La revuelta campesina del siglo XIX contra la llegada de las máquinas trilladoras

A lo largo de gran parte de la Historia de la humanidad la
agricultura ha sido la principal actividad laboral y de sustento de la inmensa
mayoría de personas que han vivido en este planeta.

Hasta bien entrados en el siglo XVIII se calcula que el 70
por ciento de la población se dedicaba a tareas agrícolas o subsistía de
aquello que le daba la tierra. Fue a partir de la conocida como ‘revolución industrial’ cuando un gran
número de personas dejaron sus oficios de campesino y se incorporaron como
trabajadores en las fábricas.

Pero quienes decidieron continuar viviendo de aquello que
les proporcionaba su trabajo en la tierra vieron como la evolución y
modernización de la sociedad creaba grandes máquinas que eran capaces de hacer el trabajo de varios campesinos.

Hoy en día la trilladora
es algo de lo más común para cualquier agricultor, pero hace dos siglos se vio
la aparición de estas máquinas como una autentica amenaza para sus puestos de
trabajo. Hasta entonces se había estado trillando manualmente (separar el grano
de cereal de la paja) un trabajo que requería de mucho tiempo, personal y
dedicación, pero una sola de esas máquinas era capaz de hacer el trabajo de
varios campesinos y, además, en la mitad de tiempo.

También se debe tener en cuenta que eran numerosos los agricultores que no poseían tierras propias
y que trabajaban para terratenientes que los tenían contratados
. La llegada
de las trilladoras o las cosechadoras amenazaba sus puestos de trabajo y, a la
larga, salía más rentable a los
terratenientes
.

Muchos fueron los que se quedaron desempleados a causa de la
modernización de la agricultura e incluso vieron como sus salarios se reducían drásticamente.

Ese fue el principal motivo por el que durante la primera
mitad del siglo XIX muchos fueron los lugares en los que los campesinos
empezaron a organizarse para sabotear
las máquinas trilladoras
con el fin de que los terratenientes tuviesen que
contar totalmente con el trabajo realizado por humanos.

Uno de los lugares donde más repercusión tuvo la revuelta
campesina fue en el sur de Inglaterra donde la mayoría de las fincas agrícolas
no pertenecían a agricultores sino a terratenientes y, por tanto, la incidencia
en la llegada de maquinaria moderna fue mayor.

A principios de 1830 tuvo lugar un levantamiento popular entre
los campesinos que fue conocido como ‘Disturbios
de Swing’
(Swing Riots). A lo largo de varios meses no solo se saboteó las
máquinas trilladoras, sino que también se quemaron graneros e incluso se echaron
a perder, deliberadamente, numerosísimas cosechas o se sacrificó a algunos
animales (mulas, vacas…).

Como suele suceder con casi cualquier tipo de disturbio, acabó descontrolándose y
muchos fueron quienes llegaron incluso al vandalismo, robando en propiedades
privadas o agrediendo a los terratenientes.

Dicho levantamiento se llevó a cabo a lo largo de varios años
y numerosos campesinos a quienes se les arrestó e se les ejecutó.

Solo en 1830 se tiene constancia que solo en el condado de
Sussex (sur de Inglaterra) cerca de una veintena de campesinos acabaron siendo
ejecutados y alrededor de quinientos detenidos y enviados como presos a la
colonia penitenciaria de Australia.

Entre los ejecutados se encuentra Edmund Bushby, de 26 años de edad, quien se convirtió en uno de los
cabecillas de las revueltas y que fue ahorcado el 1 de enero de 1831.

Edmund Bushby fue popularmente conocido por su apodo ‘Capitán Swing’, modo con el que
firmaba los escritos revolucionarios que enviaba a la prensa y que, con el
tiempo dio nombre a los disturbios al sur de Inglaterra.

Fuente de la imagen: Wikimedia
commons

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