 de diciembre de 1933 se derogara la Enmienda XVIII en la que se prohibía la venta y consumo de bebidas alcohólicas. Una medida que llegaba algo tarde, ya que a lo largo de los anteriores 13 años se había corrompido gran parte de la nación y de sus ciudadanos.

Muchos son los expertos que apuntan la teoría de que no se derogó antes la ley porque había demasiados intereses económicos creados y un gran número de políticos de primer nivel se estuvieron beneficiando de todas esas trampas que nacieron a raíz de una ley que jamás se debió aprobar.

Como dato anecdótico, también cabe destacar a aquellos estados que tras la derogación de la Ley Volstead siguieron manteniendo algunos aspectos de la prohibición y si bien se permitió la destilación y consumo, sin embargo no se podía vender en ningún establecimiento, como fue el caso de Tennessee.

Fuentes de consulta: animalnewyork / curistoria / wikipedia