Conocemos como teatro
a la representación dramática que, una o varias personas, realizan frente a un
público. Para encontrar sus orígenes podríamos remontarnos hasta la prehistoria
en la que los individuos de la época descubrieron la importancia de la
comunicación oral y gestual.
El concepto de teatro, tal y como lo conocemos hoy en día,
podríamos decir que se originó en la época de la Antigua Grecia (y otras
culturas coetáneas) en las que, basándose de un texto escrito hombres y mujeres
actuaban (de ahí que fueran conocidos como actores y actrices) frente a los
espectadores.
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Pero hubo un tiempo en el que, tras el dominio de los
grandes poderes estatales por parte de la Iglesia, se comenzó a censurar numerosos
textos (sobre todo aquellos que no contenían algún mensaje religioso) y se prohibió a las mujeres formar parte de
las compañías de teatro y actuar en las representaciones, bajo pena de ser
arrestadas y multada la compañía teatral.
Esto se mantuvo en vigor durante largo tiempo
(principalmente en la Edad Media) y
usando actores travestidos de mujer
para interpretar los papeles femeninos. Cabe destacar que muchas eran las
ocasiones que tal rol lo desempeñaban jóvenes imberbes que todavía no habían
hecho el cambio de voz y, por tanto, la tenían aguda, por lo que la imitación
del tono bocal femenino les era más fácil.
Con la llegada del Renacimiento
(hacia finales del siglo XV) algunos fueron los lugares en los que se comenzó a
permitir la presencia de actrices en según qué tipo de representaciones. En el
siglo XVI nació en Italia un tipo de teatro popular que fue conocido como ‘Comedia del Arte’ (Commedia dell’Arte)
y en el que a algunas compañías se les autorizó que actuasen mujeres en sus
funciones.
Pero no en todos los lugares fue bien visto que hubiese alguna mujer sobre el escenario (en España lo hicieron
extraoficialmente a partir de la década de 1570), así que tras el vacío legal
existente al respecto, bajo el reinado de Felipe II
la recién creada Junta Grande
(también conocida como Junta de
Reformación) con la que se trataba de velar por el decoro y la moral en
todo el Reino, se firmó un edicto, el 6 de junio de 1586, por el cual se
prohibía a todas las compañías teatrales llevar mujeres en ellas bajo amenaza
de cinco años de destierro para todos los miembros de la compañía además de una
cuantiosa multa económica (100.000 maravedis, toda una fortuna para la época).
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Pero esta fue una prohibición que tan solo permaneció en
vigor durante diecisiete meses (hasta noviembre de 1587) cuando, tras la llegada
a Madrid de la importante compañía ‘Il
Confidenti’ (de la Comedia del Arte) desde Italia, sus propietarios (los
hermanos Drusiano y Tristano Martinelli,
éste último famoso por ser quien introdujo el personaje de ‘Arlequín’) decidieron presentarse frente al Consejo de Castilla con el fin de obtener una licencia que les
permitiera utilizar para su representación en el corral de comedias del Príncipe (actualmente Teatro del Príncipe) a
sus tres actrices Angela Salomona,
Angela Martinelli y Silvia Roncagli, debido a que la presencia de estas era
indispensable para llevar a cabo la función.
El Consejo de Castilla estudió la solicitud y tras comprobar
el buen nombre de la compañía italiana (que venía de triunfar en la Corte
Francesa) y que la presencia de mujeres en la obra estaba totalmente
justificada, acordó emitir un decreto el 17 de noviembre de 1587 por el cual
autorizaba la presencia femenina en la representación teatral, bajo dos únicas condiciones:
que tan solo podrían actuar aquellas que estuvieran casadas y cuyos cónyuges formaran parte de la compañía (algo
que se cumplía en ‘Il Confidenti’) y bajo la promesa de que las actrices
siempre representasen vestidas de mujer (no pudiendo representar ningún papel
fuera de su género).
Así fue como de forma oficial se permitía por primera vez en
España que las mujeres pudieran actuar en una obra de teatro.
Según consta en las crónicas, al día siguiente de dicha
representación, numerosas fueron las compañías que presentaron ante el Consejo
de Castilla una solicitud para incorporar a su elenco a una mujer, demostrando
que estaban casadas con miembros de la compañía.
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Cabe señalar que ocho meses antes (en marzo) de conseguir
los hermanos Martinelli la licencia para incorporar mujeres en su función
teatral, un grupo de catorce actrices presentaron al Consejo de Castilla un
memorial por el cual protestaban ante la aprobación del edicto de 1586 que
prohibía la presencia femenina en escena y pedían que se les devolviera el
derecho a poder actuar. Tal solicitud les fue denegada.
Otro apunte importante es indicar que algunas fuentes, erróneamente,
ponen como fecha al permiso concedido a Drusiano y Tristano Martinelli el año 1574,
pero durante toda esa década no consta la presencia de ninguno de los dos en España.
Fuentes de consulta: midesa
/ archivodeinalbis
/ entresiglos
(pdf)
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