Cuando un grupo de investigadores realiza un hallazgo arqueológico sin precedentes o de gran valor. ¿A quién pertenece? ¿Quién es el propietario por derecho de esos restos?
Desde hace varias décadas, la ciencia y las humanidades andan peleadas para tratar de averiguar qué se debe hacer con los restos que se encuentran en las excavaciones arqueológicas y así poner fin a un largo litigio entre las universidades que las albergan y las comunidades tribales norteamericanas.
Unos intentan convencer a los otros de la conveniencia de investigar para conocer cómo era la vida de los primeros pobladores que habitaron en el norte del continente americano. Por su parte, los descendientes de las tribus autóctonas se sienten ofendidos por el uso que se hace de los restos de sus antepasados, exigiendo la devolución para poder volver a darles sepultura.
¿Qué debería primar, el interés por conocer y evolucionar o el respeto a unas tradiciones ancestrales?
Más de 160.000 restos humanos se encuentran repartidos en las más de 650 universidades, museos e instituciones de investigación, con el propósito de conocer y averiguar el máximo posible sobre los orígenes de los primeros americanos. Y a pesar de que hace un par de décadas se comenzó a legislar al respecto, para llegar a un punto de encuentro en el que retornar los restos de nativos a sus descendientes, no se ha encontrado la fórmula perfecta y adecuada para realizarlo de un modo en el que no afecte a las investigaciones y desarrollo de los estudios arqueológicos.
Llama la atención el litigio que presentó años atrás el grupo tribal kumiai, en el que reclamaban unos restos hallados, en 1976, en un acantilado al sur de California y que se remontan a cerca de diez mil años. Dichos cuerpos están considerados por la comunidad científica como un tesoro de valor incalculable para el estudio y comprensión de la historia de la humanidad y los primeros pobladores continentales de los Estados Unidos y que han sido catalogados como “los restos humanos más antiguos del hemisferio occidental”.
Pero no sólo es este colectivo tribal el que se encuentra reclamando los restos de sus antepasados. Descendientes de la tribu Kumeyaay están haciendo lo propio por los que consideran sus ancestros, sintiéndose ofendidos por el trato que se les da a los restos, ya que para ellos representa una grave falta de respeto hacia sus costumbres y tradiciones. Señalan a los científicos y arqueólogos de “ladrones de tumbas”, acusándolos de desvalijar aquellos lugares sagrados donde se encontraban enterrados sus antepasados.
A pesar del intento por ambas partes, con la mediación de representantes gubernamentales, no se termina de llegar a un término medio en algún tipo de acuerdo que satisfaga a todos.
Los colectivos tribales se creen propietarios con derecho de todo aquello que se ha encontrado y albergaban las tierras ancestrales de sus antepasados y que estos deben volver allí para ser nuevamente enterrados.
Algunos antropólogos se oponen a retornar algo que consideran tan valioso para sus investigaciones. Unos restos que pueden ayudarles a investigar y averiguar cómo vivían, de qué enfermaban y por qué morían los primeros pobladores, así como para poder estudiar y entender la actual medicina y su evolución desde las comunidades indígenas, comprendiendo mucho mejor algunas enfermedades, como la diabetes (entre otras).
Los investigadores están convencidos de que, aunque debería primar el interés público y científico, finalmente van a tener que devolver la mayoría de los hallazgos arqueológicos y, aunque se resisten a hacerlo, debe regularlo adecuadamente, incorporando a los equipos y universidades suficiente personal para realizar los estudios correspondientes para saber qué resto pertenece a cada tribu y ser devuelto correctamente.
Pero no todos los antropólogos están convencidos o conformes con la pertenencia de los restos a según qué colectivo tribal, como es el caso de la universidad de San Diego, que pone en duda y niega que los hallazgos que tienen en su poder pertenezcan a la tribu de los Kumeyaay. Sus razonamientos se basan en que los antepasados Kumeyaay cuando morían eran cremados y no enterrados. Pero los representantes actuales basan su convencimiento en historias orales que han pasado de boca en boca desde hace miles de años, lo cual les conecta directamente con los restos de sus antepasados.
Sea como fuere, y a pesar del esfuerzo de la administración norteamericana, el litigio entre los colectivos científicos y tribales va a ir para largo, no satisfaciendo, sea cual sea el resultado final, a alguna de las dos partes.
Post publicado originalmente para Yahoo! Noticias España el 19/1/2012:
https://es.noticias.yahoo.com/blogs/cuaderno-historias/litigio-entre-investigadores-y-nativos-americanos-por-unos-162218661.html
Fuente de consulta: Yahoo! News